Razones para confiar

José M.Fernández

RUSIA 2018

20 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas veces un empate generó tanta satisfacción. Y eso que desde los tiempos de la Martona, casi ya en la prehistoria (1978), no llegaba España a una gran cita internacional de forma tan convulsa. Aquel lugar ?lo recordaba Miguel Ángel hace unos días? estaba totalmente alejado de las necesidades de un grupo de deportistas de élite que preparan un Mundial. Inapropiado, por unas instalaciones deficitarias, el frío y la escasa manutención. Nada que ver con Krasnodar, el lugar en el que Lopetegui aceptó la oferta de Florentino Pérez para entrenar al Real Madrid y donde Rubiales le mandó al seleccionador hacer las maletas antes de empezar la competición.

La Martona es ya un mal recuerdo, una referencia de un pasado que acumuló frustraciones un año sí y otro también, un símbolo del victimismo del fútbol español cada vez que finalizaba una gran cita. A partir de entonces, las lóbregas instalaciones en la que la España de Kubala enterró sus esperanzas en 1978 adoptaron otras formas: un línea que no vio que el balón rebasó la línea de gol, un árbitro que no apreció una agresión dentro de área, el error de un guardameta o las aviesas intenciones de un colegiado también marcaron el principio del fin. El destino siempre jugaba una mal pasada a un grupo llamado ?«esta vez sí», se repetía? a grandes cosas. El álbum de fracasos tenía vida propia: Cardeñosa, Míchel, Luis Enrique, Zubizarreta, Luis Enrique, Molina, Al-Ghandour o Clemente. Así hasta que Luis Aragonés cayó en la cuenta de que para ganar se necesitaba un balón, un césped y un grupo de voluntarios dispuestos a jugar. Al fútbol. El estilo y la voluntad, sin hipotecas ni victimismos. Entendió las derrotas del pasado, de la misma forma que ahora se entendieron los tropiezos de Brasil y Francia.

Por eso el grupo ha minimizado la crisis y ha aceptado el revés con tanta entereza como para sobreponerse a un error que en otros tiempos hubiera provocado un cataclismo. Ha cerrado filas entorno a De Gea y no se ha desviado ni un ápice del innegociable estilo que ha pregonado Isco. Toca Irán.