Que mande Lukaku y no Kane

José Luis Losa

RUSIA 2018

TOLGA BOZOGLU | EFE

14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 72 horas Inglaterra vivía una histeria colectiva. ¡Les sonaba tan épico y tan ancien régime jugarse la Copa del Mundo frente a Francia! El país entró en trance. Ya era irrelevante que un día antes Boris Johnson se hubiese jugado la enésima tanda de penaltis con Theresa May por ver quién se quedaba con la portería de los tories, en el 10 de Downing Street. Hace rato que la premier británica tiene sobre los suyos menos autoridad que Sampaoli sobre la albiceleste. Y aún faltaba la invasión de Trump y su invitación a que May dejase el banquillo en beneficio de Johnson: supongo que la idea de la competición capilar con el loco Boris le sugiere a Trump posibilidades hasta de montar un dueto.

Pero nada de todo esto importaba a los ingleses ante la perspectiva de citarse con la Francia de Deschamps el domingo. Tanto es así que atentaron contra una tradición tan venerable como el cambio de guardia en Buckingham Palace: se quería forzar el aplazamiento de la finalísima de Wimbledon para evitar su coincidencia horaria con la tarde de gloria de los Tres Leones.

Al final, todo salió al revés: Inglaterra perderá esta tarde el partido de consolación con la Bélgica de Roberto Martínez. Y a la vista de que en Wimbledon John Isner y Kevin Anderson secuestraron al público de la pista central prolongando sus 6 horas del tenis a 130 kilómetros por hora ?en el día de la marmota del quinto set?, los de Southgate tendrán la competencia de la vibrante final anticipada de Nadal y Djokovic, cuyo desenlace se conocerá hoy porque el burgomaestre de Wimbledon apagó allí la luz del club a las doce de la noche.

Y Bélgica esta tarde: sería importante que nos regalase muchos goles hoy. Que Lukaku le arrebatase el título de goleador del torneo a Harry Kane. Que Hazard conteste a quienes dicen que Isco nada tiene que envidiarle. Y que Bob Martinez le devuelva los minutos con que castigó sin jugar al gran Mertens para poner en su lugar a Fellaini: una barroca pelambrera populista que, con Trump y Boris Johnson daría para un remake tex-mex de Los Tres Amigos.