«Yo no quise ver al bebé. No quería quedarme con esa imagen de mi hijo»

SOCIEDAD

Imagen de recurso de una mujer embarazada
Imagen de recurso de una mujer embarazada PIXABAY

Galicia quiere implantar en marzo un protocolo de muerte perinatal unificado

25 feb 2019 . Actualizado a las 17:11 h.

Tiene 32 años y quería ser madre. Quiere ser madre. Se quedó embarazada y era un niño. Todavía no habían elegido el nombre aunque barajaban varios pero, en la semana 20 de embarazo, algo se torció. Era viernes. «Notaba algo raro. Era como un sexto sentido que me decía que algo iba mal», cuenta A.C.

A partir de ese momento comenzó un proceso que, según esta mujer que se iba a convertir en madre primeriza, «no se le desea ni a tus peores enemigos».

Este lunes, se dará un paso más para implantar en Galicia un protocolo unificado para todos los hospitales de la comunidad, una guía de abordaje de muerte perinatal y neonatal que quieren poner en marcha en el mes de marzo.

A.C. llegó a urgencias del Hospital Materno de A Coruña y en la primera ecografía su sexto sentido se confirmó: «Me dijeron que no tenía líquido amniótico y que me tenía que quedar ingresada. En ese momento se te cae el mundo encima». Le diagnosticaron oligoamnio severo. Si no aumentaban sus niveles de líquido amniótico el bebé no podría desarrollarse. Durante cinco días se aferró a un milagro que nunca llegó.

«Siempre me dijeron que la última decisión era la mía. Tenía la esperanza de ir dejando pasar los días para que la situación cambiara pero llegó el miércoles (llevaba ingresada desde el viernes) y el ginecólogo vio que no había posibilidades y que lo único que podíamos hacer era alargar el sufrimiento». Así que tomaron la decisión y ahí comenzó todo el proceso.

«Me dieron todos los consentimientos informados y comenzaron a explicarme el protocolo. Iban a empezar a ponerme las pastillas de oxitocina vaginal para provocarme las contracciones y que se fuera dilatando el útero. Tenía que dar a luz, tal cual». Y para eso nadie te prepara. «Comencé a hacer miles de preguntas. Me dijeron que en ningún momento iba a pasar dolor pero fueron muchas horas. Dos días enteros. No lograba dilatar y hasta me tuvieron que dar morfina. Cuando, por fin, la matrona me dijo que era el momento todavía faltaba lo peor. Empujar y empujar hasta que nace tu bebé. En mi caso, sabía que iba a morir en su primer contacto con el exterior porque sus pulmones no tenían la capacidad de respirar», cuenta A. C. «Yo solo quería que se terminara ya. Que fuese como una pesadilla que se acaba cuando te despiertas. Se estaba muriendo mi hijo. Yo ya lo quería, lo sentía dentro de mi». Fue ahí cuando le preguntaron si quería verlo: «Yo no quise ver al bebé. Me da pena porque era mi hijo pero no quería quedarme con esa imagen de él. Acordarme siempre de eso sería todavía peor».

Después de todo aún tuvo que pasar por quirófano para someterse a un legrado. «Yo solo quería irme a casa», confiesa la joven, «Es muy duro. Una madre no tendría que pasar por esto».

«Cuando me dieron el alta me dieron unos papeles para que llamase al Centro de Orientación Familiar. Me dijeron que allí había una persona con la que podría hablar. En el hospital no me ofrecieron apoyo psicológico pero todo el personal me ayudó mucho». En este caso, ella estuvo sola en una habitación durante todo el ingreso: «Claro que escuché a algún bebé llorar pero a mi no me importaba, solo me alegraba por ellos».

Le pregunto por un sentimiento: «No hay duda: tristeza. Tristeza de la de verdad. Y después miedo, miedo a que te vuelva a pasar. Yo quiero ser madre. Voy a volver a intentarlo pero tengo muchísimo miedo».

A pesar de tener que parar para coger aire y contener las lágrimas, ha decidido contar toda su experiencia (muy reciente, por cierto) porque, aunque no hay consuelo, la vida sigue y esto mismo le va a pasar a otras mujeres.

«Creo que la gente debería contarlo. Sigue siendo un tema tabú. Nadie habla de esto y menos en mi caso que se considera un aborto. Pero se decide interrumpir el embarazo porque no hay otra opción. A la gente le da vergüenza decirlo», asegura esta joven: «Las únicas personas que hablan del tema son los médicos en el momento en el que te pasa. Me decían, ‘Esto ocurre mucho más de lo que crees’ pero a mi nadie me había contado nada parecido».

«Lo primero es convencer a la madre de que no tiene la culpa»

Belén Viñas, jefa del servicio de Ginecología del Hospital Materno de A Coruña
Belén Viñas, jefa del servicio de Ginecología del Hospital Materno de A Coruña CESAR QUIAN

En el Hospital Materno de A Coruña llevan meses trabajando en su propio protocolo de muerte perinatal. Belén Viñas, jefa del servicio de Ginecología del Materno, tiene claro que todo el personal se vuelca con estos casos: «Nuestro objetivo es aliviar, dentro de lo posible, esa pena que, obviamente, no les podemos quitar».

-¿Cuáles son las medidas primordiales que todo protocolo de muerte perinatal debería contemplar?

Lo más importante es transmitir a los padres la seguridad de que el proceso es absolutamente independiente de ellos. Tienden a culpabilizarse de la muerte fetal, sobre todo, la madre. Intentamos buscar una causa pero lo primero es aliviar a la madre de esa carga, convencerla de que ella no tiene la culpa de que su hijo haya muerto. Después es muy importante darles tiempo. Cuando se diagnostican estos procesos no hay que correr. Antes de iniciar la inducción tienen que asimilar la situación. También hay que darles tiempo después. Hemos tenido pacientes que han estado dos o tres horas con el bebé en su habitación. Normalmente, los padres que demandan estar con el bebé es en los casos en los que el feto ya estaba casi a término. Pueden vestirlos e, incluso, hacerse fotos con él. Es una forma de guardar un recuerdo. Por último, hay que ofrecerles la posibilidad de un apoyo psicológico. Tanto dentro del hospital como después del alta. El duelo patológico es muy peligroso.

-¿Todavía es un tema tabú?

Creo que es normal que la gente afectada no hable del tema. A día de hoy la muerte no se ve como algo tan natural como hace algunas décadas. Recuerdo una foto en casa de mis abuelos de un bebé que se había muerto a término. Antes, con los velatorios en casa, existía un contacto directo con la muerte. Ahora se supone que todo el mundo tiene la obligación de tener un hijo sano y la sociedad no entiende que, por mucho que haya mejorado la atención perinatal, siguen muriendo niños. La mortalidad perinatal ha disminuido de un 20 por mil a un 2 por mil en los últimos setenta años. Pero ese 2 por mil está ahí. Si aquí tenemos 2.500 partos lo normal es que haya entorno a cinco muertes antes del nacimiento.

-¿Cómo se da una noticia así?

Es durísimo. A quien más le toca dar estas noticias en nuestro servicio es al personal de ecografías y es, sin duda, la parte más dura y difícil de nuestro trabajo. Personalmente también nos afecta. Tenemos que respirar hondo y tener la mayor tranquilidad interna posible para poder transmitir esa tranquilidad a los padres. Lo que necesitan ellos en ese momento es tener a un grupo de profesionales a su alrededor que los arrope y que les de cariño. Se tienen que sentir comprendidos y acompañados en su dolor. Todos lo pasamos mal junto a ellos.