Santiago transita del bache al socavón

S.L. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Las obras que arrancan esta noche mejorarán el calamitoso trazado del periférico, pero no llegarán a otros puntos en los que las lluvias cuartean la calzada y abren nuevos boquetes

03 dic 2019 . Actualizado a las 00:42 h.

Las máquinas regresarán esta noche al periférico. El kilómetro cero de una ruta de los baches que no deja de expandirse en Santiago será sometido a lo largo de la semana entrante a otro lavado de cara de Fomento, uno más de los muchos que acumula en los últimos años un vial cuyas deficiencias padecen a diario miles de conductores. A expensas de comprobar si esta será la actuación integral que precisa la SC-20 o se limitará a añadir más zurcidos a su maltrecho trazado, estas obras mitigarán en una zona concreta un problema que continúa multiplicándose por toda la red viaria de la ciudad, y que se ha agravado con las intensas lluvias del último mes.

Las fotografías que ilustran esta información acreditan la dimensión que alcanzan los baches en puntos que soportan tanto tráfico como la avenida de Lugo, el acceso al polígono de Costa Vella, Cruceiro da Coruña, O Romaño o la parcheada avenida de Asturias, entre otros. El caso de la avenida de Lugo sintetiza ese tránsito de la grieta al socavón que se reproduce en otros muchos enclaves. El boquete sorprende al conductor que baja desde Rodríguez de Viguri, justo después de circular bajo el fotorrojo del semáforo del cruce de Os Concheiros y antes del paso de peatones. Como en otros enclaves, los que saben del bache apuran el margen izquierdo del carril para tratar de sortearlo, pero quien lo desconoce castiga la amortiguación del coche y contribuye a agrandarlo. Es lo que ha sucedido en la entrada a Costa Vella, donde el tránsito continuo de vehículos ha abierto una fosa capaz de devorar un neumático. Los viales de ese polígono y su entorno -con una capacidad claramente insuficiente para la circulación a la que deben atender- acumulan varias zonas de riesgo. Otro tanto ocurre en Cruceiro da Coruña y en O Romaño, pero también en zonas del casco histórico abiertas al tráfico, donde los pegotes de asfalto ensucian la piedra. El deterioro de la rúa Loureiros es elocuente en ese sentido. En otras zonas, como en Virxe da Cerca o en el barrio de A Almáciga, la renovación del firme se limitó a la capa de rodadura y dejó sin reparar la parte de la calzada que está más próxima a las aceras, donde ya hay puntos con el asfalto completamente levantado que dejan al aire las canalizaciones.

Fuera del casco urbano, entre las principales arterias de la ciudad destaca la sucesión de trechos deficientes que presenta la autovía de Lavacolla. Las obras acometidas hace unos meses, coincidiendo con la apertura del tramo que le da continuidad hasta Arzúa, consistieron en remiendos puntuales que apenas maquillan un asfalto que está cuarteado en buena parte de su trazado.