Una vuelta de 180 grados para el Obra

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO/LA VOZ.

SANTIAGO

En enero el conjunto de Curro Segura tocó techo. Doblegó al Joventut y entró en la lucha por los puestos de Copa. Ahora prepara el partido de vuelta, tras tocar fondo

07 may 2010 . Actualizado a las 11:39 h.

Cuatro meses en la gloria y otros cuatro volando hacia el infierno. Así se puede resumir el paso del Obradoiro por la ACB, un equipo que asombró y sorprendió tanto en la primera como en la segunda vuelta. En un caso, por lo bien que le salió todo; en el otro, por todo lo contrario.

Muchos han sido los análisis en busca de un argumento que explicase el declive, ese giro de 180 grados tan doloroso. Y probablemente no haya un único desencadenante, sino una suma de varios que no han dado tregua.

Partidos clave

Hubo tres partidos en Sar, ante el Baskonia, el Valladolid y el Manresa, en los que el equipo llegó al último minuto con opciones de ganar. Pero los tres se le escaparon entre los dedos.

En el calendario de la segunda vuelta había tres citas subrayadas en rojo: Lagun Aro, Murcia y Alicante. Solo consiguió sortear con éxito la primera.

Las lesiones son otra causa objetiva que explica el desastre. Excepto Terry y Bulfoni, todas las piezas fueron pasando por la enfermería. De todos los refuerzos de la segunda vuelta, solo Paul Davis dio un buen resultado y lo peor de todo es que llegó demasiado tarde.

Otra razón incuestionable remite a Massey. Cuando la marcha de Marc Jackson era ya irreversible, la dirección deportiva y el cuerpo técnico se la jugaron con el ex madridista, el fichaje más caro en la historia del Obradoiro y, a la postre, el más ruinoso. Curro Segura no consiguió sacarle rendimiento y terminó por apartarlo del equipo, en contra del criterio del presidente. Ahí se abrió otra brecha.

Lo que resulta más difícil de calibrar es hasta que punto hicieron daño los desencuentros entre la directiva presidida por Docobo y la parte ejecutiva del club, personificada en Juane y Blanco.

Lo cierto es que entre los dos frentes nunca hubo química. Los recelos anidaron y crecieron, y todo eso se traducía en una falta de comunicación difícilmente explicable. Ese fue el caldo de cultivo que dio paso a un proceso de balcanización en el que casi todos los actores acabaron enrocados y enfurruñados.

Durante el verano, y en los primeros meses de competición, la parte ejecutiva tomaba las decisiones y la directiva les daba el visto bueno. Pero apenas había diálogo. Las cosas funcionaban, y probablemente los resultados escondían un clima de convivencia bastante polucionado.

¿Debería haber informado Juane a Docobo de sus movimientos con más detalle o debería tener carta blanca?

Es una ecuación que no acabaron de resolver. Cuando menos, fueron incapaces de marcar el territorio de mutuo acuerdo, porque apenas hablaban.

En esto llegó el episodio de Marc Jackson, que marcó un punto de inflexión. El pívot decidió poner punto y final de forma apresurada e inesperada a su carrera. ¿Por qué? Se apuntan varios motivos, que darían para un suplemento. Lo cierto es que ha dejado las canastas y desestimó alguna oferta tras desvincularse del Obradoiro.

La gestión de ese asunto acentuó las diferencias entre el presidente y el director general. De nuevo, quizás por la falta de diálogo, porque era una situación difícil de tramitar. Había alguna opción de negociar los derechos de Hettsheimeir con el Zaragoza, había que intentar que la marcha de Jackson no afectase al grupo y todo ello aconsejaba un clima de máxima discreción.

Las chispas prendieron poco después. El diálogo entre Docobo y Juane seguía bajo mínimos. Y en algún caso casi era peor cuando hablaban, porque saltó alguna que otra astilla verbal. Tras el naufragio de Fuenlabrada, la junta convocó una reunión de urgencia para el domingo. Sobre la mesa estaba el nombre de Massey como relevo de Jackson, una decisión que la directiva no tenía clara. El director general no acudió a ese encuentro y al día siguiente fue destituido.

Caída libre

Al final, llegó Massey. Curro Segura, que siempre mantuvo una buena relación con Juane, encontró en Pepe Martínez un aliado firme, que lo sostuvo contra viento en marea. Alberto Blanco fue degradado y restituido. La falta de dinero no impidió un último esfuerzo en las contrataciones de Bailey, Galarreta, Davis y Rancic. La tensa paz de la primera vuelta desembocó en un reino de taifas y el Obradoiro, que encandilaba cuatro meses atrás ante el Joventut, prepara la devolución de visita desencantado y atribulado.