Unai Simón: «Cuando cometes un error, volver a intentarlo es lo más difícil del fútbol»

Iván Orio COLPISA

QATAR 2022

Georgi Licovski | EFE

El meta no le ve techo a España y cree que para ganar el Mundial también hace falta suerte

30 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Unai Simón (Murguía, Álava, 1997) es el portero titular de España en el Mundial de Catar. De hecho, lo es desde que Luis Enrique tomó las riendas de la selección en el 2018.

—¿Cuántos días se despierta y piensa: ‘esto realmente está pasando, estoy en un Mundial y soy el portero titular de España’?

—Son cosas que prevés que van a ocurrir, ya sabes desde hace tiempo que hay un Mundial cercano. Te vas planteando los escenarios y una vez que llegas no piensas en eso. Lo único que piensas es en competir de la mejor manera. Al final, al rival le tienes que ganar sea un Mundial, la Nations League, un amistoso o cualquier otro partido que juguemos.

—¿Tiene recuerdos nítidos de su niñez? ¿Cuándo se da cuenta de que lo suyo es la portería?

—Con ocho años teníamos un equipo de benjamines, algunos también competíamos en fútbol 7 y teníamos allí en Murguía un campo de hierba natural. Bueno, la verdad es que más que hierba era barro y me encantaba tirarme. En aquel momento empecé a disfrutar de la portería.

—Antes se solían enviar a las porterías a los que no se le daba muy bien el fútbol.

—Sí. De hecho a mí de pequeño no me gustaba jugar de portero en el día a día. En la portería disfrutaba muchísimo, pero cuando llegaba un campeonato de fútbol sala, por ejemplo, me gustaba jugar de jugador, también en los torneos de fútbol 7. Llegaba a casa con toda la ropa sucia y era mi madre la que pagaba un poco los platos rotos. Siempre tengo el recuerdo de ir al colegio con parches y rodilleras en los pantalones porque jugábamos al fútbol o a cualquier otro deporte en el patio y yo era un poco burro y llegaba a casa con los pantalones hechos polvo.

—¿Se ha perdido lo de jugar al fútbol en la calle?

—No sé. Yo tengo un recuerdo muy bonito de mi niñez y es que cuando éramos pequeños hicieron en la plaza del pueblo un campo de fútbol con paredes de madera. Nos tirábamos allí horas y horas. Después de salir de clase era nuestro punto de reunión. Ahora cuando vamos a ese sitio muchas veces lo vemos vacío. No sé el motivo, si hoy en día con las tecnologías... Pero sí es verdad que lo que era hace quince años una plaza abarrotada de pequeños, de mayores, gente picada porque no podías jugar, porque perdías, ya no se ve tanto. Yo antes jugaba para divertirme con los amigos de clase y ahora juego para competir, ganar y ser mejor portero. Es una visión diferente.

—¿Tenía algún referente?

—De pequeño no veía mucho fútbol. Al final solo escuchabas a Iker Casillas en todos lados. Una vez que entré en el Athletic con 14 años, veía entrenar a los porteros del primer equipo. Para mí Gorka Iraizoz en el Athletic fue un referente. Ahora me fijo en muchos. Neuer es muy hábil para lo grande que es, y muy bueno en el juego aéreo, en el uno contra uno... Courtois está siendo un gran portero. Y siempre he sido de Oblak, por decirlo así.

—Cuando recibió la llamada de la selección De Gea y Kepa estaban apretando fuerte.

—Nunca me consideré mejor que ellos y tampoco ahora. Yo por mi manera de jugar y de ser en el campo puede que le guste más a Luis Enrique. Pero igual en el día de mañana hay otro seleccionador y opina de manera diferente.

—Dijo en su día que consideraba una falta de respeto hacia los compañeros no levantarse después de cometer un error. ¿Ese espíritu se tiene o se aprende?

—He sido un portero que siempre ha intentado aprender... Y esa mejora la he tenido a base de cometer errores muchas veces. Cuando cometes un error, seguir intentándolo es para mí lo más difícil del fútbol. Pero tus compañeros te necesitan para seguir compitiendo. Lo difícil es hacerlo todo bien. Todos vamos a cometer errores.

«Jugando conmigo generamos más peligro»

La responsabilidad de Simón en el inicio del juego de España es grande. Luis Enrique insiste en que ejerza como el primer atacante.

—El técnico le pide que juegue con el pie como uno más. ¿Es consciente de que a los aficionados se les hiela la sangre cuando ven a un portero hacerlo?

—Es normal. Cuando yo veo los partidos en vídeo sí que me doy cuenta de la cercanía del delantero y de ese límite de tiempo que hay entre el robo y el acierto. En el campo no lo veo así. Cuando tengo el balón en los pies sé dónde están mis centrales, los laterales, los interiores... ¿Eso significa que del más de medio centenar de balones que toqué contra Alemania no fallemos alguno? Ojalá.

—Los que falló los resolvió bien.

—Ya. ¿Pero si no llego a hacerlo? Pienso que todas esas situaciones en las que se juega conmigo generamos más peligro que del que nos generan. Y puesto en una balanza compensa.

—¿Dónde va a llegar España en este Mundial?

—Donde tenga que llegar. Alemania me gustó mucho, en ritmo, en agresividad, en intensidad. Y esa personalidad del juego desde atrás. No sé lo que va a pasar contra Japón, no sé contra quién nos vamos a cruzar si pasamos... A este equipo con un empate no le vale, quiere ganar, es ambicioso... Al final todo el mundo sabe que para ganar el Mundial hay que tener un poquito de suerte siempre.

—Iñigo Martínez no entró en la lista. ¿Cómo se tomó no estar en el Mundial, habló con él?

—Estábamos tres candidatos en el Athletic a entrar en la lista y es un palo gordo. Yo me pongo en su situación... Pero es la decisión del míster. No es el fin del mundo, no pasa nada. Entiendo que puedas tener esas ganas de conseguir un Mundial, pero Íñigo ya sabe que el fútbol es así y ocurren estas cosas. Tal como es él seguro que muchas vueltas no le ha dado.