Descubierto un mecanismo que controla la aparición del cáncer de hígado

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN

SOCIEDAD

CNIC

El trabajo del CNIC, en el que participa una investigadora gallega, abre la puerta a que en el futuro puedan desarrollarse sistemas de diagnóstico temprano y terapias para tratar el colangiocarcinoma, uno de los tumores de peor pronóstico y menos estudiados

30 jun 2020 . Actualizado a las 17:43 h.

Es un tumor silencioso. No avisa ni advierte de su presencia. Cuando se detecta suele ser ya demasiado tarde, porque el diagnóstico coincide con la colonización de otros órganos. La temida metástasis. Es el colangiocarcinoma, el segundo cáncer de hígado más común y uno de los más agresivos y con peor pronóstico de toda la amplia familia de tumores. Y es, también, uno de los grandes olvidados, porque la ciencia apenas ha descubierto nuevos tratamientos y ni tan siquiera lo conoce demasiado. Ha sido poco estudiado a nivel molecular, un vacío que ahora empieza a llenarse en parte con un descubrimiento realizado por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que han descubierto un mecanismo molecular que controla su aparición. El trabajo acaba de publicarse en la revista PNAS.

El estudio ha sido posible gracias a que los investigadores han desarrollado un modelo animal en el que las alteraciones en la producción de ácidos biliares causan este tipo de tumor. De hecho, el colangiocarcinoma se genera en las vías biliares. Pero cómo. Aún se desconoce el mecanismo completo, pero los científicos han identificado una proteína, la PPAR alfa, que resulta esencial en el proceso tumoral, ya que regula el metabolismo de ácidos biliares y de lípidos del hígado. Los ratones que carecen esta quinasa «presentan un número de tumores mucho menor. Casi la mitad de ellos ninguno», según explica Alfonso Mora, que ha liderado el trabajo junto con Guadalupe Sabio.

Los científicos generaron un tipo de ratones cuyo hígado no contiene las proteínas JNK1 y JNK2, que se activan cuando comemos y que son responsables en parte de que el hígado almacene grasa en exceso, lo que deriva en hígado graso o esteatosis, según explica Sabio. De hecho, hay varios ensayos clínicos enfocados a la supresión de estas dos quinasas enfocados al tratamiento del hígado graso. Pero lo que ahora se ha visto es que si se inhiben se produce una hiperactivación de PPAR alfa, lo que se relaciona con el cáncer de hígado. «Si en el hígado no tienes JNK1 y JNK2 se produce una hiperactivación de PPAR alfa, que activa el metabolismo hepático en el hígado, pero también la producción de ácidos biliares, que altera la producción de ácidos biliares que generan toxicidad y pueden desencadenar el cáncer», explica Guadalupe Sabio.

El trabajo tiene una aplicación inmediata, aunque no en el ámbito del cáncer. Es una llamada de atención para los tratamientos que se están probando para controlar la esteatosis hepática, ya que si la eliminación de las proteínas JNK1 y JNK2 se mantiene a largo plazo pueden producirse efectos secundarios importantes. «Quizás habría que replantearse este tipo de terapias a más corto plazo», advierte Sabio.

El hallazgo también se espera que tenga una implicación en el desarrollo de nuevas terapias y sistemas de diagnóstico precoz para el cáncer de hígado, pero aún habrá que esperar. No será, en este caso, una aplicación inmediata, ya que aún quedarán años de trabajo por delante. «En una investigación a largo plazo», subraya la investigadora gallega Cintia Folgueira, que a mediados del pasado enero se incorporó al equipo de Guadalupe Sabio, donde permanecerá durante tres años con un contrato Sara Borrel. Previamente había trabajado en el Cimus de la Universidade de Santiago con Rubén Nogueiras y María Luisa Seoane.

Folgueira es la segunda autora del estudio, ya que completó los experimentos que había iniciado Elisa Manieri, la primera autora. Su entrada en el equipo del CNIC no pudo haber sido mejor. «El colangiocarcinoma -dice- es un tipo de cáncer muy poco estudiado a nivel molecular, pese a que es uno de los más agresivos y dañinos». Confía en que su trabajo también puede servir para mejorar el diagnóstico. «Vamos a intentar -añade- desarrollar algún sistema que permita detectarlo de forma precoz, porque este es uno de los grandes problemas de este cáncer, que afecta más a las mujeres que a los hombres, que cuando se descubre ya está muy avanzado».

Guadalupe Sabio también es conciente de que aún queda un largo trabajo por delante, pero lo que se ha visto, al menos en ratones, es que «si bloqueamos la proteína el tumor desaparece». El modelo que han desarrollado también ha demostrado su fiabilidad para convertirse en una herramienta en la que poder experimentar terapias contra este tumor de hígado.