«La música me sanó siempre, pero ya no tengo ni una triste armónica que tocar»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Poder volver a usar algún instrumento, aunque sea prestado; esa es su meta tras una vida «casi de culebrón»

19 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

José Martínez, «como las magdalenas», dice él cuando uno le pide que repita su apellido, llegó hace años a Galicia, concretamente a Vigo. Venía de Asturias. Y venía huyendo de la mala vida. La heroína de los noventa se había cruzado en su camino y todo lo que le podía ir mal, efectivamente, le iba peor. «Sabía que aquello no me llevaba a nada, pero no lograba dejarlo. Fíjate que llegaron a darme por muerto durante seis minutos por una sobredosis, y ni así aprendí la lección», cuenta con serenidad. Ha llovido desde entonces. Dice que no se acuerda exactamente en qué año se terminó la pesadilla -«se supone que es buena señal no acordarte del tiempo que hace que no consumes», indica-. Pero aún le dura el orgullo de haber logrado salir de la droga. Vive en Pontevedra desde hace año y medio.Y quiere pedir ayuda. «Quizás haya quien no lo entienda, pero hay algo que siempre fue fundamental en mi vida, la música. La música me sanó siempre, pero ya no tengo ni una triste armónica que tocar. Vendí todo», señala.

José va enseguida al inicio. Es asturiano y fue en su tierra donde, según indica, las cosas empezaron a ir mal. «Mi familia estaba bastante desestructurada y yo a los 17 años ya estaba en la calle. Caí en la heroína y... ahí me fue muy mal y tardé en aprender la lección». Desembarcó en Vigo y, cuando reunió la voluntad suficiente para tratar de dejar a un lado la droga, se topó con la asociación Alborada. «Hicieron lo indecible por mí. Lucharon muchísimo, estuvieron a mi lado cuando al principio tuve alguna recaída y nunca me dejaron de mostrar apoyo», indica.

Estuvo luego en el hospital vigués Nicolás Peña, cuando le tocó pelear para dejar también la metadona. Y logró salir adelante.

Periplo por distintas orquestas

Reconoce que no fue fácil. Y dice que se apoyó, además de en muchas personas, en la música. «Siempre tuve necesidad de componer y de tocar. Toco la guitarra y la batería y eso me sana todo», indica. Llegó a trabajar en distintas orquestas. «Estuve en Limón en Nueva Generación o en Panorama, aunque en esta última únicamente hizo una sustitución». Dado que no siempre topaba empleo como músico, empezó a formarse por la vía de la hostelería. «Hice un ciclo de FP sobre hostelería», explica. Y hasta hace mes y medio trabajaba en ese sector. Ahora, y de momento, está en el paro.

Señala que «por avatares de la vida» tuvo que ir vendiendo todo lo que había ido invirtiendo en música, tanto los instrumentos como los equipos de sonido que llegó a comprar. Así que ahora mismo es un músico sin nada que tocar. Su mujer señala que la falta de música le está volviendo un hombre triste. Y el añade: «La verdad es que optimista no estoy». Ambos decidieron hacer una petición para ver si alguien le puede prestar o donar algún instrumento con el que poder seguir tocando. «Sé que la música no me va a dar de comer, pero sí me sana y me permite quitar lo que tengo dentro», dice.

Mira al futuro y señala que le gustaría que algún día triunfase alguno de sus proyectos musicales. Alguna vez intentó, por medio del micromecenazgo, sacar adelante un trabajo discográfico. Aún se le emociona la voz al recordar a los amigos con los que un día montó un grupo en Vigo llamado Wake Up!, lo recuerda, y desea: «Ojalá vuelva a tocar».