Un futuro «jefe» que cambió su vida en Indiana por el básquet

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

emilio moldes

Brent Calhoun fue el primer «rookie» en llegar al Peixe Galego. Su corpulencia es su mayor aliado

03 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Buena persona tanto dentro como fuera de la cancha. Así lo define Javi Llorente, entrenador del Marín Peixe Galego y, por tanto, de Brent Calhoun. Con sus más de dos metros (2,01) de altura, el estadounidense aterrizó en Europa primero de la mano del Plasencia, en LEB Plata, donde pasó un mes, para más tarde recalar en Marín, en EBA.

Cuando dijo a su familia y amigos, allá en Indianápolis, que dejaban aquello para venirse, le dieron la enhorabuena no se podía creer que el joven -a pesar de su corpulencia tiene tan solo 2x año- hubiera conseguido hacer realidad su sueño: ser profesional del baloncesto, y en Europa, nada menos. «El baloncesto español es muy respetado en Estados Unidos», confirma el rookie. «Primero, la NBA, y después el español», matiza.

Tal vez por eso es aquí, en Europa, donde se ve por el momento. Aunque su meta profesional termina en la máxima categoría del básquet norteamericano, sabe que primero tiene que absorber todavía mucho juego del Viejo Continente antes de poder convertirse en una estrella de su país. Su primera experiencia en tierras castellanoleonesas, la palentina, no resultó como esperaba. Buscaban a un jugador más corpulento, explica el jugador zurdo desde Marín.

Aunque bajó un peldaño en la liga, no así en el club, accidentalmente en EBA tras quedarse fuera de LEB al descender de Oro y no entrar en Plata por un problema administrativo, y no deportivo. La prueba: en lo que va de liga no ha perdido ni un solo partido y está ya segundo de la tabla. En el Peixe se ha encontrado, además, con una competencia importante. Tres norteamericanos prácticamente en el mismo puesto compiten cada semana por demostrarle a un entrenador, Llorente, de Oro su derecho a ser titular.

Faltas y asistencias

Por el momento, el ya exjugador de Fort Wayne se ha apuntado en las seis jornadas que van de temporada 45 puntos (9 de media por partido), 8 asistencias, 8 tapones y 38 rebotes. En el lado contrario de la balanza, las cifras que lo han mantenido más tiempo fuera de la cancha de lo que le habría gustado: diecisiete faltas que, en ocasiones, llegan a pares en cuestión de dos o tres minutos y obligan al técnico azulón a sentarlo temporalmente.

Es su corpulencia su mayor arma y su mayor peligro, y es también su gran potencial. Aunque tardó algo más sus compañeros rookies en adaptarse al sistema de juego del Peixe, los puntos no son tan relevantes para el conjunto como puede serlo su aportación al conjunto peixiño.

Por el momento, Calhoun tiene claro cuáles son sus prioridades y qué está haciendo en Marín. Y también lo tiene su familia: «Al principio tenían emociones mezcladas, no sabían cómo sentirse al respecto. Por una parte, por tenerme tan lejos de casa y ser la primera vez que estoy en otro país. Al principio estaban un poco asustados, pero ahora están extremadamente felices por mí. Ellos saben lo que estoy haciendo aquí y me apoyan al cien por cien, y sé que me quieren».

Brent sabe eso y sabe también lo que quiere desde hace muchos. Puede que no fuera desde la primera vez que su padre lo llevó a una cancha que había cerca de su casa. Puede que entonces fuera demasiado pequeño y que apenas se estuviera dando cuenta de que estaba forjando todo su futuro en aquella pista cada vez que iba con su hermano pequeño (tiene una hermana más pequeña aún) a echar unas canastas.

En realidad, lo supo algo más tarde. «Probablemente cuando tenía 16 o 17 años me di cuenta de que realmente me encantaba el baloncesto y de que quería dedicarme a ello. Mi meta original era jugar en la NBA, que es donde están las estrellas del baloncesto, pero a medida que me fui haciendo mayor solo quería ser jugador profesional y aprender y jugar en equipos e ir subiendo de nivel. Y realmente se convirtió en mi sueño en los últimos dos años de universidad. Cambié completamente mi vida, perdí un montón de peso, pasé mucho más tiempo en el gimnasio entrenando, trabajando hacia mi meta de venir aquí, y al final se convirtió en lo que más quería».

Pero sabe que el básquet tiene un tiempo determinado y después retomará sus estudios de Comunicación y Recusos Humanos para sacarse la licenciatura y abrir su propio negocio. Todavía no sabe de qué, pero sí que quiere ser su propio jefe. Hijo de una secretaria y un cartero y limpiador, solo sabe que mandará él.