Portomeiro desvela el mejor yacimiento de cerámica altomedieval de Galicia

Emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

VAL DO DUBRA

CATUXA PRIETO

Una concha de ostra alertó del valor arqueológico del espacio de Val do Dubra

22 jul 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

La arqueología es un mundo cargado de detalles en el que solo una mirada experta puede descubrir la trascendencia de un objeto sin valor aparente. Por eso, el hallazgo de una simple concha de ostra entre las ruinas de una puerta del yacimiento de Portomeiro tiene una importancia vital para convertir este espacio de Val do Dubra en la llave que despeje muchas incógnitas sobre la Galicia de la Alta Edad Media.

Esta concha, que apareció a unos 400 metros sobre el nivel del mar y muy lejos del agua salada, evidencia que allí vivía alguien que podía adquirir un producto venido de la costa, que un comerciante lo transportó hasta un lugar especialmente inaccesible y que acabó en un basurero tras una puerta, lo que también confirma que ese no era el acceso principal a la fortaleza. Y la prueba del carbono 14 puso la guinda, al demostrar que la concha llevaba allí más de mil años, ya que está datada en el siglo X.

Esta fue una de las múltiples explicaciones del grupo de investigación Síncrisis, de la USC, que desde hace varios años escudriña este espacio, con dos excavaciones en su haber y muchísimas más que querrían acometer. «Viñemos con dúas ou tres preguntas e saímos con máis de cincuenta», reconoce Mario Fernández Pereiro, director de la aventura. Su tándem con el profesor de Historia de la USC José Carlos Sánchez Pardo desveló los entresijos de la excavación y los principales hallazgos durante una visita guiada abierta al público justo antes de recogerlo todo.

Las miradas inexpertas pero muy curiosas del medio centenar de participantes tuvieron información de primera mano sobre la importancia del yacimiento de Portomeiro, ya que en una tosca construcción de la fortaleza, en este caso datada en el siglo VIII, aparecieron varias trozos de cerámica. Y uno de ellos tiene un valor muy especial, ya que el diseño y manufactura que se intuye en apenas unos veinte centímetros de barro lo convierte en una de las primeras manifestaciones de cerámica propia de Galicia en el período altomedieval.

No solo eso, ya que todos los restos de este lugar forman mayor colección de cerámica de esta desconocida época. Además, al aparecer en una excavación regulada, aportan un contexto que permitirá analizar otras piezas de la misma etapa. Y como anécdota de muchas excavaciones, este segundo eureka vio la luz en los últimos días de la intervención.

En el mismo espacio también encontraron un tipo de piedra y restos carbonizados que demuestran que en su día allí hubo una lareira. Junto a esta construcción, en la que el siglo XX dejó su huella en forma de un tronco de eucalipto imposible de retirar, recogieron piezas mucho más antiguas. Esto confirma que el Castelo de Portomeiro antes fue castro, ya que apareció parte de un muro, construido entre los siglos IV y V antes de Cristo, y piezas de cerámica prehistórica de los siglos III y II antes de Cristo.

CATUXA PRIETO

Junto a este hallazgo, en otra construcción ubicada en un lugar más protegido de la fortaleza, la excavación encontró una estructura mucho más cuidada, con restos de un muro cuya factura bien podría permitir que tuviese una segunda planta. También aparecieron restos de material para aislar el suelo, pero sin apenas hallazgos de cerámica. Sí encontraron gran cantidad de tejas del mismo período altomedieval, lo que demuestra el uso extendido de esta tipo de tejado en toda la fortaleza y la capacidad de sus habitantes para elaborarlas, un aspecto que también tiene relevancia histórica.

Ahora tocan la preguntas

Con la segunda excavación ya terminada, al equipo le queda ahora mucho trabajo para estudiar todo lo recogido, abrir debates y extraer conclusiones. Confirmado que el Castelo de Portomeiro es el yacimiento más importante del período de la Alta Edad Media de Galicia, llegan la preguntas históricas sobre por qué una relevante fortaleza que comenzó a construirse en torno al siglo VIII, se abandonó unos doscientos años después. También falta por saber la interrelación de este espacio con su entorno, ya que pudo erigirse para controlar desde las alturas un punto de paso del río Tambre.

La posibilidad que se abre para acercarse a una de las etapas más desconocidas de la historia de Galicia no llovió del cielo, ya que fue necesaria una inusual suma de voluntades. Todo arrancó con la idea del anterior alcalde de Val do Dubra, Antonio Negreira, de comprar el terreno de la fortaleza para investigar sobre ella. Continuó con la predisposición del antiguo propietario, José Mansilla, que lo vendió a la asociación cultural Larada cuando la operación municipal no cuajó. Antes de esto, Mansilla ya permitió una primera prospección arqueológica y llenó de anécdotas las alforjas del equipo Síncrisis, que trabaja con la colaboración de Tempos Arqueólogos y la financiación de la USC y la Diputación de A Coruña.

La asociación Larada quiere que este lugar se convierta en un espacio de referencia de Val do Dubra, por lo que proyectan un plan de señalización e identificación de la zona para que sea visitable e informando sobre la importancia del lugar.

Mientras tanto, el equipo arqueológico, que forma parte del proyecto Castelos no aire, piensa ya en futuras excavaciones, con un sistema que permite a estudiantes de Historia aplicar los conocimientos adquiridos en arqueología y ser partícipes, si hay suerte, de hallazgos de interés como los que, creen, les siguen esperando en Portomeiro.