En esta casa que han bautizado con sorna diez mujeres de una familia organizan un sinfín de actividades
10 ago 2016 . Actualizado a las 08:03 h.Los Abal podrían protagonizar su propia película. Y es que son una familia peculiar en muchos aspectos. Para empezar, el apellido Abal está condenado a desaparecer. En esta familia son diez nietas y un único nieto varón. Un total de once descendientes de tres hermanas y un solo hermano. De hecho, no es difícil comprender por qué, de modo cómico, han bautizado la casa familiar como «Villabragas».
Cinco de estas primas se juntan cada atardecer y preparan el jardín de esta vivienda de A Carabuxeira para que, una vez caiga el sol, se convierta en un cine de verano. Esta era la casa del abuelo Manuel, donde aún vive la abuela Peregrina. Aquí se suele reunir gran parte de la familia, y el cine nocturno es la actividad estrella de este verano.
«Nos hemos criado todos juntos en esta casa», comenta Carol, la mayor de los once. Y de hecho, aquí muchos de ellos todavía pasan las jornadas veraniegas al más puro estilo Doce en casa. Película que, por otro lado, podría formar parte de la cartelera de su particular cine. Entre los filmes escogidos hay títulos como La gran familia española o Primos. Comedias que cumplen sin duda su función de amenizar las calurosas noches del período estival y de las que ellos mismos podrían formar parte.
Además, a estos y otros largometrajes, se une Supervivientes, Perdidos en Sanxenxo, una parodia grabada y protagonizada por la propia familia hace seis años que no quieren perder ocasión de ver de nuevo. Y es que cada momento que las primas pasan juntas es una buena ocasión para dejar volar la imaginación. Entre sus grandes logros está el rodaje de esta versión sanxenxina de Supervivientes, con sus pruebas y sus nominaciones incluidas y pensada como homenaje a la abuela, fiel espectadora de todos los realities. «Es una suerte que nuestra abuela pueda ser partícipe de todas nuestras ocurrencias», apunta Aitana. Aunque Peregrina, desde entonces, comentan: «Está convencida de que la televisión es mentira si eso lo pueden hacer sus nietas sin casi salir de casa».
Lo de montar un cine al aire libre en el jardín puede resultar llamativo, pero lo es más aún cómo han logrado crear su local de proyecciones tirando de ingenio. Astrid es la cabeza pensante de muchas de las curiosas invenciones que llevan a cabo, y explica que la pantalla ha sido elaborada con un pedazo de mantel blanco de plástico y dos palos de escoba para la parte superior e inferior. Todo con un segundo uso. Cuando se acabe el verano los materiales podrán volver a su función original. O quizás no. Puede que le encuentren alguna otra loca finalidad.
La idea de dónde colocar la pantalla la encontraron en Internet. «Lo del cine de verano siempre lo quisimos hacer porque ya teníamos un microproyector con altavoces. Hasta que este año vimos en Pinterest, ese mundo maravilloso, una foto donde colgaban la pantalla de un árbol», apunta Astrid. Varias velas por el suelo y una guirnalda de luces sobre el árbol ayudan a crear el ambiente para una perfecta velada cinematográfica, mientras la comodidad está asegurada con cojines y mantas en el suelo. El menú, como no podía ser de otra manera, es a base de palomitas de maíz, patatas fritas y refrescos.
A pesar de que ya no es todo como cuando eran pequeños, ahora sus edades van desde los diecisiete hasta los treinta y cinco años, el espíritu familiar continúa intacto, y cada nueva reunión, sea en vacaciones o en ocasiones como bodas y cumpleaños, se presenta como el momento oportuno para tramar algo juntos. «No cambiaríamos los veranos en esta casa por nada del mundo», concluye Carla.