Reabrir su tienda de novias en Compostela, tras un grave accidente de tráfico, le ha devuelto la vida

SANTIAGO CIUDAD

Eva Novais abrió su nuevo atelier de moda nupcial y para eventos especiales frente al parque infantil de Agros de Ramírez. Allí se estrena con una colección propia, «muy variada, glamurosa y romántica, hecha con sedas indias, gasas dulces y dupiones», dice la diseñadora, quien viste tanto a las novias más pudientes como a las más humildes. «No dejo a una sin traje».
Eva Novais abrió su nuevo atelier de moda nupcial y para eventos especiales frente al parque infantil de Agros de Ramírez. Allí se estrena con una colección propia, «muy variada, glamurosa y romántica, hecha con sedas indias, gasas dulces y dupiones», dice la diseñadora, quien viste tanto a las novias más pudientes como a las más humildes. «No dejo a una sin traje». XOAN A. SOLER

Eva Novais estrena ilusionada un nuevo atelier, en la calle Rodríguez Carracido

03 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hablar de Eva Novais en Santiago lleva aparejada siempre la palabra novias. Esta compostelana, que dio sus primeros pasos en la parroquia de A Peregrina, se dedicó durante más de 40 años a la moda nupcial. Su vida no fue un camino de rosas, ni mucho menos, y el último bache apareció en forma de accidente de tráfico: «Me derrapó el coche y no sé cuántas vueltas de campana di». Lo que más le costó encajar a raíz de ello, dice, fue tener que cerrar su tienda de O Hórreo, en el 2018. Ahora vuelve a reabrirla en un nuevo emplazamiento, más ilusionada que nunca, y asegura que reencontrarse con sus novias, madrinas y madres «me ha devuelto la vida».

Hace tres meses empezó a trabajar en los diseños de la nueva colección con la que estrena su atelier de Rodríguez Carracido y «desde entonces me siento un 500 % mejor». «Lloré por volver. No es algo que hago por dinero. Puedo vivir muy tranquila, pero necesito estar en contacto con la gente y amo mi profesión, casi tanto como a mis hijos», afirma Eva. Siendo aún menor de edad, empezó su trayectoria en el sector como empleada en un establecimiento que había en la plaza de Ponte Castro. Con 24 años, cuando se quedó viuda, montó su primer negocio y comenzó a crear sus propios vestidos y trajes. En 1994 abrió su segunda tienda, en Casas Reais, «hasta que prohibieron el paso a los vehículos. No dejaban entrar a las novias a recoger sus vestidos con el coche. Les llegaban multas de 15.000 pesetas si lo hacían, así que nos trasladamos a otro local», relata. Acabó en Mazarelos, «donde estuve 8 años, hasta que me ardió la tienda».

Pero Eva es de esas mujeres a las que no las tumba el primer revés, ni el segundo, y volvió a la carga. Esta vez, en la calle de O Hórreo, hasta que una inesperada salida de vía le paró los pies —literalmente—: «Salí del hospital en silla de ruedas. Vivía en O Toural y no había ascensor, por lo que me tuve que mudar. Llevo luchando los últimos años para abrir de nuevo mi tienda y los médicos me ayudaron muchísimo a que pudiera volver a trabajar», destaca la santiaguesa, quien planea recuperar los desfiles benéficos que acostumbraba a hacer años atrás y en los que llegó a reunir a miles de personas. De hecho, uno de ellos (cuyos fondos fueron íntegramente destinados a la unidad de oncología infantil del antiguo hospital Xeral) fue el primer acto oficial que acogió el Palacio de Congresos en 1995.

La mujer para la que desfilaron desde jóvenes anónimas de la ciudad hasta modelos como Sofía Mazagatos, que se movió entre la realeza y donó mantillas y otras muchas piezas a museos e instituciones locales, asegura que siempre le gustó estar en un segundo plano, sin acaparar el protagonismo, porque lo que realmente disfruta «es ver feliz a las novias, madrinas, madres y niños que visto», independientemente del presupuesto que manejen. Más que vender, «quiero ver esta ciudad bonita, aún más de lo que lo es ya, y seguir haciendo cosas por ella», añade desde el negocio situado a pocos metros de la Praza Roxa. «Y, si estoy aquí, es por lo mucho que me apoyaron el señor Brey, de la tapicería, y su hija María, que tiene su tienda pegada a la mía. Les estaré siempre agradecida», destaca Eva.

¿Y cómo fue ella el día de su boda? «Tuve dos», contesta. Con su primer marido, fallecido al año de contraer matrimonio, se casó en Santa Susana y ella se diseñó su propio traje. Y más tarde pasó de nuevo por el altar (en la iglesia de Conxo) con un fotógrafo, Eduardo, y «no llevé un vestido, sino un traje de novia, con una falda de media pierna y una chaquetita de piel», recuerda.

Aunque Eva Novais Novias se caracteriza por los diseños clásicos y románticos en colores naturales, en su tienda también hay cabida para patrones más modernos y tonos más arriesgados . De hecho, revela que en un par de semanas mostrará en su escaparate un modelo en el que lleva volcada las últimas semanas: «Es espectacular, en color marfil y azul, con aplicaciones cosidas a mano. Yo misma tiño los tejidos, los envejezco... todo. Este trabajo lo hago en mi casa y ya desde pequeñita tenía curiosidad e iba a Tintorería España a mirar cómo hacían allí».

En esta nueva etapa se rodeó de profesionales con experiencia en el sector, patronistas y diseñadores. En febrero, avanza, espera contratar a otras dos modistas. «Soy muy noviera y este es el trabajo más bonito del mundo, pero hay que echarle muchas horas, exige atender a las novias y, en muchas ocasiones, significa no tener horarios», cuenta una mujer que dice no haber tenido vacaciones en toda su vida -«ni una semana», puntualiza-, hasta que el accidente de tráfico le obligó a un parón forzoso. En cualquier caso, si por ella fuera, asegura, «trabajaría hasta los 80 años. Yo no quiero jubilarme. ¿Para qué? ¿para estar metida en casa? Prefiero estar aquí poniendo guapa a las chicas». Sacando el máximo partido a su belleza, continúa, es como más feliz es ella.