Médicos gallegos cuestionan el fin del anonimato de los donantes de óvulos y semen

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

SOCIEDAD

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El Comité de Bioética pide que pueda conocerse su identidad, pero los especialistas ven algunas lagunas

06 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

 El Comité de Bioética de España acaba de publicar un informa sobre El derecho de los hijos nacidos de las técnicas de reproducción humana asistida a conocer su origen biológico, en el que defiende la necesidad de que los menores conozcan la identidad de los donantes de óvulos o semen en caso de que se hayan utilizado. Un informe que ha levantado una considerable polémica, fundamentalmente entre las clínicas privadas y los centros públicos que pertenecen a la Sociedad Española de Fertilidad.

En Galicia, los expertos tampoco las tienen todas consigo, pese a defender el rigor y la argumentación del Comité de Bioética. Rosendo Bugarín, médico de familia y experto en bioética, no critica este documento, «pero hay otras fundamentaciones éticas que también son reflexivas y que hay que escuchar». Se refiere a las argumentaciones de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), «que da argumentos serios y muy rigurosos».

El derecho del menor

El Comité de Bioética parte de que el menor tiene derecho a conocer la identidad del donante porque los genes forman parte de su identidad, así como por el interés superior del mismo. «Además, la tendencia en todos los países es eliminar este anonimato, por lo que se trata de un documento que sigue un enfoque principialista, de dignidad, en el sentido de que todo ser humano tiene derecho a su identidad y a conocer sus orígenes». Pero, recuerda Bugarín, los argumentos de la SEF son más consecuencialistas y, como es evidente, no pueden obviarse las consecuencias de tomar una decisión de semejante calado.

Por ejemplo, el Comité de Bioética habla del interés superior del menor, pero no tiene en cuenta a otros agentes morales, como son los padres o los donantes. Y aunque se trata de defender el interés superior del menor, puede que no siempre sea así. Por ejemplo, qué ocurriría si el niño quiere conocer al donante pero este se niega, o sus expectativas no coinciden con la realidad, «quizás el daño psicoemocional que va a tener por no conocerlo sea menor que el que tendrá por conocerlo», apunta Bugarín. 

Nada que ver con la adopción

Respecto a la comparación entre los orígenes de un menor adoptado y un menor cuyos progenitores han utilizado técnicas de reproducción asistida, Bugarín no ve ninguna similitud, «la adopción forma parte de la biografía de un ser humano, la donación no, el papel del donante es ayudar a crear una familia, si se pierde el anonimato se convierte en parte de la familia». Pese a que no critica el informe del Comité, este experto en bioética concluye con que «como siempre hacemos en este campo, lo mejor es analizar caso a caso, generalizar es muy malo».

Quien no respalda la argumentación del informe del Comité es el jefe de ginecología del CHUS, Manuel Macía, quien coincide con Bugarín en que el documento defiende el interés del menor, «pero lo antepone absolutamente, por encima de los otros implicados, donantes, padre y madre, que tienen sus razones».

El informe deja además muchos interrogantes sin respuesta. Por ejemplo, ¿se va a obligar a los padres a que digan a sus hijos que es el resultado de una técnica con gameto -óvulo o semen- donado? ¿Un adolescente de quince años que tenga dudas sobre su origen va a contar con alguna medida legal para que los padres le expliquen cómo ha sido engendrado? «Veo muchas lagunas en el informe», apunta Macía, quien aclara que en casos de enfermedad la normativa anterior ya introduce la necesidad de que haya una comunicación, así como si se produce una anomalía, ya que en esos momentos se produce un bloqueo automático del donante. Más allá de eso, el jefe de ginecología del CHUS no ve ningún motivo por el que deba conocerse la identidad del donante: «No le veo ninguna ventaja».