El hombre que casi muere atragantado en Vilaboa: «Solo recuerdo agobio e incapacidad, caer al suelo, ver gente, no ver nada»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Rafael Gómez envió una carta a la Policía Nacional para agradecer que unos agentes le salvasen la vida cuando se atragantó en un restaurante. Pide que se les reconozca su mérito

08 nov 2019 . Actualizado a las 10:06 h.

La del 2 de noviembre pudo ser la última cena de Rafael Gómez Amoedo, un hombre que estaba con un amigo en un restaurante de Vilaboa (Pontevedra) cuando se atragantó de mala manera. Afortunadamente, dos agentes de la Policía Nacional, un guardia civil y un policía local de Vigo le ayudaron y le salvaron la vida. El hombre quiso dejar por escrito su agradecimiento a los policías. Y envió una carta al director general de la policía. 

El texto dice así: «Mi nombre es Rafael Gómez Amoedo y de de comunicarle que, de no haber sido por dos de sus hombres, hoy no estaría escribiendo estas líneas. Es para mí un verdadero orgullo saber que, con la ayuda de sus agentes, Iván Casalderrey y Elías Peón, sigo vivo. También quiero agradecérselo a Santiago Pereira y Javier Maquieira. La ambulancia que me recibió en el restaurante así me lo dijo.

De no haber sido por ellos, por su rápida actuación, por sus conocimientos y su entrega desinteresada, créame, sería imposible que yo le contara esto. La vida es muy corta, y puede serlo más cuando simplemente uno está con un amigo, deciden cenar y un mal trago intenta arrebatárnosla. Ya ve usted, algo tan sencillo como eso.

Todavía recuerdo ese día, 2 de noviembre, me atraganto y comienza mi peor pesadilla. Solo recuerdo agobio e incapacidad, caer al suelo, ver gente, no ver nada. Después despertarme dolorido, me costaba respirar, moverme débilmente, unos hombres, alrededor de mí, sus hombres, y un equipo médico que me dice te han salvado, estos chicos te han salvado.

Y es en este momento cuando me veo en la obligación de pedirle a usted, que estos dos policías nacionales, Iván y Elías, merezcan el mayor de los reconocimientos por una intervención memorable que es a mi parecer el mayor de los regalos que podían hacerme, la vida. Sin más, me despido de usted, agradeciendo su atención y enviándole un cordial saludo».