90 aniversario de la aprobación del voto femenino y nuestra deuda con Clara Campoamor

Marica Adrio

PONTEVEDRA

PSOE

02 oct 2021 . Actualizado a las 18:23 h.

He tenido el honor de poder asistir en el Congreso de los Diputadas a las jornadas en conmemoración de los 90 años de la aprobación del voto femenino en España, merecido homenaje a Clara Campoamor, al que se le debe la aprobación del mismo, y gran olvidada durante años, tal como refiere, uno de los intervinientes en dichas jornadas, Isaías Lafuente en su libro «La mujer olvidada». El 1 de octubre de este año, se cumplieron 90 años desde la aprobación del Voto de la Mujer en España, un voto polémico en su momento, al que se opuso Victoria Kent, del partido radical socialista, y con la abstención de otros diputados partidarios, que decían que no era el momento por la influencia del voto de las mujeres en los confesionarios.

A la concesión del voto de la mujer en la 2ª República contribuyó activamente una gran mujer, Clara Campoamor, que impuso sus convicciones a la utilidad del voto. De hecho una vez se incorporaron a votar las mujeres, ella no salió elegida. Clara Campoamor, abogada, feminista, autodidacta, una mujer valiente, admiradora de mi paisana gallega , Concepción Arenal, todo un referente.

Permitidme una referencia a mi admirada Concepción Arenal, la que contribuyó a edificar el movimiento feminista en el S. XIX. Precursora de la política penitenciaria, fue visitadora de prisiones, denunciando la situación de las cárceles de hombres y mujeres. Célebre es su frase «odia al delito y compadece al delincuente»; precursora y defensora de los derechos sociales, denunció la situación de las casas de salud y la mendicidad, además de preconizar la enseñanza pública y gratuita que acuñó en su frase “«abrid escuelas y se cerrarán cárceles».

El coste político y personal que le supuso a Clara Campoamor su defensa y apoyo al voto de la mujer, lo relata en su libro «El voto femenino y yo. Mi pecado mortal». Ella se describía como «ciudadana antes que mujer, mujer antes que republicana». Luchó por abolir la legalización de la prostitución, sueño que consigue con la llegada de la Segunda República. También consigue cambiar la jurisprudencia para abolir la pena de muerte y la contratación de la infancia, reforzando la protección del menor a través de Leyes como la Ley de Investigación de la Paternidad. Se presentó a las Cortes encabezando la lista por Madrid del partido Radical Republicano, (curiosamente, las mujeres podían ser electas, pero no electoras), que llevaba en su programa reivindicaciones del movimiento feminista como el derecho del voto femenino, el derecho de la mujer a decidir su maternidad, la ley del divorcio, la ley del derecho del niño y de la niña y la abolición de la pena de muerte.

Participó en la redacción de la Constitución republicana, al haber sido nombrada miembro de la Comisión de Constitucional. Una sala del Senado situada en la tercera planta del edificio, y donde se celebran, entre otras, las Comisiones de Constitucional lleva, como no podía ser de otra forma, su nombre, y la preside un mural que recoge

la votación del 1 de diciembre de 1931. El 1 de octubre de 1931 se aprobó el artículo 36 de la Constitución, de igualdad de derechos entre mujeres y hombres, que recogía el derecho de las mujeres a ser a ser electoras. Se ganó la votación, y el 52% de los votos favorables fueron del PSOE. Tal como señala Clara Campoamor en su citado libro, «defendí esos derechos contra la oposición de los partidos republicanos más numerosos del Parlamento, contra mis afines. Triunfó la concesión del voto femenino por los votos del partido socialista, de pequeños núcleos republicanos: catalanes, progresistas, galleguistas y al servicio de la República y, en la primera de las que recayeron por las derechas. Y en la segunda y definitiva, por la retirada de las derechas sin sus votos».

Cuando se ganó la votación el 1 de octubre de 1931, desde el grupo parlamentario del PSOE exclamaron: «¡Viva la República de las mujeres!». El 1 de diciembre de 1931 se realizó la votación definitiva a la enmienda presentada por Victoria Kent del Partido Republicano Radical Socialista y después de Izquierda Republicana, y Matías Peñalba de Acción Republicana, el partido de Azaña, para retrasar el voto de la mujer hasta después de celebradas las elecciones municipales. Dicha enmienda fue desestimada gracias al 56,5 % de votos del PSOE.

Clara Campoamor, en su defensa del voto de la mujer manifestó: «Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla, respetad su derecho como ser humano». Entre los grandes defensores del voto de la mujer hubo varios socialistas muy relevantes, como Jiménez de Asúa, humanista, gran abogado penalista, (que fue presidente de la República en el exilio hasta 1971), y el diputado socialista lucense Manuel Cordero que fue llamando uno a uno a los diputados para que entrasen al salón de plenos a votar y garantizar la victoria en la votación.

Clara Campoamor, a partir de la concesión del derecho al voto a la mujer, tuvo que aguantar ataques en el Parlamento, en su propio partido, en las calles, en público y en privado, lo que se agudizó al ganar las derechas el 21 de noviembre de 1933, y así lo refleja ella misma, es su libro: «Me sería difícil enumerar la cantidad, e imposible detenerme en la calidad, de los ataques, a veces indelicados, de que de palabra, por escrito, y hasta por teléfono fui objeto reiterado, y no solo yo sino hasta mi familia». Y eso que no existían redes sociales. Una mujer valiente y en su día olvidada, a la que actualmente se ha colocado en el lugar que merece.

Dice en sus escritos: «No defendí el derecho de la mujer por imperativo de conciencia frente a mi sexo. Nadie me supera en la inquietud vigilante por los destinos de la República, que es para mi, por mis gustos sencillos , mi independencia modesta y mi largo ideal , cosa muy distinta de la material y tangible que puede ser para viajeros impacientes llegados con apremio a última hora a esta estación, resueltos a tomar ventanilla».

En «El Socialista» de 2 de diciembre de 1931, se recogía bien la realidad de lo ocurrido en las Cortes con respecto al voto de la mujer: «Los demócratas burgueses tienen miedo a la democracia….Como sabemos que todo su radicalismo es verbalista no nos ha sorprendido lo ocurrido. Son republicanos, viejos republicanos, defensores de la igualdad de derechos para uno y otro sexo; pero solo en la verborrea fácil del mitin; luego se asustan, y cuando la Constitución concede el voto a la mujer, no solo como un derecho, sino como un deber, tiemblan de pánico».

Los socialistas, a todo lo largo de la historia siempre hemos estado impulsando y apoyando las políticas progresistas y los avances sociales. Y el derecho del voto a la mujer en la República, se le debe a Clara Campoamor y al PSOE, que mayoritariamente votó a su favor.