«Aforramos todo o ano para vir gastar aquí»

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

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NATALIA NOGUEROL

Marisa Mosteiro y Benigno Valiño celebraron ayer cincuenta años de casados en Melide, adonde vuelven cada verano de vacaciones

13 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Marisa Mosteiro y Benigno Valiño celebraron ayer cincuenta años de casados. Y lo hicieron en el mismo lugar al que desde hace otros tantos, y más, regresan cada estío de vacaciones. Ellos forman parte de ese contingente de veraneantes que este mes cuasi duplican la población oficial de Melide, donde también pasan sus días de asueto sus cuatro hijos y sus cinco nietos. Concretamente en Furelos, en una vivienda que este matrimonio de emigrantes en el País Vasco levantó hace tres décadas en un emplazamiento privilegiado: en las inmediaciones del puente medieval que le otorga a esa aldea jacobea por la que discurre el Camino Francés tanta identidad como la que reivindican los propios vecinos del lugar.

Tanto es así que Benigno Valiño, que nació en la capital municipal, «xa é máis de Furelos», de donde sí es nativa su mujer, quien cuenta que «menos un par de anos que me coincidiu dar a luz, vin sempre». «Pero el veu igual», precisa Marisa, que estos días capitanea una tripulación doméstica de hasta quince personas, eso sí, bien organizadas en el reparto de las tareas de casa, según aclara. «Aforramos todo o ano para vir gastar aquí», dice la mujer. El comercio y la hostelería locales lo saben bien, porque durante este mes hacen su particular agosto con el retorno vacacional de los emigrantes.

Marisa y Benigno contagiaron el apego que le tienen a su tierra a sus descendientes. «Cando os rapaces eran pequenos, marchabamos todos de aquí chorando», recuerda ella. Y más, el hijo del matrimonio se trasladó de Bilbao a Galicia «porque casou cunha galega que coñeceu estando de vacacións aquí». Y las tres hijas «aquí fixeron amizades e aquí lles gusta vir», como a su yerno, vasco, «que di que se non ven a Galicia non lle parecen vacacións». Los nietos van por el mismo camino. «Veñen contentos», cuenta. Como vendría Benigno, aunque ya no de vacaciones, sino de manera definitiva. «¿Que pinto eu alí?. O que tiña que facer xa o fixen», dice el hombre.

Trabajó como carpintero este emigrante melidense que, desde su jubilación, puede dar rienda suelta a su vocación de tallista y alargar sus estancias en el destino vacacional en el que quiere echar el ancla para siempre. «Pero ela non quere», comenta Benigno. «Porque tiran os fillos», explica ella, que confiesa que llora de emoción «cando estou alí e escoito unhas gaitas». La culpable es la morriña.