Escolares de primaria y mayores de la residencia Volta do Castro comparten anécdotas y experiencias
25 abr 2019 . Actualizado a las 01:07 h.Práxedes Bayón cumple cien años. Pero la de hoy será una onomástica especial. No solo porque alcanzó el siglo de vida sino porque más de medio centenar de niños le cantaron el cumpleaños a esta centenaria en la residencia Volta do Castro. Son escolares del colegio plurilingüe San José de Cluny que desde hace unas semanas realizan un proyecto, El abuelo un día, en el que comparten actividades con los mayores de este centro de la tercera edad.
El nombre del proyecto, de los alumnos de sexto de primaria, tiene una explicación. Y es que cuando arrancó falleció el compositor Alberto Cortez, así que, explica la profesora Lola Lavandeira, tomaron el nombre del comienzo de una de sus canciones más emotivas, El abuelo, para rendir un pequeño homenaje a este compositor.
Al coincidir con el día del libro, a los escolares de sexto se han unido algunos de otros cursos de primaria y secundaria para realizar un pequeño festival en la residencia de poesía y danza, ya que el próximo lunes se celebra el día internacional de la danza. Dice Mateo de Castro, de 11 años y uno de los presentadores del acto, que se lo pasan bien tanto ellos como los abuelos, «nos hablan de todo, de su rutina, de su pasado, es distinto para ellos y para nosotros, porque nosotros no estamos acostumbrados a estar con gente mayor, ni ellos a estar con niños».
A lo largo de varias jornadas de confraternización han charlado con «sus» abuelos, ya que a cada pareja de niños se le asignan dos o tres ancianos. Han hecho flores de papel, con las que conformaron el ramo de cien rosas que se entregó a la centenaria Práxedes en su cumpleaños. Ejercicios de expresión corporal, manualidades, poesía y danza. De Bécker a Espronceda pasando por Rubén Darío. Noelia Míguez, de 11 años, estuvo charlando con Emilio «está aquí ingresado con su madre, dice que cuando iba al colegio ya entonces le hacían bullyng». El abuelo por un día de Pietro Alfieri, de 12 años, se llama Juan, «nos contó anécdotas de su infancia, como cuando su hermano de ocho meses se metió en la boca el enchufe de la plancha mientras su madre estaba planchando», dice asombrado.
Una de las cosas que más les llama la atención a los niños es la emoción de los mayores cuando entran, «siempre aplauden», y su ánimo, «en los juegos se los ve muy activos y se lanzaron a cantar la Rianxeira», apunta Clara Novoa. Lo cierto es que se trata de una residencia de asistidos, así que muchos de ellos tienen un alto grado de dependencia. Pero no es óbice para que disfruten con los pequeños y participen en la medida de sus posibilidades. Sonia Blanco, Lola Lavandeira (ambas de Cluny) y Ester Lueiro, del centro de mayores, son las responsable del proyecto. Dice Lola que la colaboración de la residencia fue total, adaptándose a horarios y circunstancias. En el centro educativo siempre han desarrollado proyectos de servicio, y en este caso han querido combinarlo con el valor de la solidaridad «el proyecto surge del colegio pero desde la residencia han colaborado al cien por cien», explica. Mayores y pequeños compartiendo horas y aprendiendo unos de otros.