De aspecto tímido y concienzudo, el doctor Rafael López es un adicto al trabajo
14 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Tiene aspecto de tímido y concienzudo el doctor Rafael López (Vilamartín de Valdeorras 1959), uno de los gallegos que más saben sobre el cáncer. Es un adicto al trabajo y cuando le pregunto si es de los que guardan unas pantuflas en el despacho, donde hablamos, me muestra los gastados y cómodos zuecos de goma que lleva puestos. No todo va a ser circunspección.
-¿Por qué se hizo médico?
-En realidad quería ser ingeniero. Y como los de pueblo nos teníamos que ir fuera, estudié el COU [equivalente al segundo de Bachillerato actual] en Madrid, en un colegio mayor y allí había estudiantes de Medicina que fueron los que me inculcaron la vocación. Luego quise volver a estudiar a Santiago, pero no me dejaron, afortunadamente.
-Por las distracciones.
-Eso es. Estudié en la Autónoma de Madrid. Eran muy buenos y muy duros.
-¿Y la oncología?
-El cáncer siempre me atrajo. Entonces era una especialidad nueva y aunque había más muerte que otra cosa y muy pocos tratamientos, la investigación ya tenía mucho futuro. Ahora estamos empezando los mejores años, es una explosión de conocimiento. Y aún lo será más, aunque cicatrices tenemos.
-Hay tantos consejos para prevenir el cáncer que haría falta llevar encima una libretita. ¿Usted los sigue todos?
-Yo fui fumador. Y dejé de fumar. Ese es el consejo principal. Y luego, tener algo de sentido común: un par de vasos de vino son cardiosaludables, pero un par de litros, no. Comer más frutas y verduras y menos carne. A mí me gusta mucho comer y aquí en Galicia tenemos mucha suerte con el pescado. Por cierto, tendría que bajar un poco de peso.
-¿Va usted al médico?
-Poco. Ya sabe lo que dicen, que los médicos somos los peores pacientes.
-Si le digo Heisenberg, ¿de quien se acuerda?
-Del personaje de la serie Breaking Bad.
-Un ejemplo de cómo cambia padecer un cáncer en Estados Unidos y en España.
-Ese es uno de los grandes problemas que tenemos. Ya le llaman toxicidad financiera. Los tratamientos son carísimos. Es nuestro gran reto de futuro. Estamos frente a un cambio de ciclo. Antes un fármaco atendía a muchos pacientes, ahora se va a pequeños nichos y el efecto es el encarecimiento de los fármacos. Esto tiene que abordarse de forma global, un Estado solo, no puede.
-¿Qué le gusta hacer cuando sale del hospital?
-Yo trabajo mucho. En casa también. Tengo una mesa y un ordenador y allí trabajo. Me gustaba hacer deporte, pero he tenido muchas lesiones. Así que ahora salgo a caminar. Por Santiago no hay muchos sitios, pero por mi pueblo sí. El año pasado hice una ruta que no conocía hasta Babia, donde nace el Sil. Muy bonita.
-¿Cuántos kilómetros?
-25 más o menos.
-Está usted en forma. ¿Ha hecho el Camino?
-No. Mi mujer lo ha hecho tres o cuatro veces y la primera ya me dijo que no era para hacerlo con la pareja, ja ja. Pero sí, me gustaría hacerlo.
-¿Cocina?
-Sí. Me relaja mucho. Yo soy el que más cocina en mi casa. Y me encanta los fines de semana ir al mercado a comprar algún pescado. Me gustan los chocos y los calamares y me sale bien el arroz negro. Cuando fue lo del Prestige, mis hijos decían que hacía arroz con chapapote.
-¿Le gusta el fútbol?
-No, pero me encanta el baloncesto. Soy del Obra y voy a verlo. Cuando estudiaba, en Madrid se vivía una explosión cultural. De todo tipo. Y se veía poco fútbol y mucho baloncesto.
-¿Cuál es la mujer más guapa que ha conocido?
-Pues... (no le sale el nombre, pero al final lo hallamos). Mar Flores. Solo la saludé una vez en un plató de televisión y me quedé impresionado. Creaba algo a su alrededor.
-De pequeño le darían alguna chaparreta. ¿De cual se acuerda?
-De robar cerezas y estropear alguna cosilla. Pero entonces eran zapatillas las que volaban. Y en el colegio también me acuerdo del profesor que me daba con una regla en la mano abierta. Por hablar gallego.
-¿Es de lágrima fácil o de los que nunca lloran?
-Soy un hombre duro. La verdad es que esta profesión también te endurece.
-Dígame una canción.
-Mejor le digo un disco: Rosalía de Castro, de Amancio Prada.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-Ser feliz, estar bien con uno mismo, hacer el bien... dormir sin remordimientos.