La pintora que descubrió en las aulas y por casualidad su segunda vocación

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La pintora Carmen Pernas, con el que fue su instituto, el IES Sánchez Cantón de Pontevedra, al fondo
La pintora Carmen Pernas, con el que fue su instituto, el IES Sánchez Cantón de Pontevedra, al fondo Pablo Fariña

La pontevedresa Carmen Pernas se jubila como docente tras 15 años en el IES Sánchez Cantón

25 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Carmen Pernas Lorenzo es de esas personas que, a pesar de llevar puesta la mascarilla, habla con los ojos. Discreta y poco dada a llamar la atención, el pasado 11 de junio se convirtió en protagonista con motivo de su jubilación como profesora de Educación Plástica y Dibujo Artístico en el IES Sánchez Cantón de Pontevedra. «Me jubilo oficialmente el 31 de agosto, pero ese día, que era mi 60 cumpleaños, me dieron una sorpresa». Carmen todavía se emociona al recordar lo que pasó aquel viernes.

Su despedida puede verse en un vídeo de YouTube que está en la web del centro educativo. «Ese día yo tenía una reunión a las once y cuando llegué al vestíbulo del instituto me estaban esperando unos profesores con unos trabajos que habían hecho», recuerda. Pero la cosa no se quedó ahí. Le aguardaba un vídeo con unas palabras de la escritora Fina Casalderrey, todo un lujo para Carmen, que había ilustrado un libro de la autora y trabajado con ella en Marín. La despedida siguió en el patio con música de cumpleaños y varios regalos, entre ellos, un libro con dedicatorias de sus compañeros.

«Lo recuerdo como una maravilla, pero muy abrumada». Y es que Carmen abandona las aulas, pero lo hace dejando huella. Lo atestigua todo ese cariño. En su caso, fue artista antes que profesora. Carmen estudió la carretera de Bellas Artes en Valencia. Por aquel entonces no había facultad en Pontevedra. «Desde siempre me gustaba pintar y modelar». Tenía 19 años y el apoyo de su madre fue determinante para coger los bártulos y marcharse a Valencia. «Mi padre también me apoyó, pero el de mi madre fue fundamental. Ella era ama de casa, pero fue aprendiendo conmigo», desvela.

La titulación era «más académica» en Valencia y la carrera respondió a sus expectativas, aunque apunta que aprendió más de sus compañeros. Fueron cinco años de formación de los que todavía conserva amistades. La pintora llegó a la docencia «por casualidad». «Por aquel entonces se necesitaban especialistas y descubrí una segunda vocación y las cosas tan especiales que pueden hacer los niños», como llama a las muchas generaciones de alumnos a los que dio clase.

Su trayectoria como profesora se inició en Ourense, donde estuvo dos años, y después pasó por el Torrente Ballester de Pontevedra, otros dos años en O Grove y quince en el IES Illa de Tambo de Marín, entonces Salvador Moreno. De esta etapa guarda «muchísimos buenos recuerdos».

Encontró su sitio

Dejar a esa familia de Marín le costó, pero como dice Carmen a veces en la vida los cambios vienen bien. «Era como ahora o nunca». Llegó al Sánchez Cantón, donde estaría otros quince años antes de tomar la decisión de jubilarse a los 60. «Cuando empecé en el Sánchez había profesores históricos, encantadores. Me adapté bien y encontré mi sitio junto a Charo Sánchez y Marián Costa».

Carmen tenía claro que quería jubilarse a los 60 y la llegada del covid reforzó ese pensamiento. «A mí me gusta lo manual, lo analógico y, aunque te adaptas a las nuevas tecnologías, quería retomar otra faceta de mi vida, la pintura. Por falta de tiempo la tenía abandonada y a eso me quiero dedicar a partir de ahora». Su pintura tiene dos vertientes, una realista tirando al impresionismo, y otra más imaginativa ligada a los colores cálidos. «El color y trabajar con él me ayuda, me estimula», dice esta artista que pertenece a Arga, la Asociación de Artistas Plásticos Galegos.

«Al dibujo hay que darle tiempo, es algo natural, los niños se expresan primero así»

  

En su nueva etapa vital, además de la pintura y la escultura, Carmen Pernas quiere formarse en jardinería para experimentar en su casa de veraneo en Seixo y también dedicarse más tiempo a ella. Volviendo a la docencia, cree que asignaturas como Educación Plástica o Dibujo Artístico están poco valoradas y que cada vez lo van a estar menos por el peso de las materias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). «Sobre todo la Educación Plástica que se da en 3.º y 4.º de la ESO es una asignatura importante porque vivimos en el mundo de la imagen y de la información y eso condiciona nuestras vidas. Es importante saber cómo se crean imágenes para llegar a un fin. Se valora poco cuando creo que contribuye a la cultura del esfuerzo porque todo se hace a mano y no con máquinas», expone. Por ello, uno de los consejos que Carmen daba a sus alumnos es que, cualquier ejercicio, por básico que sea, tiene que estar bien hecho y bien compuesto. Y esa máxima es aplicable a la vida.

«Muy despistada»

¿Cómo era como profesora?, se le pregunta. «Muy despistada, seguro que mis alumnos tienen más anécdotas mías que yo de ellos», ríe. Para ella uno de los aspectos más gratificantes fue ver la evolución de algunos chavales que de entrada decían «pero si yo no sé hacer la o con un canuto». «Al final conseguían dibujar unas cosas que hasta sorprendían a sus padres. Al dibujo hay que darle tiempo, es algo natural, los niños se expresan primero dibujando», remacha.

Esta profesora que primero fue pintora se va agradecida y con esa modestia tan suya hace hincapié en lo mucho que aprendió de sus niños y de su paso por las aulas en 35 años. «Claro que hay niños más difíciles que otros, pero siempre hay un motivo detrás».