Verónika Viladelová: «En Galicia, la castaña tendríamos que tenerla en un pedestal. Es una riqueza»

Emma Araújo. SANTIAGO / LA VOZ

TEO

XOAN A. SOLER

Checa y vecina de Teo, creó Delicias de Bohemia a partir de recetas de su país

12 ene 2022 . Actualizado a las 21:55 h.

La palabra bohemia en minúscula evoca una forma de sentir y ver el mundo que cualquiera ha deseado en algún momento. Con mayúscula corresponde a la región checa por excelencia con Praga como capital. Precisamente, en esta ciudad nació la ahora teense Veronika Viadelová, a la que su profesión de traductora se le quedó corta y, cuando la penúltima crisis económica provocó una caída en la demanda de trabajo, decidió emprender haciendo lo que más le gusta, la repostería. Y procediendo de un lugar tan especial, qué menos que incorporarlo a su proyecto dulce. Así llegó Delicias de Bohemia, una marca nacida de las recetas de su familia y manufacturada en tierras compostelanas que en los últimos años se ha convertido en uno de los puestos del Mercado de Nadal de Santiago.

Hoy, promociona su marca en Facebook mientras prepara el salto a la venta desde un portal web y busca en el casco histórico un espacio pequeño y con encanto en el que dar el empujón definitivo a un negocio que empezó «por casualidad», aunque para conocer su origen hay que viajar en el tiempo hasta su adolescencia.

Viadelová tiene 48 años y hace dieciséis que vive en Teo, pero desde que era muy joven, con menos de 20 años, ya trabajaba y estudiaba Traducción e Interpretación. En Praga conoció a su marido, valenciano, informático y padre de sus tres hijas. Tras casarse permanecieron siete años en la capital checa y después se instalaron dos más en Barcelona. El Bierzo fue su siguiente destino, y fue en estas tierras leonesas con un pie y el alma en Galicia donde, por primera vez, cató las excelencias de la castaña «y me enamoré de ella», añade. «En mi tierra no se da, es un árbol que puedes encontrarte en un jardín botánico», explica, aunque ella misma ha cambiado la historia y hoy un castaño que crece a buen ritmo luce en la finca de sus padres en Chequia.

En su tierra no hay turrones, pero sí la costumbre navideña de elaborar pastas con recetas típicas de cada zona y con el toque de cada familia, incluida la suya, que están inspiradas en el legado culinario de su abuela. Muchos años antes de crear su marca, «cada vez que iba a casa de amigos o a ver a alguien llevaba mis pastitas. Después siempre me las pedían y ya no podía ir sin ellas», relata orgullosa de su maña. Ya instalada en Teo y viendo que necesitaba un extra de ingresos, decidió aprovechar su carta de presentación y elaborar sus delicias.

Así empezó hasta que en uno de estos mercadillos se le acercó Martín, alaricano y fundador de la empresa Castañas Petelo y directamente le preguntó: «Ti non fas nadiña con castañas?». Al decirle que no, enseguida obtuvo como regalo un paquete de su harina, de la que ahora es clienta incondicional. Este fue el primer paso de sus pastas de castaña, un producto apto para celíacos porque solo lleva harina de este fruto seco, una receta en la que trabajó pensando en su hermana, que no puede tomar gluten. Y además, están elaboradas con poquísimo azúcar (un azucarillo para una veintena de pastas) gracias al dulzor que aportan las castañas ourensanas. «En Galicia, la castaña tendríamos que tenerla en un pedestal. Es una riqueza, un producto que salvó y ayudó a mucha gente. Y cuantos más castaños tengamos, menos eucaliptos», afirma, además de destacar que es un ingrediente que, si se seca, se puede aprovechar todo el año.

La receta de sus pastas de castañas nada tienen que ver con el resto de su oferta repostera, que bebe de la tradición centroeuropea. No así su diseño, con forma de pequeña concha peregrina,, ya que el primer molde lo encontró su hermana en Praga. Ahora los utiliza para elaborar una a una estas pastas que ella ya visualiza con sus delicias en un escaparate «muy bonito» en Santiago.