«Estoy yendo a matar a mi expareja»: la amenaza que llevó a Lavinia a llamar a la policía para que parase un tren

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Lavinia Dutza se quedó perpleja porque, pese a las amenazas que profería un viajero del tren contra su expareja, nadie salvo ella se inmutó.
Lavinia Dutza se quedó perpleja porque, pese a las amenazas que profería un viajero del tren contra su expareja, nadie salvo ella se inmutó.

Ella, que sobrevivió a una experiencia personal durísima siendo joven, pidió auxilio para frenar a un hombre que decía que viajaba para acabar con la vida de una mujer

02 jun 2023 . Actualizado a las 20:12 h.

Hace mucho tiempo que Lavinia Dutza, que vive a medio camino entre Rumanía y Pontevedra, sabe que callarse ante una injusticia no es una opción. Lo aprendió después de vivir una experiencia durísima recién cumplida la mayoría de edad, cuando se fugó desde su patria natal, el país rumano, a España siguiendo a su primer novio, que había abusado sexualmente de ella. Sobrevivió a aquello y a muchas cosas ganándose el pan ella sola por España adelante, cantando en orquestas y parándole los pies a peces gordos del espectáculo que creían que pagar un sueldo les otorgaba derechos sobre su cuerpo y sus sentimientos. Ahora, pasada ya la treintena, convertida en una mujer fuerte a fuerza de golpes vitales, sigue sin callarse ni mirar para otro lado ante lo que considera injusto. Lo demostró hace unos días en un viaje que hizo desde el pueblo rumano en el que vive con Andrés, el pontevedrés con el que se casó, y Bucarest. Llegó a lograr que parasen un ferrocarril para que la policía abordase a un hombre que gritaba a los cuatro vientos que viajaba para ir a matar a su expareja.

Lavinia viajaba con su marido en un ferrocarril con destino a Bucarest cuando comenzó a escuchar la conversación a gritos y en rumano que mantenía por teléfono un hombre sentado cerca de ellos. Vociferaba y decía que iba camino de atacar a su expareja: «Estoy yendo a matarla, esta vez no se salva. Le quemo la casa con ella y sus padres dentro», eran las palabras que salían de su boca. Ni ella ni su marido, al que ella intentaba traducirle, daban crédito a lo que escuchaban: «Daba la sensación de que hablaba con un amigo y cada vez las amenazas a su expareja eran peores. Decía que tenían un hijo y que el niño le había pedido que la dejase en paz, pero que no lo iba a hacer porque o estaba con él o muerta», señala Lavinia. Harta de escuchar semejantes cosas, comenzó a grabarle sin que se diese cuenta. Luego, Lavinia se cambió de vagón, habló con la revisora y llamó al 112 dando la voz de alarma. La policía le dijo si la situación era como para abortar el viaje antes de llegar al destino. Y ella le insistió en la grabación que tenía.

Finalmente, los agentes decidieron que el tren hiciese un alto en el camino y ellos entraron en el vagón a hablar con el individuo. Lavinia siguió la acción policial desde lejos, consciente de que el hombre habría calculado que fue ella la que avisó a los agente. Al término de la intervención policial, su frustración fue total: «Sí, vino la policía, pero solo a decirle que se portase bien. Que no hablase así... pero no me pidieron la grabación ni lo que hizo tuvo consecuencias. Creo que estas cosas son las que hacen que luego haya desgracias». 

Lavinia señala que se quedó perpleja también con que fuese la única persona del vagón que se pusiese en alerta ante las amenazas que profería el hombre. Y todavía se quedó más anonadada cuando contó la historia en las redes sociales, aprovechando su enorme tirón en el Instagram, donde se le conoce como lavinnia11 y acumula 465.000 seguidores, con el ánimo de visibilizar la escasa concienciación en Rumanía con la violencia machista y, aunque recibió muchos apoyos, también le llovieron críticas: «Me llamaron metiche, como si metiche en este caso fuese un insulto. Estoy orgullosa de lo que hice», indica desde Bucarest.

Lavinia termina confesando algo que la deja triste: «Lo peor es que pude actuar porque iba mi marido a mi lado. Si estuviese sola tendría miedo», sentencia.