El Camino Portugués es la ruta jacobea de moda, ya que es la que más crece, llegando a 96.509 peregrinos en el 2019. ¿Por qué? El aeropuerto Sá Carneiro tiene bastante que ver

maría hermida
María Hermida (Rodeiro, 1981). Licenciada en Publicidade e Relacións Públicas. Máster en medios de comunicación de La Voz. Traballou nas delegacións de Deza, Arousa, Ferrol, Barbanza e, actualmente, en Pontevedra

Con los datos de peregrinos del 2019 en la mano, solamente se puede sacar una conclusión: el Camino Portugués sigue creciendo a pasos agigantados. De hecho, algo más de un 26 % de los peregrinos que van a Compostela ya lo hacen por la ruta que arranca en Oporto y que atraviesa Pontevedra. El crecimiento sostenido hace que el Camino Portugués recorte distancias con la ruta más emblemática, el Camino Francés. Así que hay una pregunta clave a la que responder. ¿Por qué está tan de moda la ruta lusa, esa que está causando una revolución turística en Pontevedra y Caldas? El éxito puede deberse a distintas razones. De hecho, lo más probable es que sea por un cúmulo de factores.

Para empezar, la ruta portuguesa, que se empezó a promocionar muchísimo más tarde que la francesa, aún no alcanzó su techo de peregrinos. En el 2019 pasaron por ella nada menos que 96.509 caminantes -el dato todavía no es oficial, pero lo maneja ya la Asociación de Amigos del Camino Portugués- mientras que en el 2018 habían sido 81.663 caminantes. Y eso que solo se contabilizan los que recogen la Compostela en Santiago. Así que los números siguen acompañando y es probable que se disparen con el Xacobeo del 2021.

Alianzas de forma continua

Para continuar, se siguen haciendo esfuerzos enormes para vender este camino, el portugués, por todo el mundo. Tino Lores, presidente de la Asociación del Camino Portugués, se ha convertido en una especie de embajador a lo grande y ha logrado algo mucho más meritorio que una campaña publicitaria. Ha establecido alianzas con asociaciones de peregrinos de medio mundo. Y, sobre todo, consciente de que los portugueses son unos de los principales usuarios del Camino, no deja de hacer promoción allí. Ayer mismo se inauguró una exposición en Viana do Castelo en la que no solo se habla del Camino, sino que se vende la gastronomía gallega al por mayor.

Pero hay una tercera y poderosa razón por la que el Camino Portugués triunfa. Parece un argumento de andar por casa. Pero voces autorizadas en los temas xacobeos tienen claro que es una factor primordial. Muchos, muchísimos, peregrinos eligen esta ruta hacia Compostela y no otra porque les es cómoda. ¿Por qué? Porque el aeropuerto de Oporto tiene conexión con numerosas ciudades y países. Así que los caminantes vuelan allí y, en poquísimo tiempo, pueden ponerse ya a andar. No es lo mismo, desde luego, que volar hasta Santiago e ir luego a O Cebreiro para empezar el Camino, una maniobra que requiere horas de coche.

El Sá Carneiro trae a numerosos peregrinos extranjeros, pero también a españoles y portugueses, ya que tiene conexión con el aeropuerto de Madrid, con el de Lisboa y con el de Faro. De hecho, si se observan las nacionalidades más comunes en la ruta jacobea que pasa por Pontevedra queda claro que son variadísimas. Así, quienes más recorren el Camino son españoles y portugueses. Pero es muy destacable también el paso de ciudadanos de Italia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, Francia, Estados Unidos, Corea del Sur, Brasil, Australia, Canadá, Polonia, Holanda, México, Argentina, Dinamarca, República Checa, Bélgica, Austria, Colombia, Rusia... Y de una larguísima lista de países más.

Y aún existe una cuarta razón que explica que cada vez haya más peregrinos que eligen el Camino Portugués. Y tiene que ver con el hecho de que es una ruta bastante accesible, tanto para caminantes duchos como para principiantes, mayores, e incluso niños. Es decir, desde Oporto a Santiago, en un trayecto de 250 kilómetros, el caminante no se va a topar las montañas que se atraviesan en el Camino Francés, por poner solo un ejemplo. El recorrido es asumible. Y, encima, se hace en diez días, es decir, es un plan que no requiere tomarse unas largas vacaciones.

El fetichismo de las Rías Baixas

Y, cómo no, en medio de todo esto no puede dejar de citarse que si el Camino Portugués triunfa lo hace, también, ayudado por el fetichismo del mar y de las Rías Baixas. A muchos peregrinos extranjeros una de las cosas que más les atrae es poder caminar pegados al mar . Y la ruta lusa cumple esa premisa en varios puntos. Encima, existe la opción de la Variante Espiritual, que los lleva de ruta por O Salnés.

