Un 9 de cartón

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SANTIAGO

15 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es extremadamente raro. Pero pasa. La pantalla se va a negro. Pero nadie se mueve. Alguien comienza a chasquear los dedos. Y otro se arranca en aplausos. Y de repente, todo estalla. La pena. La solidaridad. La rabia. La emoción. La que ha flotado, contenida, durante las últimas dos horas y media. Como esas motas de polvo que envolvían al protagonista a ratos. Como la música que les permitía desahogarse, olvidarlo todo, olvidarse a ellos mismos. Ser otros. No ser nadie. Ser el mundo entero. Es muy raro. Por suerte a veces pasa. A veces. A veces no puedes olvidar. Y lo rumias de camino a casa, con los brazos bien cruzados, hundiendo la cara en la bufanda porque caray, ya empieza a hacer frío. Con el 9 recortado del cartón en tu bolsillo. Lo palpas. Y vuelve todo. Y mientras te cepillas los dientes vuelves a verlos, y los escuchas en tu cabeza. Y te planteas cómo se les habrá ocurrido esto, o aquello. Cómo serían aquellos años. Era uno tras otro, una tras otra. Nadie quería hablar de ello. Y todo era abstracto. Y en la niebla del segundo sueño, en un momento dado, aparecen. Y te acompañan durante buena parte del día siguiente. En el coche. Frente al ordenador. Comiendo. Mirando el móvil. Los ves. Los ves luchando. Gritando. Enfermando. Expirando su último aliento. Muriendo. Y te alegras de que existan cosas como Cineuropa. Que traen películas como 120 pulsaciones. Que acelera el corazón, que empuja las lágrimas hacia los ojos, que arranca emociones tan fuertes como los aplausos que se oyeron al final de la sesión. Que te hace llevar un 9 de cartón recortado en el bolsillo del abrigo.