De Argentina a Trabanca en busca de los orígenes de su abuelo José Manuel

a. garrido / r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARTINA MISER

Nora Ganem viajará el próximo mes desde Buenos Aires a Vilagarcía para intentar conocer más sobre su antepasado

19 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia tiene más de un siglo. Fue hacia 1911, según ha podido averiguar su nieta, cuando José Manuel Castro Rubianes desembarcó en Argentina. Nada raro, como tampoco era que los gallegos consiguieran salir adelante en una época tan dura y tras dejar muchas cosas atrás. Así lo hizo José Manuel, que no vivió lo suficiente para contarle a Nora, que así se llama su nieta, muchas cosas de sus orígenes. Y ahora ella viajará a Vilagarcía para conocerla. Ha solicitado ayuda a través de las redes sociales, pero no será hasta el próximo mes cuando intente clarificar algo más las cosas.

Nora ha estado recopilando información durante estos años y tiene ya pistas sobre las raíces de su abuelo. Sabe que nació el 18 de enero de 1893, que sus padres se llamaban Ramón Castro Burés (herrero de profesión) y Josefa Rubianes Abalo, y que tenían su domicilio en la «calle de Trabanca». Y aquí surge la primera de las dudas, saber cuál de las Trabancas vilagarcianas es en la que vivían los Castro Rubianes.

A los 18 años emigró José Manuel a Argentina, al igual que sus hermanos María, Luis, Manuel, Carmen y Clotilde, y se estableció como herrero. Al año de cruzar el charco se casó con otra vilagarciana también emigrada y que se llamaba Claudia Gandía. Cuatro hijos nacieron de aquel matrimonio, dos varones y dos mujeres. Una de las niñas falleció cuando todavía era una niña y la otra es la madre de Nora.

Nora vivió siempre con sus abuelos pero José Manuel murió cuando ella solo tenía ocho años. «Mis noches eran la cena con mis abuelos, con comidas típicas de España. Era el único que lograba, contándome cuentos, que me comiera toda la sopa. Lo veo aún pelando sus duraznos (melocotón en Argentina) para la sangría», recuerda la nieta.

Los recuerdos se le amontonan a Nora, que explica que el pulpo y el bacalao no podían faltar en las Nocheviejas de su casa y que a su abuelo le encantaba jugar a las cartas con sus amigos del Centro Gallego de Buenos Aires. José Manuel murió cuando ella tenía ocho años y también los hermanos de su abuelo murieron cuando ella era una niña. Tampoco tuvo mucho tiempo para disfrutar de su madre, que falleció cuando ella tenía solo once años.

«Mi gran sueño siempre fue poder, aunque solo sea, saber que ‘en esta calle nació’ y decir aquí estoy yo. Me he ido conformando con la idea de poder pararme ante la ría y pensar que alguna vez él estuvo allí, mirando lo mismo que yo. Mi amor por él ha sido tan grande que la gran pena que siento es no haber tenido más tiempo para estar con él para que me contara su historia», explica Nora.

La oportunidad llegará el próximo mes. Nora viajará a Galicia y tiene marcado en rojo en su calendario un desplazamiento a Vilagarcía para intentar conseguir alguna información más. «Quiera el destino que pueda sentir que encontré su lugar. Es tirar una moneda al mar, pero... nunca se sabe», aventura.