En las Rías Baixas no hay turismofobia

POIO

En la provincia de Pontevedra, muy al contrario, nos felicitamos del incremento de visitantes que confirman los recientes registros de ocupación hotelera del mes de julio

19 ago 2017 . Actualizado a las 21:46 h.

Los flamantes datos de ocupación de julio confirman que el turismo incrementa su trascendencia económica en la provincia de Pontevedra en la misma proporción que importa al PIB de Galicia, es decir alrededor de un once por cien. Las cifras de visitantes y estancias señalan que los hoteles y demás alojamientos baremados tuvieron una ocupación del 84 % en el ámbito de las Rías Baixas, conforme el dato ofrecido por la Diputación Provincial de Pontevedra. Los datos locales de ocupación en julio suministrados por algunos concellos tan concurridos como Sanxenxo y Poio, corroboran asimismo esa tendencia al alza en la afluencia de turistas y en la repercusión económica obtenida.

En suma, en las Rías Baixas no padecemos turismofobia. Ni aguardamos movimientos de rechazo y protesta como los que protagonizan militantes de Arrán, rama juvenil de las CUP en Cataluña, que han generado algunos mimetismos en Baleares y País Vasco.

Desde luego en Galicia y, particularmente en las Rías Baixas, no se presumen imitadores.

Turistas respetuosos

El perfil del turista que acude a las Rías Baixas, como a otros destinos en Galicia, está muy lejos de ciertos arquetipos que resultan tan molestos en otras zonas del Estado. Ni se trata de un turismo irrespetuoso con monumentos y lugares como el que rechina en Barcelona ni tampoco padecemos las turbas de adolescentes descerebrados, principalmente del Reino Unido, que acuden a emborracharse a Magalluf y otras localidades mallorquinas donde menudean los excesos.

El visitante que recibimos aquí es un turista respetuoso, que normalmente viaja en familia, en coche propio y describiendo un cierto periplo, aguijoneado por reclamos como la belleza de los paisajes, la calidad de nuestra gastronomía y una meteorología suave, alejada de los rigores de la canícula mesetaria. Como refleja el documento Estratexia do turismo de Galicia 2020 que manejan Xunta y sector para establecer los retos de futuro, el turista que nos elige acude en búsqueda de experiencias tranquilas.

Sin amparo para los violentos

Ni siquiera en Sanxenxo podemos concluir que haya problemas con la mezcla de ese turismo de perfil familiar con otro, de tipo muy joven, que acude especialmente llamado por el reclamo de las noches. La villa sanxenxina, que en esta época del año se convierte en la tercera ciudad más poblada de Galicia, «es feliz con sus turistas», como han proclamado tanto el Concello como los empresarios del sector, conscientes de que el principal motor económico del municipio es sagrado. Lo que no significa permitir desmanes. En este verano del 2017 resulta notoria -como ya publicó La Voz de Galicia- la política de control sobre los horarios de la movida nocturna con diversas acciones que despliega especialmente en fines de semana el Concello que ahora preside Telmo Martín.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo ya dijo el jueves pasado que «en Galicia no habrá amparo alguno a los violentos» en previsión por si acaso surgiese entre nosotros algún fenómeno de turismofobia. Aunque resulta del todo improbable, sí es cierto que deberíamos tomar algunas medidas preventivas.

Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra, avisaba el viernes pasado que «podemos morir de éxito si no se cuidan los recursos turísticos». Se refería la titular de la institución provincial a la obligación de todos de no descuidar un bien tan preciado para nuestra economía, previniendo cualquier posible reacción fóbica.

Rajoy y su «power walking»

Entre los miles de turistas que acaban de iniciar su descanso en agosto en las Rías Baixas tenemos al actual presidente del Gobierno de la Nación quien se ha convertido en cierto modo en otro reclamo turístico. No es que haya un turismo para ver a Mariano Rajoy, sino que muchas personas, tanto lugareñas como foráneas, se han interesado por visitar y recorrer la Ruta da Pedra e da Auga que las caminatas presidenciales ha popularizado.

Rajoy se ha erigido en el mejor embajador de este itinerario que recorre en cuanta oportunidad tiene. Escapadas fin de semana, Navidades, Semana Santa y, sobre todo, en las vacaciones estivales hasta el extremo de haber trasladado hace años la residencia a Ribadumia, renunciando a la anterior en pleno paseo de Silgar en Sanxenxo.

El político pontevedrés, con su inseparable José Benito Suárez Costa, presidente del Puerto de Marín y esposo de la presidenta del Congreso (por cierto: ¿se llaman antes para pactar el color del polo y las bermudas?), nos ha familiarizado con un peculiar modo de caminar que atiende a una técnica deportiva denominada power walking.

Significa «caminar poderoso» o «andar rápido». Persigue la quema de calorías mediante el incremento del ritmo de pasos a dar en un determinado período de tiempo. En el caso de la Ruta da Pedra e da Auga que tiene casi 7 kilómetros de longitud, se persigue hacer cada 1.000 metros en 9 minutos para quemar 400 calorías. De ahí que a Rajoy y Suárez Costa se les vea mirando de vez en cuando el reloj ya que van controlando el ritmo con el que cumplimentan el recorrido. Incluido el momento de la inevitable parada para atender a la prensa que monta guardia en la Ruta esperando el paso del presidente.

Y es que Rajoy resulta más accesible en Armenteira que en Madrid.