La protesta

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

01 nov 2017 . Actualizado a las 22:06 h.

Vivimos tiempos convulsos. Revueltos. De enorme complejidad y conflictividad. Tiempos en los que algunos quieren hacernos creer que el problema son las leyes, cuando la historia y la realidad demuestran que son la solución. Porque no hay libertad sin democracia ni democracia sin ley. En Santiago, por su condición de capital, vemos protestas de todo tipo. Justas, protocolarias y también algunas surrealistas. Como aquellas recientes en las que se nos pretendió hacer creer, incluso por algunos miembros del gobierno local de Compostela Aberta, que unos tipos que ocupan una casa y la usan como bar y chiringuito para sus negocietes tienen no solo derechos sobre el inmueble, sino la más mínima razón para protestar cuando son legal y legítimamente desalojados. Escuché el otro día al papa Francisco alertar sobre aquellas formaciones políticas «extremistas y populistas que hacen de la protesta el corazón de su mensaje». Cuánto de eso hay en estos tiempos convulsos y revueltos. Llevamos años escuchando a algunos decirnos que todo lo que hemos construido está mal. Que todo falla. Que todos nuestros esfuerzos han sido en vano. Que todos los consensos alcanzados so un azucarillo diluido en un café amargo y requemado que nadie querrá ya beber. No hay progreso sin protesta, eso es verdad. Pero, en democracia, cuando se protesta se debe ofrecer una alternativa realista y posible. Que cuente con dos elementos que son indispensables cuando se quieren cambiar las cosas: Verdad y legalidad. Nuestra democracia es tan garantista y respetuosa que hasta respeta y protege a aquellos cuya única misión es destruirla. Qué tiempos.