El calvario de Manuel antes de que lo matasen

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTE CALDELAS

CAPOTILLO

Distintos testigos en el juicio por la muerte de un caldelano narran el miedo y desasosiego que sufría la víctima

16 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A Manuel Rivas le mataron el 28 de noviembre de 2015 en su piso de Ponte Caldelas. Murió, a los 39 años, después de que Marcos Vidal, autor confeso de la muerte, le propinase quince cuchilladas. Pero estos días, en los que se celebra el juicio por este crimen en la Audiencia Provincial de Pontevedra, las declaraciones de numerosos testigos evidencian que Manuel murió tras sufrir un calvario. Dicen que vivía con miedo y desasosiego y que en los quince días previos a su muerte su nerviosismo parecía haber aumentado sobremanera. ¿Por qué sufría Manuel? Las declaraciones de su propia viuda, de un amigo de él o del detective que contrató dan pistas de lo que le pasaba a este hombre.

Según contó la viuda el lunes, tanto Manuel como ella vivían atemorizados por culpa de Marcos Vidal, quien según esta mujer se había obsesionado con ella y no les dejaba tranquilos. Ella niega que haya sido amante o pareja de Marcos, aunque hay numerosos mensajes entre ellos que apuntan a lo contrario y el fiscal en sus conclusiones también considera que mantuvieron «una relación sentimental». La viuda explicó que, aunque Manuel era pacífico y pensaba que a Marcos «ya se le pasaría» la obsesión con ella, ambos tomaban algunas precauciones porque se sentían amenazados y que Manuel le avisaba siempre de si estaba bien o no por si acaso le pasaba algo.

Ayer, un amigo de Manuel habló también de cómo fueron los últimos meses de su vida. Y citó dos motivos de sufrimiento. «Estaba mal porque quería a su mujer y tenía problemas con ella. Hacía todo lo que ella le decía y solo iba a su casa solo cuando ella le dejaba. A veces le decía que su relación no funcionaba y se marchaba a casa de los padres. Y también a veces no iba porque ella le decía que no era seguro, por Marcos», contó este amigo. Pero ese no era su único desvelo: «Le rajaron las ruedas del coche y se notaba que tenía miedo». Dice que le aconsejó denunciar, pero que no lo hizo porque insistía en que «Sandra, su mujer, lo tenía todo controlado». Este amigo indicó también que en los días previos a su muerte estaba más temeroso que nunca, que fueron «quince días muy raros».

«No hacía falta comprobarlo»

Ayer, en el juicio también habló un detective privado que la víctima había contratado. Explicó que le dijo a Manuel que con las pruebas que ya tenía -le había visto el móvil a Sandra cuando ella dormía- no necesitaba hacer ninguna averiguación más, que era claro que ella y Marcos mantenían una relación. Pero también contó que vio a Manuel atemorizado, que «se sentía amenazado por Marcos y que sabía que él no quería que siguiese con su mujer». Según el detective, la víctima le contó que al principio era amigo de Marcos -se conocían porque regentaban negocios muy próximos en Arcade- pero que luego habían dejado de tener relación y ahora Manuel «le tenía mucho respeto y miedo». La víctima también le narró el episodio de que le rajaran las ruedas y que a partir de ahí tomaba precauciones, como dejar el coche en sitios más escondidos para evitar problemas.

Así se llegó hasta el día del crimen. Manuel había dormido con su mujer en el piso de ambos. Ella se fue a trabajar y Marcos, sabiendo que ella ya no estaba en ese domicilio, acudió a la casa para comprobar si había dormido sola o acompañada, tal y como recoge el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación. Llegó, esperó y allí se encontró a Manuel. Entonces, le cosió a puñaladas hasta que terminó con su vida. El Ministerio Público considera que aumentó deliberadamente el sufrimiento de la víctima. Ahora toca que el jurado popular dictamine sobre el caso.

El abogado del acusado intentará que hable al final del juicio

Diego Reboredo, abogado de Marcos Vidal, para el que el fiscal pide veinte años de prisión por asesinato, dijo el lunes, antes de que se iniciase el juicio, que su cliente respondería a las preguntas de todas las partes. Sin embargo, Marcos Vidal cambió totalmente el guion. No contestó a ninguna pregunta, ni siquiera a las de su letrado, y se limitó a declararse culpable y pedir que le apliquen ya su castigo. Aún así, el letrado recordó que en todos los juicios los acusados tienen la última palabra e indicó que insistirá a su cliente para que hable.

¿Qué quiere que cuente? El abogado no pide la absolución, sino que quiere que quede claro que no hubo ensañamiento y que Marcos Vidal estaba en un momento de obcecación. Ayer, dijo de él: «Acumula rencor contra Sandra por todo lo ocurrido, pero no quiere inflar lo que pasó».

La llamada que recibió el 112: «Acabo de cometer un homicidio, me quiero entregar»

Si algo destacaron también ayer los distintos testigos en el juicio del crimen de Ponte Caldelas es que Marcos Vidal confesó el crimen. Una trabajadora de la central de emergencias 112 recordó la llamada que hizo a este servicio: «Me dijo ‘acabo de cometer un homicidio, me quiero entregar’». Esta operadora, aunque tenía claro que debía pasar el caso a la Guardia Civil, se preocupó de ubicar bien en qué lugar estaba Marcos Vidal. Llamaba él desde el paseo fluvial de Ponte Caldelas, donde después acudió una patrulla de la Guardia Civil.

Dos agentes señalaron que, antes ya de que entablasen contacto con él, Marcos les hizo señas con un brazo para que se acercasen. Luego, confesó el crimen: «Dijo que había ido a casa de Sandra para saber si estaba con alguien más, que si no hubiese nadie se volvería para su casa y que si había alguien lo mataba». También insistió en que le había acuchillado en distintas partes del cuerpo y que lo había dejado «listo». Asimismo, entregó una navaja que portaba en una bandolera.

Uno de los agentes indicó que Marcos Vidal había colaborado con ellos y que no opuso resistencia para que le detuviesen.