Los nuevos negocios reaniman el comercio del casco histórico tras años de cierres

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

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Aunque muchos locales siguen sin encontrar salida, en los últimos meses se percibe una mayor actividad empresarial

08 nov 2017 . Actualizado a las 14:39 h.

Hace algunos meses que en el casco histórico empezaron a detectarse movimientos empresariales que invitan a pensar en la revitalización económica de esa parte emblemática de la ciudad. Hace unas semanas este periódico informaba de que el local de los antiguos almacenes Olmedo, en O Toural, será ocupado por una franquicia de la cadena Hard Rock Café, que se convertirá el año que viene en su primer establecimiento en el noroeste de España. Muy cerca de esa plaza, en el local que ocupó la farmacia de Bermejo en la rúa das Orfas, abrió el pasado día 27 Fabrika Fan, un comercio multiproductos en el que se ofrece ropa, calzado, pero también libros, cosmética, regalos y artesanía gallega. Mari Couto, su encargada, comenta que la idea es «ofrecer algo distinto. Pensamos en traer a Santiago esas prendas que nosotras comprábamos por Internet, porque aquí no lo había».

Estos dos nuevos negocios son solo un pequeño ejemplo de los movimientos empresariales que cada día sorprenden a quienes pasean y viven el casco histórico. También, aunque todavía en una fase muy inicial, se está gestando un proyecto vinculado a la gastronomía para el pazo dos Irlandeses, en la rúa Nova, lo que viene a demostrar que los emprendedores miran hacia Santiago para lanzar sus inversiones.

En la calle Preguntoiro, una de las más comerciales del casco histórico, también hay ejemplos de nuevas aventuras empresariales. Una de ellas es Colmado, un negocio en el que se combina la degustación con la cafetería y la elaboración artesanal de todos sus productos dulces y salados, que se pueden degustar en el local o llevar a casa. Solo las viandas de su escaparate atraen cada día a numerosas personas. Al frente de este negocio familiar, que abrió hace tres meses, está Javier Calvo. Hace cuatro años pusieron en marcha otro similar en la nave 6 de la Plaza de Abastos. «Dado que allí no se abría por la tarde, pensamos en un sitio donde poder ampliar el negocio», explica.

Un poco más arriba, en otro bajo en el que hubo hasta hace unos meses un negocio de venta de golosinas, abrió recientemente una lavandería de autoservicio. Por ahora, es la única del casco histórico, aunque hay muchas más en la ciudad.

Frente a este rebrotar de nuevos espacios comerciales, el casco histórico sigue teniendo bajos cerrados, y algunos llevan décadas con la persiana bajada. En O Preguntoiro, muy cerca de Cervantes, está el local de grandes dimensiones que acogió la ferretería Torres, y otro mucho más pequeño, de una mercería. Otro establecimiento que acaba de poner fin a su actividad comercial es el de la papelería Compostela, que cerró este mes debido, como tantos otros, a la falta de relevo generacional.