Lluvia de regalos y caramelos sin gluten

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Miles de vecinos se echaron a la calle para dar la bienvenida a sus Majestades de Oriente

14 ene 2019 . Actualizado a las 09:04 h.

Eran las cinco de la tarde y decenas de niños tomaron rumbo hacia la estación de tren de Compostela. Muchos llevaban en la mano, como tesoro en paño, las cartas que escribieron a los Reyes Magos, dispuestos a dárselas en persona a sus Majestades de Oriente antes de que iniciasen su recorrido por las calles de Compostela. Los encargos de última hora entraron a tiempo, en la mayor parte de los casos. Y haciendo honor a su título de magos consiguieron, un año más, que los niños se encontrasen esta mañana con sus deseos envueltos en paquetes de colores.

La lluvia de regalos vino precedida de otra. El tiempo dio una tregua y no pasó por agua la cabalgata de ayer, en la que del cielo lo que cayeron fueron 2.000 kilos de caramelos sin gluten. Disputados por miles de vecinos, pequeños y mayores, que se dispusieron a los márgenes de las calles por las que transcurrió el desfile para dar la bienvenida a Melchor, Gaspar, Baltasar y su séquito.

Abriendo la cabalgata, cuatro hadas de vestido blanco nieve iluminado y una quinta luciendo una cola morada elevada en forma de abanico. Zancudos, pequeñas estrellas y lunas ya crecidas. «Cóntase que hai moito, moito tempo, milleiros de pequenas estrelas iniciaron unha fermosa danza. Así foi como, guiados pola súa luz, máxicos seres seguiron o seu movemento dende terras lonxanas para agasallar con fantasía e ilusión a quen os acompañase nesta viaxe marabillosa», introducía la voz que dio paso a más de 450 figurantes que fueron sembrando sonrisas a su paso hasta el Obradoiro, abarrotado, donde hubo espectáculo circense.

La del cartero real fue la primera carroza en aparecer. Sonaba la melodía de Silent Night. Elegantes ciervos vestidos de etiqueta guiaban globos, de cuya cesta salían más dulces. Melchor repartió saludos a diestro y siniestro. Los zancudos hacían elevar la vista al cielo para dar paso a la entrada de Gaspar, algo más generoso con el reparto de caramelos. Tras él, trasnos de todas las estaturas con zurrones cargados y un sonriente Baltasar, seguido de personajes de fantasía, salidos del mar, del cuento de Alicia en el país de las maravillas (la gran novedad) o de bosques encantados. Cerrando la comitiva, malabares con fuego, sobre ruedas o una pelota gigante y el temido hombre del carbón dulce, escoltado por unas carboneras cantarinas sobre patines.

Fueron veinte minutos de espectáculo itinerante que a algunos, decían, los dejó «un poco fríos». Aunque ayer, los que contaban eran los niños, cargados de más ilusión que todos los caramelos sin gluten que les hubieran cabido en los bolsillos.

Cargamento de regalos directo al hospital

Las personas ingresadas en los hospital Clínico y el de Conxo y sus familiares fueron los primeros en ver a los Reyes Magos, que, como ya viene siendo habitual, llegaron cargados de regalos. Al Provincial llegaron en una lujosa limusina blanca custodiada por unas veinte motos y allí repartieron presentes entre los pacientes, que recibieron una manta. La animación musical corrió a cargo de la tuna de Derecho, y las mismísimas Majestades sacaron a bailar a los hijos del personal y otros menores que por circunstancias de la vida se encontraban en el centro sanitario; algo más de 70 entre unos y otros.

La unidad de Pediatría del CHUS también tuvo su cargamento directo de regalos, entregado en persona por los monarcas más adorados de Oriente.

¿Cabalgata moderna o carnaval?

A unos les maravilló el desfile que acompañó a los Reyes Magos por Compostela y otros lo detestaron

P. Calveiro

Parece que la cabalgata de Reyes no dejó indiferente a prácticamente nadie, al menos eso es lo que se puede deducir de los mensajes de los últimos días en las redes sociales. A unos les maravilló el desfile que recorrió las calles de Santiago la víspera de la noche mágica y otros lo detestaron. Entre las críticas, algunos apuntaron a que se parecía más al carnaval que a una cabalgata y el desaprovisionamiento de caramelos que sufrieron alguna de sus Majestades de Oriente llegados a un punto del recorrido.