Reinventándonos

Eugenio Girádez CORONAVIRUS

PONTEVEDRA

Capotillo

En Pontevedra la primera semana de confinamiento desempolva el sentido del barrio, descubre animadores vecinales y acredita el valor de la solidaridad

22 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera semana transcurrida del estado de alarma con las medidas de confinamiento desplegadas para ponerle freno a la expansión del coronavirus, ha sido superada, creo que con nota alta por una aplastante mayoría de pontevedreses. Esta pandemia nos está poniendo a prueba a todos, instituciones públicas y ciudadanos, como escribíamos el domingo pasado. En lo que nos toca a la infantería social, el grado de cumplimiento, el compromiso y el sentido de la responsabilidad mostrados, están siendo espectaculares. El hecho de qué hasta el viernes, la Policía Local de Pontevedra tan solo hubiera cursado 33 denuncias por comportamientos insolidarios que contravinieron el decreto sobre restricción de la movilidad, supone una ínfima cuota en medio de una aplastante mayoría que está observando correctamente este aislamiento.

No es sencillo

Sobrellevarlo no es sencillo. Nadie dijo que fuera a ser fácil. Somos una ciudad que vive la calle. Los pontevedreses somos de salir, pasear, disfrutar de nuestra restauración y hostelería. Si el tiempo lo permite en las terrazas, y, además, hacerlo en grupo. Y también somos una ciudad de acogida donde turistas y peregrinos se solazan por rúas y plazas como habría ocurrido en este puente de San José y en la inminente Semana Santa que allá quedaron para mayor dolor económico. Tanto gran parte de nuestros comportamientos sociales como de nuestras actividades económicas, siendo una ciudad de servicios, han quedado capadas.

Esta situación que afrontamos con perspectiva de continuidad, quizás hasta después de Semana Santa, nos obliga a reinventarnos. Tanto desde el punto de vista laboral, quienes podemos tele trabajar, como en el ámbito de la convivencia. Tanto dentro de los hogares como extramuros.

Lecciones de solidaridad

La primera semana de esta cuarentena deja una colección de estampas de solidaridad, virtud que Pontevedra conjuga siempre en positivo. En esta ocasión, más. La muestra suprema se da todas las tardes, a las 20 horas, cuando cada vez más ventanas, balcones y terrazas se pueblan de personas que salen a aplaudir. Va in crescendo. En relación directa a la expansión de la pandemia, así progresa el reconocimiento a los héroes de la sanidad. Ahora que ya hemos pasado de 110 positivos en nuestra área sanitaria, que ya han aparecido algún caso de contagio entre el personal y algunos facultativos en cuarentena, mayor ha de ser el homenaje a todos cuantos trabajan en esa trinchera.

La salva de aplausos de cada tarde, también reconoce explícitamente a otro colectivo que está en primera línea. En nuestro caso a los 300 efectivos de las Policías Local y Nacional así como militares de la UME y la Brilat que velan por la seguridad. Probablemente cada uno de nosotros cuando salimos a aplaudir también tenemos en mente a otros colectivos que ahora mismo son prioritarios: personal de los supermercados, de las farmacias, estaciones de servicio, flota pesquera, agricultores y ganaderos que aprovisionan nuestras despensas. Y no nos olvidemos de camioneros y transportistas, primordiales para mantener el abastecimiento y siempre grandes olvidados.

En este punto, ¡chapó! al Concello que a través de 3.400 llamadas telefónicas se interesó por los mayores que viven solos en la ciudad para saber de su estado y ofrecerles asistencia para hacer la compra o ir a la farmacia, acciones que desempeña una red de voluntarios que son uno de nuestros tesoros al igual que las entidades que han redoblado esfuerzos por los más desfavorecidos. Cruz Roja, Caritas, Calor y Café, Comedor de San Francisco…

Estos primeros días de reclusión han desempolvado algo que probablemente teníamos olvidado en las ciudades: el valor del barrio. Creo que los pontevedreses estamos redescubriendo el sentido del vecindario. Ya no solo es esa cita de las ocho, en la que nos encontramos. Es, son las iniciativas de interacción que a distancia se están promoviendo. Cánticos, bailes, chistes y hasta sesiones disco. El día de San José, Campolongo se reivindicó como barrio con esa especie de tele verbena a través de las redes que apoyaron con luces y música desde las viviendas.

¡Quién les iba a decir al Dúo Dinámico que en semejante circunstancia su tema Resistiré iba a resucitar concitando el entusiasmo popular cada tarde como fondo de la salva de aplausos! O a los añorados Payasos de la tele, que su Hola don Pepito, hola don José iba a resonar como ocurrió el jueves en esta ciudad. El repertorio es muy amplio. Anteayer me sorprendieron mis vecinos de la cercana Rosalía de Castro que comenzaron con el «Camarero, camarero, ¿qué?».

Florecen los animadores

En esta suerte descubrimos animadores como Ramón Pedras, Petete, en Arzobispo Malvar que intercala temas musicales y el himno del Pontevedra CF casi a modo de arenga; Rafa Córdoba y su megáfono, otro clásico granate, que anima a sus vecinos o Xandre e Xabi, los dos chavales de A Parda que amenizan las tardes con un repertorio que va desde King África al «traio unha borracheira». Y no me quiero olvidar del gaiteiro que tocó el himno gallego para sus vecinos de la Avenida de Lugo.

Toca redescubrirnos. Y a buena fe que los pontevedreses lo estamos consiguiendo. Estoy seguro: no vamos a olvidar esta experiencia.