Los vecinos del edificio desalojado tras un incendio denuncian falta de apoyo del Concello

La Voz SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Los residentes en el inmueble de Xeneral Pardiñas afectado por el fuego el martes esperan volver a sus viviendas este fin de semana

13 nov 2017 . Actualizado a las 12:38 h.

«¿Y si el Concello no está para apoyar a los vecinos en situaciones como esta, para qué está?». La frase de uno de los damnificados resume el sentir de los residentes y comerciantes del inmueble número 20 de la calle Xeneral Pardiñas, que ayer, pasados tres días del incendio que obligó a desalojarlo en su totalidad -36 viviendas y 8 locales- aún no habían podido volver al edificio. En la galería comercial del bajo varios operarios trabajaban anoche a marchas forzadas en medio de un fuerte olor a quemado. A media tarde consiguieron reponer el abastecimiento de agua, cortado porque el fuego, iniciado supuestamente por un cortocircuito en el cuarto de contadores, destrozó las tuberías que subían por el falso techo, y a última hora se esperaba que pudieran recuperar el suministro eléctrico.

«Todo lo tuvimos que resolver los vecinos, incluso pedir prestado un enganche de agua a los comercios de al lado, y contratar a una empresa que nos puso un generador para que los obreros pudieran ver algo», explica la presidenta de la comunidad de propietarios, Laura Lorenzo, que espera volver este fin de semana a su vivienda de la tercera planta, al igual que el resto de los vecinos. Lo harán disponiendo de agua y probablemente de electricidad, pero todavía sin servicio telefónico ni Internet.

No obstante, la empresa de limpieza tendrá que seguir trabajando varios días. El fuego destruyó la parte de la galería comercial donde se ubica el cuadro de contadores, pero el humo afectó a los espacios comunes de todo el inmueble y muchas de las viviendas y despachos profesionales de la primera y segunda plantas. También resultó afectada la sucursal del Banco Sabadell.

Patricia, la propietaria del quiosco, el local más próximo al cuadro de contadores, está desolada. No tiene ni idea de cuándo podrá reabrir. Su pequeño establecimiento necesita no solo limpieza de la capa de hollín que cubre el interior, sino una reforma total. Por su parte, José Antonio Martínez, el propietario del bar Eirado, sito al fondo de la galería, está seguro de que podrá recibir a su clientela este lunes, después de haber dedicado muchas horas a limpiar y poner a punto su establecimiento. El hostelero, cuyo local lleva abierto 37 de los casi cuarenta años que tiene el edificio, se lamenta de las cuantiosas pérdidas que se verá obligado a afrontar, porque «el seguro se encarga de los daños, pero somos seis trabajadores y el negocio estará casi una semana cerrado y sin ingresos».

Laura y su hermano Alberto lamentan la nula respuesta del Concello, incluso con casos de máxima necesidad como el de una familia que no tenía donde alojarse ni medios para buscarse un hotel. José Luis Vega, el odontólogo que tiene su consulta en la segunda planta, coincide con los hermanos Lorenzo en que el Concello no solo no existió para los damnificados, sino que, cuando apareció, fue para poner «palos en las ruedas», y citan como ejemplo la presión que realizó la Policía Local sobre los vehículos de las empresas que están trabajando para que el inmueble vuelva cuanto antes a la normalidad, o al hecho de que no se facilitó en primera instancia una solución para disponer de agua para los trabajos de limpieza. «Tuvimos que buscarnos la vida», afirman. Vega cree que para emergencias como esta el Ayuntamiento debería habilitar una oficina donde se diera una respuesta integral a las necesidades de las personas afectadas.

Los vecinos también echaron en falta la presencia in situ de los responsables municipales, aunque señalan que el alcalde, Martiño Noriega, hizo una visita fugaz cuando aún estaban actuando los bomberos, y valoran que Agustín Hernández se interesara por ellos telefónicamente y posteriormente visitándolos.