También ayuda mucho el hecho de que se trate de una ruta que coge dos países, España y Portugal. De hecho, hay un plan muy común entre los extranjeros: vuelan a Madrid, visitan la capital española, luego viajan a Oporto, van a descubrir Lisboa y, de vuelta en Oporto, inician ruta a pie hacia el Obradoiro. Lo habitual es que tras conseguir la Compostela aún vayan también hasta Fisterra y aprovechen, en muchos casos, para recorrer Galicia.

Sea por unas u otras razones, el caso es que las cifras cantan. Y el Camino Portugués sigue creciendo. El año pasado estuvo a punto de llegar a los 100.000 peregrinos. ¿Cuántos caminantes vendrán en el 2020, en la antesala del Xacobeo 2021?.

¿Nueva York? No, San Amaro

Desde la barra del Don Pulpo se explica bien la revolución e incluso la locura que supone el Camino Portugués

En Galicia, el mundo se explica casi siempre desde la barra de un bar. No hace falta ir más lejos para entenderlo. Así, no hay nada mejor que plantarse en uno de estas tabernas en las que paran los peregrinos para hacerse una idea del auge, la revolución -y hasta la locura- que está trayendo el Camino Portugués a la comarca de Pontevedra. El lugar elegido es el Don Pulpo, en San Amaro (Barro). ¿Por qué? Porque es un local perdido en una pequeña aldea que, por obra y gracia de la ruta xacobea, es tan cosmopolita como una calle de Nueva York. Allí, al filo de las diez de la mañana, lo mismo aparecen unos chavales chinos que quieren comer un plato combinado de lomo, patatas y huevos que unos caminantes de Nueva Zelanda que se dejan de café con leche y quieren, directamente, desayunar con pulpo o unos portugueses que prefieren el clásico desayuno peregrino de tostadas y zumo. Nadie se va con el estómago vacío. Y nadie se va sin haber sonreído. Porque allí está a los mandos Gabriel Lamas, uno de esos hosteleros que, pese a tener la clientela garantizada porque el Camino le pasa por la puerta, nunca deja de rizar el rizo. Para muestra, lo que ocurría en el Don Pulpo sobre las 11.00 horas este último viernes.

En cuanto un grupo de portugueses entra por la puerta, empizan a sonar fados y Quim Barreiros Gabriel, Gabi, el alma máter del bar, nada más ver asomarse por la puerta a un grupo de peregrinos portugueses apuró a buscar en Internet música de su tierra. En dos minutos, unos fados y el «eu gosto de mamar nos peitos da cabritinha» de Quim Barreiros resonaban ya en todo el local. Así que los vecinos lusos se sentaron a la mesa con la sonrisa puesta. Eran un grupo de amigos y familiares de Lisboa y el Algarve que empezaron a andar en Caminha y que traían ganas de un buen tentempié. Café, tostadas, fruta para sobrellevar lo que les quedaba de caminata hasta Caldas... Gabi les sirvió algo de todos mientras «a cabritinha» seguía sonando. A ellos no les pasó desapercibida la música y la amabilidad del tabernero. «En Galicia da gusto, é coma estar sempre na casa. Do grupo que vimos hai tres que xa fixemos outra vez o Camiño Portugués e os outros veñen de novo. Volveremos, iso seguro», indicaba José Ricardo.

Con rancheras y a lo loco

Gabriel les despedía mientras señalaba que, un poco antes, ya había atendido a varios peregrinos gallegos, a otro grupo de portugueses y también a varias personas de Nueva Zelanda. «La verdad es que vienen de muchísimos países y va un poco por meses. En septiembre casi todo eran alemanes, en cambio ahora mismo vienen muchos gallegos y portugueses y también asiáticos», decía.

Luego, el hostelero seguía a lo suyo y la música portuguesa ya no cesaba. A los clientes de la barra, con más pinta de ser de San Amaro que peregrinos, no parecía importarles mucho. Gabriel señalaba: «Están acostumbrados, cuando veo que viene un grupo de algún país procuro ponerles música de su tierra porque así se sienten más a gusto. Recuerdo a unos mexicanos que les puse unas rancheras y se marcharon encantados». Y así pasan los días en San Amaro, entre peregrinos de todas las partes del mundo. En la aldea hay otro bar, pero cierra en invierno. El Don Pulpo no. Gabriel dice que hay que estar «al pie del cañón siempre, que sino dónde desayuna esta gente».