Una de las vacas atacadas por los perros en Rois pare una cría muerta

Uxía López Rodríguez
uxía lópez ROIS / LA VOZ

ROIS

cedida

Otra de la reses, que está coja, también presenta mordeduras en una de sus patas

14 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las cuatro vacas de la ganadería del lugar de Contimunde, en Rois, que el viernes pasado fueron atacadas por los dos perros de un vecino, de raza American Stanford, parió una cría muerta, según denunció ayer el ganadero Rafael Dios, titular de la explotación de leche afectada. Las reses, tres novillas y una vaca, estaban apartadas, precisamente, porque están preñadas. Además, otra de ellas, la que está coja y no se puede mover con facilidad, tiene heridas por mordeduras en una pata, a la altura de la ubre y encima de una pezuña. En el caso de esta última res, el veterinario le explicó al ganadero que «non ten cura», según relata Rafael Dios, que espera a recibir el informe veterinario para presentar la denuncia por escrito, una vez que la Guardia Civil ya acudió al establo y tomó fotografías de las reses heridas.

En cuanto a los perros, pertenecientes a una raza que está considerada potencialmente peligrosa y que se liberaron de la cadena durante la noche, según declaró su dueño, uno de ellos seguía suelto el domingo, después de que el sábado un vecino había avisado de que había sido visto en la aldea próxima de Infesta.

Hasta el lugar se desplazó el Grupo de Emergencias Supramunicipal (GES) con sede en Padrón y una patrulla de la Guardia Civil, pero no fueron capaces de capturarlo porque, al parecer, el perro o escapaba o «se enfrentaba» a quien trataba de cogerlo. GES y Guardia Civil fueron entonces a la casa del propietario del can para que se hiciera cargo del animal, pero no se encontraba en su domicilio en ese momento. Lo mismo hizo el domingo un vecino de la aldea.

Ayer los perros estaban en la casa del dueño, según le comentaron el ganadero. Este llamó el mismo día del ataque al veterinario para que viera las vacas y le diera tratamiento para las heridas, en las orejas y hocicos, porque desconfiaba de que pudieran tener afectada la lengua, aunque no fue así. Además, las reses estaban visiblemente sudadas y alteradas, por el esfuerzo de evitar la agresión de los perros, al estar resguardadas en un cercado sin posibilidad de escapar, una circunstancia que acabó agravando las consecuencias del ataque de los perros, cuyo propietario los tiene asegurados.