Toque de queda contra el botellón

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Ourense será el segundo municipio de España en adaptar el plan islandés para frenar el consumo de alcohol en menores

18 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuesta imaginarlo en la pequeña y apacible Islandia, pero hace veinte años sus calles estaban tomadas por adolescentes borrachos, ruidosos e incluso violentos. «Cualquiera que anduviera por las calles de Reikiavik un viernes o un sábado por la noche hubiera tenido miedo», recuerda el psicólogo Harvey Mikman. Por aquel entonces, un 42 % de los jóvenes de entre 15 y 16 años reconocía que se emborrachaba al menos una vez al mes. Ahora todo ha cambiado. La paz ha vuelto a las ciudades y el consumo de alcohol en menores se ha reducido a un exiguo 5 %, el del tabaco a un 3 % y el de marihuana a un 7 %. ¿Qué ha obrado semejante transformación, que ya se conoce como el milagro islandés? La respuesta se encuentra en el programa Juventud de Islandia.

El problema se le había ido de las manos al Gobierno y para atajarlo había que conocer primero cuál era su verdadera magnitud. Todo comenzó, entonces, con un extenso cuestionario realizado a todos los jóvenes del país de 14 y 15 años para conocer sus inquietudes, hábitos y relaciones familiares. El diagnóstico de la situación puede parecer obvio, pero había que demostrarlo, como así se hizo: los chicos que pasaban más tiempo con sus familias, participaban de actividades deportivas y salían poco por la noche eran los que menos consumían alcohol y drogas. Evaluada la situación se implantaron las medidas: una absoluta implicación de los padres y de las escuelas, que pasa por incrementar el tiempo que los adolescentes pasan con sus familias, y establecer de forma gratuita un amplio programa de actividades extraescolares para las menores, desde deporte, música, teatro, danza o cualquier otra iniciativa que se ajuste siempre al interés de los chicos.

Las medidas educativas y sociales se acompañaron de otras legislativas: prohibir la publicidad del alcohol y, sobre todo, establecer un toque de queda, de tal modo que los chicos de 13 a 16 años no pueden estar en la calle en invierno más allá de las diez de la noche y a los menores de 12 se les limita a las ocho de la tarde. Los padres incluso patrullaban las calles para cazar y denunciar a los adolescentes que se saltaban la norma.

El modelo islandés no solo ha triunfado en su país, sino que también se ha extendido a Europa. No a los Estados, pero sí a los municipios a través del programa Juventud en Europa. Pero, ¿sería aplicable en España y a Galicia? Los expertos aseguran que sí, aunque con adaptaciones a cada entorno. En Tarragona ya comenzó en el 2015 y ahora Ourense se convertirá en el segundo ayuntamiento de España y el primero de Galicia en ponerlo en marcha gracias a una iniciativa presentada en el pleno por el PSOE y aprobada por el PP. «Esperamos empezar en enero con los cuestionarios para evaluar la situación que nos enviarán desde Islandia a chicos de 14 y 15 años y desde el programa islandés también se encargarán de realizar la evaluación», explica Paz Villar, responsable del área de prevención de adicciones de la concejalía de sanidad de Ourense, quien advierte que «es un proyecto a largo plazo, por lo que los resultados no se verán de inmediato. En Islandia llevan trabajando desde hace veinte años».

Villar advierte que la metodología tendrá que adaptarse a la realidad ourensana, por lo que, en principio, no cree que se lleguen a aplicar acciones extremas como el toque de queda a menores, aunque será algo que tendrán que decidir los políticos. «Me parece -dice- un poco exagerado. Creo más en las medidas preventivas y en la implicación de los padres y las escuelas que en las represivas».

«No es descabellado»

Su opinión es compartida por Antonio Rial Boubeta, psicólogo social de la Universidade de Santiago que ha realizado numerosos estudios sobre las adiciones en adolescentes y que es un profundo conocedor de la experiencia islandesa. «A mí -dice- no me parece bien establecer un toque de queda, pero es una opción que tampoco es descabellada si no funcionan otras medidas». Hecha esta salvedad, sí cree que el programa del país nórdico es perfectamente aplicable en Galicia. «Es un modelo comunitario en el que juega un papel muy importante el empoderamiento de los padres y el protagonismo que se le da a los propios chavales. Tiene sentido, está muy bien concebido, es pertinente y necesario», apunta.

Es un juicio compartido por José Manuel Fandiño, coordinador del servicio de Urgencias en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. «Me parece una idea fantástica. A lo mejor el toque de queda es un poco drástico, pero sí es muy interesante que se eduque e implique a toda la sociedad sobre los riesgos del alcohol en menores».

«Las familias también tenemos mucha culpa en el problema»

A José Antonio Álvarez Caride, vicepresidente de la Confederación Galega de Anpas de Centros Públicos (Confapa) y presidente de la de Ourense, no le duele admitir su parte de responsabilidad en el fracaso a la hora de prevenir el consumo de alcohol en menores. «Las familias -admite- esperamos que lo haga todo la Administración, pero también tenemos mucha culpa. Necesitamos implicarnos más y, quizás, ser menos permisivos».

Pero para iniciar este camino hay que empezar por reconocer que se tiene un problema, y no son pocos los padres que se niegan a aceptar las evidencias. Su hijo no bebe alcohol, siempre son los otros. «A veces tomamos el problema a la ligera», destaca Álvarez Caride, quien ve como algo «muy positivo» el hecho de que el Ayuntamiento de Ourense vaya a aplicar el programa islandés para frenar el consumo de alcohol en jóvenes y adolescentes. «Hago -dice- un llamamiento a la participación de las familias, que deberíamos trabajar conjuntamente con la escuela».

Pero, admitida parte de la culpa, el representante de la Confapa también echa en falta una mayor acción por parte de la Administración. Recuerda que hace un tiempo la Consellería de Sanidade los reunió, junto a otros cuarenta representantes de distintos colectivos e instituciones, para proponer medidas para reformar la ley de prevención de alcohol a menores. «Y no volvimos a saber nada más, no nos volvieron a llamar», se lamenta.

«Es el principal problema de salud pública en la población juvenil»

«El consumo de alcohol es el principal problema de salud pública en la población juvenil y adolescente». Así de contundente se muestra el psicólogo social Antonio Rial Boubeta, quien cree que no se está haciendo lo suficiente para atajarlo. Entiende que la Administración debe ser más contundente, pero que los padres también deben actuar como tales. «Hay que afrontar el problema -indica- desde una perspectiva de comunidad, pero los padres también tienen que poner normas y cortapisas a sus hijos, establecer horas de llegada, preguntarles con qué compañías andan y limitar el dinero que les dan en sus salidas. Sé de padres de chavales de 15 años que incluso bajan a la una de la madrugada para llevarles 50 euros a sus hijos. Y esto no puede ser».

Rial Boubeta también cree fundamental la intervención de los pediatras en la detección temprana de consumo de alcohol en menores, tal y como propuso en las reuniones con la Consellería de Sanidade para la reforma de la ley actual de prevención.

«Los servicios de pediatría -advierte- tienen que tener una implicación directa en la detección precoz del alcoholismo y en el consejo a los familiares, tal y como se hace en Estados Unidos. Con un cuestionario de diez preguntas que la propia enfermera de pediatría puede realizar al menor se puede saber si tiene un problema. Y ya con el resultado el pediatra se pude reunir otros cinco minutos con el padre o la madre y el niño para explicarle la situación y darle consejo. Son solo diez minutos en una consulta rutinaria. No solo es algo necesario, sino también rentable en términos de prevención»,