La muiñeira se hace «millennial»

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Paco Rodríguez / Xoán A. Soler

El Certame Folk de La Voz demostró que la música tradicional sigue de moda

21 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son las siete de la tarde y una de las principales plazas de Compostela, la de A Quintana, empieza a llenarse de gente. Se arremolinan en torno a un escenario. En los altavoces suena Carlos Núñez. Sobre las tablas, un grupo de cincuenta bailarines no profesionales, de entre 12 y 21 años, con chándales en lugar de pololos y chalecos, baila una de las muñeiras más populares, la de Chantada. No dejan a nadie indiferente, incorporan pasos de danza urbana. Funciona. Desprenden una ilusión contagiosa. Se encienden los móviles en el Certame Folk de La Voz de Galicia para retratar para la historia ese momento: la muiñeira se hace millennials y los jóvenes reconectan con sus raíces, cultura milenaria.

La séptima edición del Certame Folk demostró que la música tradicional sigue estando de moda. No solo la laureada Escola de Danza Media Punta arrancó los aplausos de los jóvenes y los hizo vibrar al compás de gaitas y panderos. Los tres conciertos que le siguieron sobre el escenario mantuvieron el pulso. Pequeños y mayores bailando al mismo compás. La magia se extiende sobre las piedras centenarias.

Experto en animar la fiesta, el septeto coruñés Tiruleque, echó toda la lecha al fuego para desperezar los pies acartonados y sacudir la vergüenza con ritmos y letras alegres. Al principio costó. Hubo que salvar también los problemas técnicos, pero una vez se arrancaron no hubo vuelta atrás.

Las cantareiras y pandereteiras de Leilía revistieron de elegancia el festival. La llamada del aturuxo rasgó las vestimentas para poner los bellos de punta con esos temas que fueron rescatados de la tradición popular, cantados de puertas a dentro y encumbrados ahora a grandes escenarios para dignificarlos. Las anfitrionas del Certame Folk brillaron.

Y el broche de oro lo puso el gaiteiro Óscar Ibáñez y Tribo, su banda habitual, que para la ocasión se arroparon de una docena de gaiteiros, una xilofonista, una bailarina de danza contemporánea y flamenca, además de otras dos parejas de baile tradicional. Hasta la presentadora del festival, la cantante Sonia Lebedynski, se arrancó con una colaboración. Y todos se unieron hacia el final del concierto para interpretar la Muiñeira de Chantada. Fue la penúltima guinda a una intensa jornada en la que tradición, artesanía, magia y humor caminaron de la mano.