La nave de las segundas oportunidades que recibe 1.200 toneladas de ropa al año

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

P. Calveiro

Los santiagueses son los que más aportan a Arroupa, que da trabajo a 20 personas en riesgo de exclusión social

09 feb 2020 . Actualizado a las 20:50 h.

La solidaridad mueve montañas. En el caso de Arroupa, montañas de ropa. Prendas que se habían quedado en el fondo del armario. En desuso. Relegadas al ostracismo, del que raramente salen para ver la luz. Sin embargo, en algún momento alguien decidió sacarlas de ahí. Las llevó a uno de los 200 contenedores de reciclaje rojos que hay en la diócesis de Santiago, a una parroquia o la nave de las segundas oportunidades, donde va a parar todo ese textil. Hasta 1.200 toneladas recibió el año pasado el centro neurálgico de Arroupa en Santiago, en el que se clasifica y trata la ropa donada.

Está en el polígono del Tambre. Pero, a diferencia del resto de empresas que la rodean, esta fue creada para la inserción sociolaboral. Lo que persigue no es hacer dinero, sino la asistencia social, el fomento de la economía solidaria y de la empleabilidad de personas en riesgo de exclusión social. Detrás de la iniciativa está una oenegé, Cáritas, que emprendió esta aventura hace tres años y no ha dejado de crecer.

Solo en Santiago tiene medio centenar de colectores para la recogida de ropa, entre los que están en la vía pública, centros comerciales y educativos, parroquias y otros terrenos privados. Es el concello donde más contenedores de Arroupa hay y, consecuentemente, el que más kilos aporta (366 en el último año).

Los más solidarios

Entre todos los concellos que pertenecen al área de influencia de Compostela, juntaron más de 431 kilos de ropa, sumando la que llega directamente a la nave del polígono del Tambre, la que se deja en las parroquias o es depositada en uno de los colectores. Y, si tenemos en cuenta la donación por habitante, los compostelanos son también los más solidarios con Arroupa (de media, cada uno colaboró con 3,8 kilos anuales). Les siguen en el ránking los vecinos de Rois (con 2,1 kilos) y los de Vedra (con 1,9).

En los tres años que lleva en funcionamiento la nave de Arroupa, el volumen de prendas donadas ha ido a más. De hecho, llega a acumularse excedente. Cuando esto sucede, explica la gerente, Isabel Fraga, se manda a otros centros de Cáritas de España. Sin ir más lejos, hace unas semanas enviaron 18 toneladas a Barcelona, a pesar de que estamos en temporada baja y reciben cada día entre 2 y 2,5 toneladas, cuando en las épocas de cambio de armario superan las 6.

Arroupa da trabajo a 23 personas, tres en puestos fijos, y otra veintena de empleados en riesgo de exclusión social entre sus tres tiendas, clasificando textil o como chóferes. A ellos también les ha dado una segunda oportunidad la nave del Tambre, incluso a vestidos de boda y trajes de comunión, que cumplida su función fueron donados para que los puedan disfrutar familias sin recursos.

«Donde más carencias tenemos es en las prendas de hombre»

Arroupa comenzó su actividad en octubre del 2015 con seis empleados, una furgoneta y 18 contenedores, que en los últimos años se han extendido por toda la diócesis de Santiago (que llega hasta Fene y Cangas). La gerente de la empresa de inserción sociolaboral, Isabel Fraga, está satisfecha con su progreso.

-¿Con qué frecuencia se recogen los contenedores?

-Tenemos dos camiones y hacemos cuatro rutas. Un turno sale de madrugada, sobre todo para atender los que están en Santiago y en puntos conflictivos por temas de tráfico; y otro de día. Los camiones llegan a la nave a las 7.45 horas, descargamos y a las 8.00 sale el siguiente turno, que vuelve sobre las 15.00.

-¿Cómo funcionan las tiendas?

-Tenemos tiendas en A Coruña, Pontevedra y Santiago. Esta última era, hasta ahora, la que mejor funcionaba a nivel de ventas, pero la de Pontevedra está captando mucha clientela, incluso superándola. Con las ventas sacamos el dinero necesario para pagar las nóminas de las personas que trabajan con nosotros, a las que por ley, podemos mantener el contrato de reinserción un máximo de tres años. Las tiendas están abiertas al público en general y también acuden a ellas los usuarios de Cáritas que, con los vales que se les entregan en función de sus necesidades, tienen la ropa gratis, porque entre los objetivos de este proyecto estaba dignificar la entrega social.

-¿Qué podemos encontrar allí?

-A las tiendas llegan las prendas que se encuentran en mejor estado, la llamamos ropa crema, que muchas veces está prácticamente sin uso, y también restos de stock donados por empresas. La última donación fueron 6.300 prendas nuevas de confección gallega de una fábrica que cerró en A Coruña.

-¿Qué porcentaje de reinserción tienen los trabajadores?

-Hemos conseguido 10 inserciones en la empresa ordinaria y pasaron por aquí unas 30 personas. Estamos muy orgullosos, porque ese es el objetivo final.

-¿Cuál es la prenda más buscada?

-El 70 % del textil que entra es de mujer y también el 70 % que se vende. Donde más carencias tenemos es en las prendas de hombre y la que nos llega suele estar mucho más utilizada y gastada.

-¿Cómo es el proceso?

-Lo primero que se hace es el pesado, identificando el punto de origen y los kilos recolectados en cada contenedor. Luego se clasifica y almacena. Separamos residuos y atípicos, es decir, la ropa que no se puede utilizar, plástico, cartón, papel y todo tipo de artículos, como bisutería, que también se pone a la venta, o pañales de adultos, que se mandan a geriátricos y otros centros de Cáritas. Tratamos de aprovecharlo todo.

-¿Las mafias para la reventa suelen asaltar los colectores?

-No nos afecta, afortunadamente. Cuando empezamos, tuvimos en Santiago algún colector forzado, pero han sido hechos puntuales. Lo que sí pedimos a los donantes es que dejen sus bolsas dentro de los contenedores porque sabemos que, si las dejan fuera, desaparecen.

«Este empleo marcó la diferencia entre tirarme de un puente o seguir luchando»

El objetivo de la empresa es crear empleo para personas en exclusión social y facilitarles luego el acceso al mercado laboral ordinario. Han pasado por la empresa todo tipo de perfiles: gente derivada del Proyecto Hombre o con otro tipo de adicciones, familias monoparentales sin recursos, inmigrantes con especiales dificultades de inserción, personas discapacitadas sin ingresos y con nulas posibilidades de acceder a un empleo, mujeres maltratadas... Entre la plantilla que actualmente trabaja en Arroupa está Marga. Cuenta que «me cogió en un momento de mi vida bastante delicado a nivel personal y agradezco la oportunidad que me dieron». «Este empleo me hizo coger confianza en mí y me valió para madurar como persona, además de ayudarme a pagar los gastos del día a día. Marcó la diferencia entre tirarme de un puente o seguir luchando. Vienes de una etapa en la que te sentías un granito de arena y aquí vuelves a creer en ti, en que tú puedes y vales para trabajar», afirma esta estradense afincada en Santiago.

«Empecé a media jornada en diciembre del 2017, con 39 años, y después de mucho esfuerzo me aumentaron a seis horas. Por problemas familiares no puede hacer la jornada completa de ocho, porque tengo un niño menor. Pero estoy orgullosa de lo que estoy haciendo. Aquí clasifico las prendas. No tenía experiencia en el textil, había cuidado a personas mayores, y es una forma de ampliar el currículo», añade Marga.