El disparate de Reina Victoria

PONTEVEDRA

La Policía Local en la calle Reina Victoria, en Pontevedra
La Policía Local en la calle Reina Victoria, en Pontevedra XANDRE LEMA

La ofensiva de multas llega después de 7 meses de numerosas infracciones. Constata el fracaso de tráfico en la zona. Y plantea qué ocurrirá cuando decaiga el estado de alarma.

13 may 2021 . Actualizado a las 11:32 h.

La sucesión de conductores denunciados en esta última semana por la Policía Local de Pontevedra por saltarse las señales de prohibido circular por Reina Victoria en dirección San Roque, o incluso intentando bajar a contramano por Palamios, es la constatación de un disparate y la evidencia de un fracaso. No es una casuística reciente, sino acumulada desde que el 24 de septiembre de 2020, se impuso a machada, el corte de tráfico en un vial sistémico de la ciudad sin mayor amparo técnico que la convicción personal de un concejal que se ha creído que es infalible.

Lo que estaba ocurriendo un día sí y otro también ha pasado a ser asunto de relevancia para la concejalía de Seguridad y mandos de la policía local que, de repente, se han caído del guindo y han encontrado una veta de recaudación muy cuantiosa. Como ejemplo: mientras estoy escribiendo este artículo, observo desde la terraza de mi apartamento como dos motoristas de la local han parado y multado en apenas quince minutos a ocho turismos que se han saltado las señales de prohibido. Y así varios días de esta semana. Si plantasen el multamóvil en Reina Victoria, solo unas horas al día, la caja podría ser extraordinaria.

Meses de impunidad

Pero tener que multar diariamente a algunos conductores, con sanciones de 100 euros o más, según gravedad, entre los muchísimos que cada jornada se saltan las señales de prohibido, significa el reconocimiento expreso del rotundo fracaso de una decisión caprichosa que no obedece a lógica alguna en la organización del tráfico en la ciudad. Cortar Reina Victoria, lejos de procurarse la complicidad del vecindario y la comprensión de los conductores, produce, en cambio, una profunda irritación por su manifiesta arbitrariedad.

Por cierto: las patrullas de la policía local han aparecido desde que hace dos semanas un reportaje de dos compañeros de este periódico, Nieves D. Amil y Capotillo, reflejase el cachondeo diario que observa el vecindario con el trasiego de decenas de vehículos circulando a contramano. Aquel reportaje titulado, gráficamente, Tres señales de prohibido no bastan para evitar meterse en Reina Victoria, avisaba que coches, furgonetas y hasta un autobús de la campaña de hemodonaciones del Sergas se comían las prohibiciones, llegando hasta los bolardos y dando lugar a situaciones estrambóticas.

Mientras, el tráfico se congestiona a diario en otras calles por que quien parió la arbitrariedad ha sido incapaz de procurar una solución fluida. Forzar el tráfico por Palamios y concentrar la circulación de salida de miles de vehículos por varios viales con intersecciones y glorietas como General Rubín, María Victoria Moreno, Rosalía de Castro, Manuel del Palacio, Orillamar y San Roque genera retenciones al no estar esas calles preparadas para el aluvión que se les han venido encima por haber cerrado Reina Victoria. Unos 12.000 diarios, según una estimación no desmentida.

Para colmo, rara vez se ve a patrullas policiales apostadas para dar fluidez al tráfico. Más bien, escapan del marrón.

Excusa desmentida

Han pasado las semanas suficientes para desmentir, entre aquellos crédulos que le comprasen el discurso a Mosquera, que cerrar Reina Victoria fuese una decisión fundamentada en la seguridad sanitaria. Fue falsamente barnizada como «medida anti-covid». Cínica e innecesariamente. Solo hay que ver la amplitud de las aceras alrededor del IES Sánchez Cantón y los miles de metros cuadrados de zona verde frente al centro docente para desmontar la coartada artera que, a costa de prevenir contagios entre la muchachada, se construyó por la propaganda oficial. La simple observación cotidiana de la entrada y salida del alumnado desarticula el argumentario del Concello.

Aguardemos que los tribunales respalden esta perspectiva del asunto como plantea el recurso presentado por el abogado Evaristo Estévez con el respaldo de las organizaciones empresariales Cámara de Comercio, Aempe, AJE y Hoempo que por la vía contencioso-administrativa pleitean contra el bando de la alcaldía que refrendó el cierre al tráfico de Reina Victoria.

El asunto se judicializó ante la imposibilidad de que prosperarse la alternativa de una negociación. Fue desbaratada por el sector BNG del gobierno municipal que, por enésima vez en su historia, traslada una falsa voluntad de escuchar y hablar con vecinos y comerciantes pero que ya tiene una decisión predeterminada e inamovible. La reunión que se mantuvo en octubre con Demetrio Gómez fue un imposible. El escudero de Mosquera se comportó como una pared de frontón. Y empleó el manido «o estás conmigo o contra mí» del que tanto abusa el BNG, que lejos de significar tendencia al victimismo, es una excusa permanente para el autoritarismo.

En una semana, decaerá el estado de alarma y con ello el amparo legal de muchas de las restricciones. Y en menos de dos meses, concluirá el curso escolar. El tándem Mosquera-Demetrio prepara la siguiente chapuza para «justificar» mantener el corte. ¡Una pista de skate board! ¿De veras?

Tienen suerte de que en Pontevedra somos pacíficos. En otra ciudad, cortas una avenida como esta para semejante chorrada y los corren a gorrazos. Aquí habrá que esperar a que hablen los tribunales. O los electores.