Ana González, oftalmóloga: «La felicidad está en dar»

SOCIEDAD

Ed

La doctora dedica parte de su tiempo a curar cataratas o glaucomas en Áfica o la India

16 oct 2018 . Actualizado a las 18:02 h.

La doctora Ana González (Pantón, 1964) tiene una clínica oftalmológica en Ferrol donde trabaja la mayor parte del año. Pero, durante unos días, coge los bártulos y se va al África profunda o a la India a curar cataratas o glaucomas, a hacer milagros, a dar luz a quien está en la oscuridad, a quien no podría ver sin su intervención. Lo explica y te cautiva. Es todo entusiasmo. Todo luz.

-Es usted de tierra de vino.

-Sí. Hace poco estuve en la vendimia. Mi padre tiene 88 años y sigue llevando las viñas. Es su motor.

-¿Cómo recuerda su niñez allí?

-La niñez fue una época muy bonita. Cuando voy a África recuerdo parte de mi niñez porque parte de lo que se está perdiendo en este momento en nuestra sociedad era algo que teníamos entonces: el cuidar todos de todos, ayudarnos... Es de los recuerdos más tiernos que tengo y en África lo vuelvo a encontrar.

-¿Cuándo se va?

-El día 21, a Senegal. Llegan antes unas personas para montar los quirófanos. Lo tenemos que llevar todo, desde el betadine a los microscopios, porque allí no hay nada. Hacemos revisiones oftalmológicas y de ahí sacamos los casos operables. Sobre todo cataratas y glaucoma.

-No les faltarán pacientes.

-Yo siempre cuento que, la primera vez que fui, nunca había visto tantos ciegos juntos. Y por algo tan asequible de curar en Occidente como son las cataratas. Este año vamos a llevar un láser para intentar abordar más casos de glaucoma, que en África es una enfermedad muy agresiva. Estaremos 17 días y el año pasado operamos a 450 personas.

-Es mucho.

-Son 17 días en que nos levantamos a las 5.30 de la mañana y acabamos a las 12 de la noche. Es que allí no se cita a la gente. Cuando llegamos ya hay filas y filas de personas esperando y es muy duro decirle a una persona: «No, hasta aquí». Y no se imagina la cantidad de kilómetros que hacen andando pasando por bastantes peligros. Piense que mucha de esa gente que viene no ve.

-Dar la vista es el milagro con mayúsculas.

-Aquí, dar la vista es dar la vida, porque si no ven, no comen, no ven los peligros... No pueden vivir.

-Supongo que después de todas esas horas de trabajo, se sentirá usted muy bien.

-Vas con mucha adrenalina pero al final te das cuenta de que son ellos los que te ayudan a ti porque te transportan a lo que decía antes: a aquella vida anterior donde había muchísima generosidad, alegría... Es increíble lo que ves allí, la humanidad de la gente, descubres la dimensión del ser humano. Es fantástico. Mire, los niños tienen una mirada y un agradecimiento que resulta increíble.

-¿Cómo se metió en esto?

-Yo de pequeña quería ser misionera. Un día encontré a dos personas que tenían una oenegé en Calcuta. Fui allí y ya volví varias veces. Luego me metí en Azul en acción, que es con la organización con la que vamos ahora siempre a África. Antes íbamos a Togo, pero ahora el islamismo es un problema allí.

-Seguro que a usted le cuesta regresar a casa.

-Sí. Regresas porque sabes que volverás con ellos. Ahora queremos construir un hospital.

-¿Qué es lo que más le ha impresionado?

-Los niños ciegos por cataratas. Son repudiados por la tribu y abandonados. Primero los llevan a los curanderos y si estos no los curan consideran que están embrujados y los repudian.

-¿Cree que una visita a estos lugares nos haría cambiar a cualquiera de nosotros?

-Seguro. Es imposible que vuelvas igual, es imposible no sufrir una revulsión interna.

-Usted ha cambiado.

-Claro. A veces, cuando me arrastra esta vida, me paro y recuerdo lo que hago allí. Ahora sé que la felicidad está en dar, no en tener o en recibir. Yo se lo digo a mis hijos: buscad algo, alguna actividad con la que podáis dar mucho, porque es lo que realmente os hará felices.

-Cambiemos de registro. ¿Mirar tantas pantallas nos vuelve más ciegos o más tontos?

-Más tontos.

-¿A quién le pondría antes unas gafas: a Trump, a Pedro Sánchez o a Feijoo?

-A Trump, pero no sé si encontraría unas con la graduación que necesita.

-Fuera del trabajo y la cooperación ¿qué le gusta hacer?

-Me encanta correr e ir en bici. Me puedes encontrar en la montaña, en la playa... soy muy activa.

-¿Celta o Dépor?

-Celta. Si no, en mi casa me matan.

-¿Se le da bien cocinar?

-Fatal. Siempre digo que voy a ir a un curso de cocina, pero nunca lo hago.

-¿A qué sitio le gustaría volver?

-A Benarés, la ciudad sagrada de la India.

-Una canción.

-Je veux, de ZAZ.

-Lo más importante en la vida.

-Estar a gusto con uno mismo, que es con el que estamos siempre.