Venancio Chantada: «Hoy ya nadie tiene vergüenza de decir que tiene problemas de erección»

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

El jefe de Urología del Chuac asegura que, con los avances terapéuticos, un hombre puede tener una vida sexual satisfactoria hasta que se muera

25 feb 2022 . Actualizado a las 17:51 h.

Venancio Chantada fue el primero que recetó una viagra en Galicia. Fue en 1998. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Hoy ya nadie habla de impotencia, asegura el experto, que ha pasado de tener que tirar de la lengua a sus pacientes para que le contasen su problema a ver cómo piden ayuda abiertamente, acompañados de sus parejas.

—¿Ya nadie habla de impotencia?

—«Impotencia» ya no se utiliza, es un término un poco peyorativo y se dejó de utilizar hace muchísimos años. La OMS en el año 1999 definió lo que era la disfunción eréctil: una alteración que impide tener una relación sexual satisfactoria, con lo cual es algo más amplio y engloba más cosas que la simple impotencia o el gatillazo, como le llama la gente. Si se hace una búsqueda médica sigue habiendo artículos que hablan de impotence, pero ya todo el mundo lo entiende así y los pacientes saben que eso se llama así y vienen diciendo: «tengo un problema de erección» o «tengo disfunción eréctil».

—Las cifras dicen que el 12 % de los gallegos mayores de 40 años sufren disfunción eréctil.

—Sí, y si ese margen lo acotamos entre los 60 y 75 años podemos decir que hay un 45 % pacientes que la tienen, aunque no todos los casos son graves, porque también hay leves y moderados.

—¿Galicia fue pionera también en su estudio?

—Antes los datos se extrapolaban de los estudios de países en el extranjero. En 1998 nuestro hospital (el CHUAC) participó a nivel estatal en el proyecto Edem. Se llamaba a los pacientes y el que respondía venía después a hacerse unas pruebas. Era muy curioso porque la gente veía salir a muchos señores con dos maletines negros y se preguntaban para qué sería. Pues eran dos aparatos que medían por la noche la rigidez del pene. Es importante porque lo más grave es tener problemas de erección por la noche, porque en ese período hay de tres a cinco erecciones que son un mecanismo natural y fisiológico del cuerpo para mantener el riego sanguíneo del pene. Entonces la disfunción puede ser severa y requerir tratamiento.

—¿Hay causas físicas que predispongan a sufrir disfunción eréctil?

—Sí, suele haber un componente orgánico. El mayor número de hombres con este problema tienen alteraciones vasculares del riego sanguíneo del pene. La causa principal es la diabetes, con mucha diferencia. Pero también la hipertensión y la hipercolesterolemia. Son las tres causas que alteran el riego sanguíneo del pene. Luego también están ciertas cirugías como un cáncer de colon, de vejiga o de recto, que también alteran el riego; y otras neurógenas, como los lesionados medulares. Por último, hay pacientes que tienen todo bien, que tienen riego sanguíneo en el pene y no tienen ninguna lesión medular ni neurológica, pero tienen alterado el nivel de hormonas en sangre y hasta que no se corrijan esas hormonas van a tener problemas. También disminuye su libido y el deseo sexual y eso les afecta a la erección.

—Pero el estrés y el ritmo de vida también influyen.

—Claro, pero hace muchos años se pensaba que todo tenía origen psicológico, y no solo es eso. Es muy frecuente que un hombre que empieza a tener problemas de erección llega un momento que se agobia y añade un componente psicológico. Decimos que tiene «miedo al desempeño». Cuando ve que se acerca la relación sexual, temiendo que no va a responder adecuadamente a su pareja, huye de los contactos porque tiene miedo a fracasar. En ese momento va a entrar en una situación de imposibilidad hasta que se trate. Él mismo puede llegar a inhibir la erección si no está convencido de que va a tenerla.

—¿Y todavía hay mucho tabú y vergüenza con este tema?

—No, cada vez menos. Hoy ya nadie tiene vergüenza de decir que tiene problemas de erección. Yo recuerdo que, hace muchos años, cuando iniciamos la consulta de andrología, a muchos pacientes teníamos que sacarles con pinzas que tenían un problema. Ahora vienen específicamente a la consulta con su pareja, que es importante, porque antes era algo casi vergonzante. El hombre lo contaba al final, cuando la enfermera salía de la consulta. Aprovechaba y decía: «mire y también quería comentarle que...». Ahora la pareja se implica para ayudar en el tratamiento.

—Y la viagra fue la revolución.

—Yo fui el urólogo que primero recetó viagra en Galicia, porque hicimos un ensayo clínico en octubre del 98. Fue una revolución. Algunos al principio tenían miedo porque había habido en Estados Unidos algún fallecimiento, pero la gente hoy sabe perfectamente que esa es una medicación segura, y, además, hay muchísimas más. Cuatro más por vía oral, además de fármacos que se aplican directamente de pene, y prótesis. El abanico es muy amplio y hoy los hombres ya hablan de este tema abiertamente en la cafetería. Ahora lo comentan entre sí y se enteran de los tratamientos que hay.

—¿Podríamos decir que no hay que agobiarse porque la disfunción eréctil tiene cura, o solución?

—Es importante decir que no todos los hombres se pueden curar. Los que tienen un problema puntual se recuperan tras un tratamiento y vuelven a ser independientes de la medicación. Otros, sin embargo, que tienen una enfermedad que no se cura, como la diabetes, van a seguir padeciendo disfunción eréctil. Pero lo positivo es que tienen un tratamiento que pueden tomar mientras lo deseen, los años que ellos quieran, para mantener una actividad sexual adecuada o razonable hasta que se mueran.