El último recreo de la playa de Loira

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

El barrio marinense era el centro de la vida escolar de Seixo en el siglo XX

26 jul 2021 . Actualizado a las 13:09 h.

Las alumnas de la escuela de Loira, en Marín, solo tenían que salir a la puerta para encontrarse en el mejor patio de recreo de la comarca: una playa de arena fina que se extendía ante sus pies en plena ría de Pontevedra. Durante buena parte del siglo XX, generaciones de niñas de los lugares próximos se encaminaban todas las mañanas y tardes -no existía entonces el concepto de jornada única- para asistir a las clases que se impartían en una casa de piedra que aún existe hoy en día. Fue así durante muchos años, pero los tiempos cambian y en Seixo se construyó un colegio, el mismo que todavía se emplea en la actualidad y la escuela se cerró.

El curso de 1969-1970 fue el último que se dio en aquella aula a un tiro de piedra de la espectacular playa, bajo la atenta mirada de su maestra. La docente era Mercedes Portas, Chiruca, de la que sus ex alumnas, que entonces tenían de 12 a 14 años, guardan buenos recuerdos y a la que no cesan de elogiar cuando se les pregunta cómo era. Ese curso, antes de que la escuela echase el cierre definitivo, la profesora llevó a las niñas una vez más a la playa y allí, en su especial y único patio de juegos, una foto inmortalizó el final de una era.

Las imágenes que ilustran este reportaje se refieren a ese día. La foto histórica es la imagen en blanco y negro. Inconfundible. La fotografía en color se tomó en el mismo lugar, aunque 51 años después y con algunas de las protagonistas en el mismo orden de aquella primera instantánea. Faltan muchas, pero no se pudo esperar a más, ya que algunas de las protagonistas viven fuera, una incluso en la otra punta de España, en Huelva. No hubo tiempo para convocarlas a todas esta vez, pero ganas no faltan de repetir la semblanza el próximo verano y, si todo va bien, sin mascarilla.

Los recuerdos de cómo eran aquellas clases al lado del mar se amontonan en la memoria de las hoy veteranas exalumnas. El aula estaba en un bajo y todas las niñas estudiaban juntas. Los pupitres, de madera, se colocaban en filas de dos.

La mejor hora del día

Las clases empezaban sobre las nueve de la mañana y el patio tocaba a las once. Entonces llegaba uno de los momentos más esperados, porque es preguntarles qué era lo que más les gustaba y la respuesta unánime es: «¡la hora del recreo!». Y es que la playa era toda una oportunidad para pasárselo bien. Siempre que no lloviese claro. Algunas de las protagonistas recuerdan que una vez el mar entró tanto en tierra, que la puerta de la escuela se anegó. No había forma de salir y doña Mercedes sacó a sus alumnas una a una por la ventana de uno de los laterales para que no tuviesen que exponerse al agua.

La playa y la hora del patio eran todo un mundo de aventuras. Una exalumna cuenta la anécdota de una mañana de recreo cuando tres o cuatro se subieron en la orilla a un bote, como los que aún se pueden ver en el río. «Las olas empujaron la barca al mar y las que estaban dentro tuvieron que saltar para que no se las llevase, cuando se bajaron les llegaba el agua a la cintura», relata la exalumna que lo vio todo. Se secaron echándose arena, porque temían la bronca de la profe.

Las clases seguían el currículo propio de aquella época. Por la tarde, volvían sobre las tres y media y la maestra dividía el tiempo. Primero, las asignaturas normales y después clase de labores. A las seis tocaba regresar a casa.

Memorización cantando

Sin ordenadores, ni pizarras digitales, el encerado era de lo más didáctico que podía haber. El encerado y los grandes mapas que, a la vez, enseñaban y decoraban la estancia. «Había un mapa grande de geografía y nos enseñaban los ríos, los golfos, los cabos, como si estuviésemos cantando».

El curso 1969-1970 llegó a su fin. Se hizo la foto y cuando se inauguró el nuevo, ya fue en el colegio de Seixo. Entre la más mayores, algunas dejaron los estudios, al concluir la Primaria, otras se fueron para el colegio nuevo -«nos hacía ilusión ir al colegio, porque era más grande»- y otras para el instituto de Marín. Este viernes, por primera vez en muchos años, revivieron aquellos días en que Loira era más que una playa. Era su patio de juegos escolares.