Una brigada donde ellas son mayoría

SINDO MARTÍNEZ XINZO / LA VOZ

VILAR DE SANTOS

Santi M. Amil

Las mujeres copan cuatro de los cinco puestos de la agrupación contra incendios forestales del municipio ourensano de Vilar de Santos

09 ago 2017 . Actualizado a las 18:15 h.

La brigada contraincendios del Concello de Vilar de Santos es una de las pocas de Galicia en la que un oficio tradicionalmente asociado a la figura del varón es realizado por un grupo en el que las mujeres son clara mayoría. El mal llamado sexo débil copa cuatro de los cinco puestos de un conjunto de operarios que desde el 24 de julio vela porque no se produzcan fuegos en ese pequeño municipio antelano, de poco más de un millar de habitantes.

Sonia Coello, la jefa de la brigada, Carmen García, Isabel Cristina y María Jesús Álvarez tienen edades entre los 40 y los 50 años y todas tienen experiencia -en algún caso dilatada- en la ardua labor de enfrentarse a las llamas. «Es una tarea muy dura desde muchos puntos de vista, pero a muchas personas les engancha», asegura Coello. Esta limiana, originaria de Sandiás, pero residente en A Coruña, se desplaza cada año durante tres meses hasta su tierra natal para combatir las llamas. Asume las incomodidades de esa circunstancia, que sobrelleva desde hace ocho veranos.

La principal pega para que una mujer desempeñe una función que exige un gran esfuerzo físico y un elevado riesgo personal no es ninguna de esas dos trabas iniciales. Las cuatro ponen al unísono sobre el tapete el principal obstáculo de la mujer bombera forestal: la conciliación. Sonia lo resume: «No es que sea algo difícil, es literalmente imposible en condiciones normales». Las cuatro, madres de familia, no tienen otro remedio que dejar a sus hijos con los abuelos para poder desempeñar su trabajo. «No queda otra solución», relata Carmen García, que suma 13 veranos como bombera forestal.

Los horarios de estas brigadas contratadas por los concellos durante el estío para enfrentarse a una de las lacras del monte gallego son casi delirantes. Las tandas de trabajo acentúan esa enorme dificultad en compatibilizar el mismo con la atención a la familia. Los turnos son de siete de la mañana a tres de la tarde, de tres a once, o de once de la noche a siete. En ocasiones, esos ciclos son aún más enrevesados para el común de los mortales: desde las seis de la tarde a las dos de la madrugada, o desde las ocho hasta las cuatro. «A veces, si hay incendios, tienen que trabajar durante doce horas seguidas. Es algo que agota a cualquiera», expone Coello.

«Pórtanse ben»

En el día a día, esta brigada se dedica a la prevención. Ahora se encuentran desbrozando un paraje cercano al casco urbano de Vilar de Santos, en Cachalgura. La brigada hace guardia en el campamento base, en una nave del polígono industrial. ¿Cómo va la campaña? Responde la jefa: «Por el momento no hemos tenido que apagar nada, aunque estemos estos días en una situación de alto riesgo forestal». En la experiencia de todas ellas quedan las agotadoras jornadas vividas el año pasado cuando un pavoroso incendio se cebó con Entrimo. «Si el fuego tiene unas determinadas dimensiones te movilizan a otros concellos o comarcas vecinas», menciona Coello.

El único varón, Albino Rodríguez Jardón, también veterano en estos desempeños, solo tiene elogios para sus compañeras. «Pórtanse ben, son boas compañeiras», asegura. Pese a todo, las cuatro son conscientes de ser rara avis dentro de un sector dominado por los varones. «Van quedando cada vez menos mujeres en las brigadas. Es algo que se viene notando en los últimos año», sentencia Sonia Coello.