El público fue el mejor actor en un escenario medieval

Elena Larriba García
Elena Larriba PONTEVEDRA LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

De los espectáculos de cetrería al tiro con arco, la esgrima y los abarrotados torneos medievales

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para disfrutar de verdad de la Feira Franca hay que vestirse de época, comer y cenar en mesas engalanadas al más puro estilo medieval o picotear por los concurridos puestos de alimentación. Pero lo primero es darse un buen paseo por las calles y plazas del centro histórico revestidas con estandartes y por los espacios aledaños de la Alameda y Las Palmeras, para tener un completa perspectiva de la dimensión de esta fiesta medieval.

El público es el actor principal sobre el escenario de la Pontevedra del siglo XV. En este viaje al pasado, mientras unos disfrutaban de la muestra de oficios de A Ferreiría o del mercado medieval de artesanía en Santa María, otros hacían cola para practicar el tiro con arco y la esgrima, se subían a las alas de un dragón o a un tiovivo de madera y asistían a los torneos medievales en la plaza de toros, que se llenó dos veces, hasta el punto de que hubo gente que se quedó a las puertas en los dos pases.

Hay muchas maneras de implicarse en la Feira Franca. Alumnos del Conservatorio, por ejemplo, decidieron dar su particular concierto de música medieval en distintos puntos de zona vieja. Ángel, con su guitarra barroca, Alicia, con su viola de gamba y Candela y Julia, con sus flautas de pico, contribuyeron de forma espontánea a la ambientación sonora de la fiesta. El veterano matrimonio Alfonsín Méndez nunca falla a esta cita desde la primera edición, y ni siquiera ahora que tienen problemas de movilidad dudaron en vestirse con sus mejores galas para pasearse por la feria en sus respectivas sillas de ruedas, motorizada y manual.

El hobby de José Luis Solla, vecino de Xeve, es tallar madera y este año se le ocurrió acudir con sus voluminosas piezas de simbología mitológica a la Ferrería para que la gente las valorara.

En la Feira Franca es imposible no fijarse en las mesas de comensales engalanadas, como la de la familia Sorey, instalada en la calle Sierra. Es su forma de implicarse en la fiesta, cumpliendo a rajatabla la estética medieval.