Un histórico pozo de Vedra desde el que se divisa una fuente jacobea

cristóbal ramírez

VEDRA

CRISTÓBAL RAMÍREZ

La fuente fue trasladada en 1724 y en el centro se identifica al Apóstol Santiago

17 abr 2021 . Actualizado a las 04:55 h.

En las tierras de Compostela hay patrimonio visible mimado y hay patrimonio visible olvidado. Y una tercera categoría más: hay patrimonio en peligro. Y de todo ello existen muestras en el municipio de Vedra. Además, en tiempos de covid la excursión es posible y recomendable, simplemente porque cruzarse con alguien que pueda contagiar casi roza la utopía.

Así que cójase el coche y por empezar por cualquier lado -la ruta puede hacerse en el sentido que uno quiera- circúlese por la nacional hacia Ourense y cójase la desviación a la izquierda señalizada, entre otras cosas, Capela de Santiaguiño (siglo XVIII).

En esos primeros metros la presencia de camiones está garantizada si la visita se lleva a cabo en día laborable, pero solo es en ese tramo corto que conduce a la pequeña capilla, vecina de una fuente monumental y barroca, y un marco kilométrico que indica que por ahí pasa el Camino de Santiago, el del Sudeste (también mal llamado Vía de la Plata). Doble curiosidad: la fuente no estaba originalmente ahí, sino que fue trasladada en 1724, y en el centro se identifica claramente al Apóstol Santiago y a sus dos discípulos con los que fue enterrado, Teodosio y Atanasio.

Merece la pena andar esos metros jacobeos -el coche puede dar la vuelta para esperar a los caminantes más adelante, o bien seguir todos a pie- para verse gratamente sorprendidos por la silueta del albergue de peregrinos, que a pesar de sus líneas modernas no desentona en absoluto con el entorno.

Y al llegar al asfalto, para arriba tan solo quinientos metros, dejando a la diestra una enorme extensión que, albricias, parece que va a ser destinada a viñedos y no a eucaliptos. El Pico Sacro queda ahí mismo, también a la vista, y la panorámica es enorme, con el pico Ferreira y su torre de transmisiones al fondo, entre A Estrada -que se ve claramente- y Cuntis, que queda al otro lado del monte.

Justo antes de la pista de tierra de la izquierda, a mano contraria, muy cerca del asfalto, está la poza de Crego de Galegos, que una entidad de la comarca está empeñada en salvar del olvido y de la destrucción. Dice en su web esa entidad que «é unha excepcional mostra dun complexo hidráulico que foi fundamental na agricultura tradicional para garantir boas colleitas». El canal de suministro de agua tiene al menos 200 respetables metros, aunque está cubierto por la vegetación, recién cortada al igual que la arboleda y no resulta fácil verlo. Ciertamente la poza no va a hacer abrir la boca a nadie, pero desde luego Ayuntamiento y vecinos deberían de liderar una acción para salvarla y valorarla.

Al descender los ojos se fijan en un edificio muy voluminoso, de colores llamativos y con capilla al lado. Hoy en día es un hotel rural y también bodega, y siglo y medio atrás fue la residencia de Antonio López Ferreiro. O sea, del gran estudioso de la catedral compostelana que en 1879 redescubrió los huesos del apóstol Santiago, escondidos 290 años atrás ante lo que se suponía un inminente e imparable ataque de Francis Drake. Nunca llegó a ver la Catedral ni de lejos ese corsario inglés que fue frenado en A Coruña por el coraje de María Pita.