«Esa sangre fue una inyección de vida»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Axencia Galega de Sangue, Órganos e Tecidos

Eugenia y Jesús son dos de los protagonistas de la nueva campaña para fomentar la donación en Galicia

14 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Eugenia y Jesús, Geni y Chus, están unidos para siempre por un hilo finísimo que a la vez es irrompible. El del altruismo. Geni y Chus no se conocían, pero sus vidas han transcurrido por el mismo sendero, aunque en diferentes sentidos. Él lleva dos décadas dando vida. Ella la recibió cuando más la necesitaba. «Yo tengo una enfermedad crónica que se llama lupus eritematoso sistémico, no sé si habrás oído hablar de él». El organismo de Eugenia Escuredo empezó a atacarse a sí mismo cuando tenía 28 años. Fue virulento. Y poco a poco los riñones empezaron a deteriorarse. Los médicos del hospital de Santiago fueron controlando el avance. Durante 18 años. Hasta que hubo que recurrir a la diálisis.

Mientras, Jesús Sánchez se hacía donante. Lleva 20 años acudiendo puntualmente a su cita con la solidaridad. Sabe que en un momento dado, a una persona cualquiera, le puede hacer falta una transfusión. Así que contribuye cada tres meses a mantener un sistema que puede salvar la vida de todos. «Grazas a Deus nunca me fixo falta, pero nunca se sabe», tercia. Procura animar a todo su entorno a donar sangre. De hecho, su despacho de abogados, compuesto por cinco personas, ya tiene a cuatro donantes. «É imprescindible e hai que facer canteira, como no fútbol».

A quien sí le hizo falta fue a Eugenia. Después de dos años en diálisis llegó un riñón. «Me hicieron ese primer trasplante, pero salió mal. A las 48 horas me tuvieron que extraer el órgano que me habían implantado. Me ocurrió ese contratiempo, mala suerte». Vuelta a la casilla de salida, a la sala de diálisis del hospital, a la que tuvo que acudir hasta el año pasado. «Me vuelven a llamar y me hacen el segundo trasplante. Esta vez sale todo bien».

El cansancio, sin embargo, le había hecho mella. Y entonces recibió una tercera dosis de generosidad de alguien cuyo nombre no conoce -y no conocerá nunca-. «A los dos días de recibir el trasplante te tienes que levantar de la cama y te sientan en un sofá. En ese momento me encontraba fatal». Eugenia se acuerda de que apenas podía articular palabra. «Vino el nefrólogo y al verme en esas condiciones decidió que había que hacerme una transfusión de sangre». La voz de Eugenia empieza a titilar cuando el recuerdo acude a su cabeza. Hace una pequeña pausa y continúa: «Fue sentir como mientras entraba la sangre en el cuerpo yo recibía vida. Reviví en ese momento. Fue una inyección de vida esa bolsa de sangre». 

Una excepción

Esa emoción y ese ligero temblor se aprecia también en los ojos de Jesús mientras escucha qué ocurre con la sangre que él da. Porque Jesús y Eugenia se conocen. Son una excepción a esa regla estricta de que la solidaridad nunca tiene nombres. La Axencia de Doazón de Órganos e Tecidos los puso frente a frente y grabó el encuentro. Era la primera vez que hablaban. «Él queda impactado cuando yo le cuento eso porque a él jamás se le había ocurrido pensar en lo importante que es, porque estás dando vida». Jesús recuerda bien ese momento que ahora es uno de los spots que intentan hacer comprender a la sociedad la importancia de la donación. «O que contaba é unha cousa espectacular, bastante impactante». Lo reconoce en el vídeo. En realidad, nunca se había parado a pensar en los receptores de la sangre donada. 

Veinte años, cada tres meses, hacen que Jesús tenga una relación bastante familiar con los profesionales que extraen la sangre. «A primeira vez tes un pouco de impresión, pero despois de que te afás non pasa nada». Chus va a donar sangre como otros se toman un café. De hecho, aunque él trabaja en A Estrada, no es la primera vez que dona en otras localidades de Galicia. Ve el autobús y si han pasado los tres meses de rigor, dona: en Lalín, en Caldas... Y el otro día en Moraña.

«Egoistamente, doar é unha cousa boa, porque se non ao mellor non vou ao médico en todo o ano». La sangre es analizada y los resultados llegan a casa. Pero sobre todo «vaste sentir ben, porque axudas, non custa nada e é moi reconfortante».