Ángela Banzas: «Me llena ver una novela con tantas historias de Santiago en el premio Planeta»
SANTIAGO
La escritora compostelana alude en «Cuando el viento hable» a muchos pasajes históricos de la ciudad, como el accidente del Iberia Sporting de Santiago en 1950, que convirtió a las prostitutas del Pombal en heroínas. «Un ingreso con 7 años en el Hospital Xeral me sirvió de inspiración... Este jueves fue increíble ver que la enfermera que me había cuidado vino a la presentación del libro», agradece
07 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Emocionada» tras una larga firma de libros en su ciudad natal. Así se mostraba este jueves la escritora compostelana Ángela Banzas al presentar su novela Cuando el viento hable, el relato histórico que resultó finalista en el premio Planeta. «Me llena haber llegado hasta ahí con mi obra más íntima, en la que me veo reflejada, y en la que hago tantos guiños a la historia de Santiago, localidad que muchos lectores sienten como un personaje más. Vecinos me dicen que se acuerdan de su infancia, de su familia. Quise trasladar la historia a la posguerra por la generación de los abuelos de la niña protagonista, la de los míos... Ellos aún son memoria viva, algo que debemos recordar», realza la autora a sus 43 años.
«Mi familia materna es de Conxo; de A Rocha Vella, la paterna. Yo crecí entre esa zona y Vidán. Soy muy compostelana, aunque de la periferia», sonríe. «Estudié en el Divino Maestro. Cuando, con siete años, tuve una peritonitis y me ingresaron en el antiguo Hospital Xeral, me acuerdo que luego las monjas de ese colegio venían a casa a darme clase para que no repitiese curso...», evoca, aludiendo ya a la vivencia de su niñez que le sirvió de inspiración para su exitoso libro. «Aún me veo en ese ingreso, recorriendo el hospital pegada a un gotero y a un oso de peluche... Tenía, como en la obra, una compañera de habitación con una enfermedad grave. Otra joven pintaba Santiago desde la ventana... Yo me paraba con las enfermeras; soy habladora. Esa fue una experiencia que me marcó, con niños que vivían encerrados en un hospital. Tuve claro escribir sobre ello. Necesitaba además trasladar un mensaje de esperanza, y los hospitales son el lugar donde la vida cobra otra magnitud. Eso lo contrapuse a una época, la de la posguerra, en la que, con represión, la vida parecía valer menos», razona ante una adictiva obra sobre una niña que crece con sus abuelos, en una familia con misterios y dramas y en un Santiago cargado de silencios y sombras. Su viaje hacia la verdad empieza tras un ingreso en el Hospital Real, hoy Hostal dos Reis Católicos.
«En el hospital [Xeral] yo iba a la escuela; sacaba libros... Desde niña concibo la vida a través de un papel», prosigue. «Tras licenciarme en Políticas en la USC, me trasladé a Madrid para estudiar un Máster en Administración de Empresas. Allí trabajé en una consultora. La maternidad fue un punto de inflexión. Me decidí a probar en lo que siempre había querido. Escribí una obra sobre varias generaciones de mujeres, El silencio de las olas, ambientada, como las siguientes, en Galicia, a la que sigo muy ligada. Santiago, con la Catedral o las Dos Marías, aparece en ella... La obra, del 2021, funcionó muy bien y me pude dedicar a la literatura. En cinco años publiqué cinco novelas... Soy disciplinada. Aún así, cuesta creer lo logrado», admite.
«A mitad de mi última novela, y con el matiz que adquiría, me dije: "¿Por qué no presentarlo al Planeta?" Soy soñadora; pienso a lo grande. Quería compartir además Compostela de una forma más explícita», reafirma entre páginas que recogen o citan tanto el cementerio de peregrinos cercano al Concello como la cárcel franquista de A Falcona, situada en los bajos de Raxoi, así como acontecimientos que solo los de más edad recuerdan, como el trágico accidente de un autobús en la rúa Galeras en 1950, con futbolistas del Iberia Sporting de Santiago. «Me documento mucho para las novelas y, cuando encuentro algo que me remueve, como ese siniestro, lo rescato. Al saber que las prostitutas del Pombal habían arriesgado su vida para salvar a esos chicos, quise ponerlo en valor», subraya.
En Santiago, finalizada ya su gira por el propio premio —«Fue exigente y ambiciosa, pero la disfruté»—, y mientras reconoce escribir una nueva novela, ambientada también en Galicia, no elude referirse a las críticas que ponen en entredicho el Planeta. «Entiendo que el galardón te sitúa en el foco; yo tengo además siempre vocación de mejora. Eso sí, no comparto los comentarios que buscan desprestigiar ya de por sí el premio. Con mi diplomacia gallega, ahí no me quedo callada... Aún así, yo lo que recibí fue mucho cariño», muestra. «A la presentación de esta semana vinieron profesoras de mi escuela y ¡la enfermera que me cuidaba en el Hospital Xeral! Fue increíble», agradece.