Zion Harvey, el primer niño que supera con éxito un doble trasplante de manos

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Es la primera cirugía de este tipo en la que no hay parentesco entre donante y receptor

20 jul 2017 . Actualizado a las 08:12 h.

Zion Harvey agarra con firmeza el bate de béisbol, uno de sus deportes preferidos. Lo hace en un movimiento coordinado, como casi cualquier otro niño de 10 años. Solo que su caso es excepcional. A los dos años fue sometido a la amputación de manos y pies tras sufrir una septicemia, una infección generalizada por la presencia en la sangre de microorganismos patógenos o de sus toxinas. Pero el chaval no se vino abajo. Mantuvo un optimismo que, a juicio de los médicos que llevaron el caso, fue clave para convertirlo en el candidato idóneo a una operación que nunca se había hecho en menores de tan corta edad. Fue el primer niño del mundo en recibir un doble trasplante de manos. La operación se practicó hace casi dos años, pero fue ahora, después de una evolución más que positiva, cuando los especialistas dieron a conocer su caso en la revista científica Lancet. Es, también, la primera cirugía de este tipo en la que no existe una relación de parentesco entre el donante y el receptor. 

Es un caso único. El niño hace ya unos años que cuenta con unas prótesis que le permiten caminar, correr y saltar sin problema alguno. Y también se las habían puesto en las manos. Pero no se había acostumbrado a ellas. Apenas le ofrecían movilidad. Fue entonces cuando los médicos, debido a su entusiasmo y ganas de superación, vieron en él a un buen candidato para un doble trasplante, una compleja operación que se hizo por primera vez en adultos en 1988, aunque los pacientes tienen que estar permanente medicados para que su cuerpo acepte el injerto. Algunos nunca se acostumbraron a su nueva extremidad. Su cuerpo la rechazaba.

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Pero no es el caso de Harvey que, en un asombroso proceso de integración, su cerebro se ha conectado con sus manos. Incluso es capaz de acariciar la mejilla de su madre y sentirla. «Nunca he visto a Zion llorar. Nunca lo he visto no querer hacer sus terapias. Es un ser humano extraordinario. Ha sido muy valiente y determinado, una inspiración para todos», llegó a decir Scott Levin, director del programa de trasplante de manos del Hospital Infantil de Filadelfia, donde se realizó la intervención. El niño es capaz de comer, escribir y vestirse solo dos años después de la intervención, lo que supone un auténtico «éxito», según explicaron ayer sus médicos. La cirugía, de once horas, fue realizada en Estados Unidos en julio del 2015 y necesitó la asistencia de cuarenta especialistas.

«Es cada vez más independiente y capaz de hacer actividades cotidianas», explicó la doctora Sandra Amaral, del Hospital de Niños de Filadelfia donde Harvey sigue recibiendo el tratamiento. «Sigue mejorando con terapia diaria para aumentar el funcionamiento de las manos y con apoyo psicológico», explicó. «Aunque el resultado fue positivo, la operación -admitió- fue muy exigente para el niño y la familia». Tiene que medicarse permanentemente, pero Zion es feliz cuando agarra con fuerza su bate de béisbol. O atrapa una pelota con sus manos.