«Picasso estuvo implicado en el robo de 'La Gioconda' del Louvre y, de hecho, pasó una noche en el calabozo»
PONTEVEDRA
Ana Trigo desvela en su nuevo libro los robos de arte más espectaculares y cómo funciona este mercado negro
07 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Siempre se dice que la realidad supera a la ficción. Ana Trigo, una reconocida tasadora de arte, antigüedades y libros antiguos, lo pudo comprobar el pasado 19 de octubre. Su libro Ladrones de arte ya estaba en la imprenta cuando se produjo el robo de nueve piezas de las Joyas de la Corona de Francia de la Galería de Apolo, en el Museo del Louvre.
«La sala donde se cometió el robo la conozco muy bien. Casualmente mi libro anterior, Joyas malditas, que es sobre joyas que tienen una historia de muertes y de tragedias en su haber, y se supone que han dado mala suerte, dos de ellas, el Sancy y El Regente, se encuentran en la sala Apolo. Por cierto, las dos son mucho más valiosas que las obras que se han robado», remarca la propia Ana Trigo recordando su visita a esta sala del Louvre. Por aquel entonces, «estuve haciendo fotografías y tomando notas para documentarme. Me llamó la atención que no había mucha vigilancia en la sala. De hecho, ni siquiera había un guardia allí fijo, sino que era de estos que van dando paseos», señala al respecto.
Pudo constatar que «tampoco había mucha afluencia de gente, aunque sí que había cámaras. Pensaba que con las cámaras estaría todo controlado, pero se ve que no, que luego había una vulnerabilidad brutal».
Está claro que por cuestión de tiempos, en Ladrones de arte no se alude a este suceso, pero sí que recoge el otro gran robo sufrido por el museo parisino, uno en el que el botín fue, incluso, mayor. Y es que los amigos de lo ajeno se hicieron con la pieza más icónica del Louvre: La Gioconda.
Fue un robo que vino precedido por un episodio ciertamente curioso protagonizado por un periodista que se infiltró en el museo y pasó la noche durmiendo en un sarcófago egipcio para denunciar las carencias de seguridad. «Más de cien años después de nuevo estamos hablando de este tipo de vulnerabilidades que existe en el Louvre, que permite que los ladrones entren como Pedro por su casa y arramplen con todo lo que pueden», acota esta experta.
¿Y qué papel tuvo Picasso en aquel robo? «Eso vamos a dejar que lo descubran los lectores porque me parece una cosa muy curiosa y muy bonita, pero vamos a decir que sí, que estuvo implicado y que, de hecho, pasó una noche en el calabozo. Esto le afectó muchísimo y nunca más volvió a hablar del tema», advierte Ana Trigo.
Pero no solo afectó a Picasso, sino también a su amigo el poeta Apollinaire, que «lo marcó profundamente durante el resto de su vida. Como estuvo implicado en este robo y en otro, también en el Louvre, vamos a dejar que lo descubran los lectores. Es una anécdota muy bonita que influyó enormemente en Picasso».
Origen del libro
Ladrones de arte es consecuencia de dos hechos. Por un lado, el encuentro que la propia Ana Trigo tuvo con un cliente que «quería vender una obra, una pintura de Pissarro inédita, con la casa de subastas con la que yo trabajaba en aquel momento y hablando con él me doy cuenta de que se trata de una obra que tiene un origen no legítimo. Por supuesto, al final, esa venta no siguió adelante».
Esta situación le llevó a preguntarse «cuantas historias así interesantes hay realmente y cuántas piezas como esta nos estamos perdiendo porque, lógicamente, los que las tienen no las quieren sacar a la luz».
Un segundo momento fue una visita al Museo del Prado y, más concretamente, al Tesoro del Delfín, que «es una colección de 120 piezas, vasos, fuentes... este tipo de objetos realizados con metales y piedras preciosas, muy espectacular, una de las mejores que existen en el mundo y que, además, está muy bien expuesto en el Prado. Tiene su propia sala, hace poco que lo han trasladado ahí y está muy bien expuesto y, sin embargo, la gente entra y sale porque no sabe qué es eso exactamente. Piensan que es de menos valor. En un sitio como el Prado, lleno de tantos tesoros, ves eso, no sabes muy bien qué es, entras y te vas», lamenta.
