La dura normalidad es una epidemia de libro

Ignacio Durán LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS

SOCIEDAD

Rober Solsona - Europa Press

La epidemia está retomando con fuerza desde mediados de junio y se presentan las primeras señales de alerta

11 jul 2020 . Actualizado a las 17:35 h.

Nos tenemos que enfrentar con normalidad a la dura realidad de una pandemia, aun creciente y que no va a tener un remedio farmacéutico antes de un año. Galicia, parapetada tras os montes del Norte de Portugal y a portela da Canda, aunque esté protegida por las frautas dos afiadores, no queda al margen de lo que suceda en la Península. Estamos ante una epidemia de libro, que siempre es una acumulación de brotes aislados cuando cubren gran parte del territorio nacional. Hemos de estar atentos.

Un sistema de control tiene que definir un valor de consigna (el que queramos tener) y una señal de error (la desviación con respecto a la consigna) que marquen las acciones de gobierno que corrijan la trayectoria. En la gráfica adjunta muestro el número medio de contagios diarios, obtenido a partir de los datos de las fechas de primeros síntomas que da el ministerio. Con estos datos se tiene un buen indicador de la trayectoria epidémica, porque es el dato más próximo a la fecha de contagio real, que es válido para determinar la necesidad de medidas correctoras.

Vemos que a partir de mediados de junio la epidemia —a nivel nacional— está retomando con fuerza. Lo importante no son los números de contagios detectados, sino la tendencia (señal de error). Y lo alarmante es que el Gobierno sigue sin definir el umbral de referencia (consigna). Hemos más que duplicado ya el nivel adquirido en la fase 3 y esto, aunque por ahora no nos lleva, ni mucho menos, a un nuevo estado de alarma, sí obligaría a dosificar a nivel de las comunidades las acciones de distanciamiento, de forma adecuada y proporcional.

Estamos en donde estábamos en la última semana de febrero, pero si el indicador se duplicase por segunda vez nos encaminaríamos al 8-M (el fracaso de la Administración) y, si siguiese duplicándose, nos llevaría otra vez a la escalada que produjo el colapso sanitario. Tenemos ya la primera señal de alerta, que hay que vigilar. Deberíamos dejar de comentar los casos anecdóticos, los así llamados rebrotes aislados, porque de forma aislada no dan una idea cabal del proceso epidémico. El Sars-Cov-2 va a seguir circulando —con más facilidad cuanto mayor sea el porcentaje de asintomáticos— y esta nueva ola va a seguir creciendo, lo cual lleva a la necesidad de definir el valor de consigna —el número máximo de contagios diarios de la gráfica adjunta que se estime aceptable— antes de tomar medidas de control proporcionadas, para no comprometer la necesaria actividad, en una dinámica social sostenible.

¿Qué sucedió la semana del 7 al 14 de junio? ¿Por qué hay un cambio tan drástico que nada tiene que ver con el uso de la mascarilla? Para contestar a esta pregunta tenemos en el ministerio toda una Dirección General de Salud Pública ¿Qué hacen? ¿Por qué no informan?

Ignacio Durán Escribano es catedrático jubilado de la USC, asesor del Grupo de Datos Nucleares de la IAEA y miembro de la colaboración CERN-nTOF.