Es en este punto donde Ana Trigo incide en que precisamente el Tesoro del Delfín fue «el objetivo del gran robo que sufrió el Museo del Prado. Sin duda, uno de los mayores robos de arte que se han cometido en España, pero eso nadie lo sabe. Es un robo muy desconocido».
La confluencia de estas dos circunstancias le llevaron a escribir Ladrones de arte, un libro que aborda este suceso pero también otros muchos episodios ocurridos a lo largo de la historia, tanto antigua como reciente. Así, Ana Trigo recorre desde el saqueo del Museo Nacional de Irak sucedido a principios del siglo XXI hasta el expolio de las tumbas egipcias o los robos ocurridos durante la Revolución Francesa.
Ladrón de guante blanco
Se trata generalmente de sucesos que fascinan, algo que esta tasadora de arte, antigüedades y libros antiguos achaca a «dos motivos. El primero es por influencia del cine. Todos hemos visto El secreto de Thomas Crown con Pierce Brosnan, guapísimo, o Lupin, en la literatura y también el cine, o este personaje de Cary Grant en Atrapa a un ladrón... Tenemos una idea del ladrón de guante blanco como alguien muy atractivo, aristocrático, incluso, capaz de codearse con las élites, con mucho carisma», apunta.
Lo que no todo el mundo sabe es que todo esto tiene una razón de ser. Y es que, según desvela Ana Trigo, «este arquetipo viene de un personaje que existió realmente en el siglo XIX, Adam Worth, del que hablo en un capítulo de Ladrones de arte. Es un personaje curiosísimo, interesantísimo. Es uno de mis favoritos del libro. Fue apodado por la prensa de su época el Napoleón del mundo criminal, que precisamente de aquí lo coge Sir Arthur Conan Doyle para ponerle este mote, digamos, al profesor Moriarty, el archienemigo de Sherlock Holmes. Pero ahí terminan las similitudes porque realmente Adam Worth es muy diferente de Moriarty, ya que Worth es muy atractivo, alto, de orígenes humildes, pero que consigue, sin embargo, hacerse una persona culta y de mucho mundo hasta tal punto que llega a infiltrarse entre las élites victorianas de la época con lo que eran de elitistas y de cerradas. Él consigue infiltrarse haciéndose pasar por un marchante de diamantes y es así como entran las casas y roba».
Código de honor
Además, y al igual que refleja el cine con muchos ladrones de guante blanco, Worth tenía su propio código de honor: «Nunca hace daño a nadie, nunca roba a pobres. Siempre va a casas de los ricos y, además, nunca utiliza la violencia», incide Trigo.
Worth, sin embargo, fue una rara avis dentro del mundo criminal, un caso puntual. Ya que «la realidad nos viene a demostrar que los ladrones de arte no son así, ni mucho menos. Son mafias organizadas. Son brutales y no tienen ningún tipo de miramiento, ni de código de honor, ni nada de esto y sí, por supuesto, no les importa para nada. No tiene ningún tipo de código ético, por supuesto».
Es aquí donde subraya que la obra, además, aborda «cómo funciona el mercado negro. Existe un mercado negro del arte en el que se mueven cifras millonarias».
En plena promoción de Ladrones de arte, Ana Trigo confirma que «siempre hay un próximo libro. Estamos ahí, barajándolo. Es un tema que también me encanta, que está relacionado con una de mis especialidades y me encantaría que saliera a la luz, pero no puedo contar más».
En todo caso, reconoce que la promoción de su última libro «está yendo muy bien», una obra en la que su autora confiesa que «soy novelista de misterio histórico y he querido hacer un true crime, que no sea un libro de ensayo aburrido. De hecho, hay lectores que me dicen que lo están leyendo como si fuera una novela, como si fuera un thriller, porque uso técnicas de novelista, de storytelling realmente. Mi idea es que las historias son tan interesantes que no quiero que por una prosa aburrida, por una forma aburrida de contarlas, el lector pierda el interés y lo suelte y no las descubra. Es lo que más pena me daría».