Nuevos patrones atmosféricos abocan al hemisferio norte a un calor inhabitable

SOCIEDAD

JENNIFER GAUTHIER

Los episodios de temperaturas extremadamente altas son cada vez más habituales en las latitudes medias

31 jul 2021 . Actualizado a las 23:28 h.

El ser humano está alterando el clima de tal forma que los eventos de temperaturas extremas inducidos por los nuevos patrones atmosféricos, como el debilitamiento del jet stream, son cada vez más recurrentes. El ascenso de un grado desde la Revolución Industrial puede parecer poco, pero la atmósfera es un sistema no lineal. Esto significa que pequeños cambios producen enormes consecuencias. Y aunque en un planeta que se calienta las olas de frío mortales son perfectamente posibles, los episodios que se están extendiendo, sobre todo en el hemisferio norte, donde hay más superficie terrestre que océano, son los de calor inhabitable.

Actualmente ya no causa demasiada sorpresa que se registren valores extremadamente altos en regiones septentrionales del planeta. Sin ir más lejos, el pasado verano el termómetro alcanzó 38 grados en localidades del Círculo Polar Ártico. Ahora el mundo ha quedado enmudecido con los 49,6 que se registraron el pasado 29 de junio en la localidad de Lytton (Canadá), donde hubo más de 480 fallecidos por hipertermia.

Un reciente informe publicado por World Weather Attribution, una organización que se encarga de estudiar las causas de los eventos meteorológicos extremos, señala que «la ocurrencia de una ola de calor con esa temperaturas era prácticamente imposible sin el cambio climático causado por el ser humano». El estudio ofrece, además, una idea de lo excepcional de ese valor entre los 42 y los 53 grados latitud norte. «En el análisis estadístico más realista se estima que el evento ocurre 1 vez cada 1.000 años». El trabajo científico advierte también sobre la posibilidad de que «las interacciones no lineales en el clima hayan aumentado sustancialmente la probabilidad de un calor mucho más extremo del que se ha observado hasta ahora». 

«O principal causante da vaga de calor do oeste de Norte América foi un patrón de bloqueo anticiclónico, que ten lugar cando o ramal ascendente do jet stream queda estacionaria sobre unha determinada rexión e impide o paso de borrascas. Unha hipótese que tamén plantexo é que a seca que ven arrastrando a metade oeste de Norte América nos últimos meses puido ser clave. O déficit de precipitación previo á vaga da calor tería reducido o contido de humidade. Unha reducción da evaporación é sinónimo de maior temperatura posto que toda a enerxía que se tería invertido en evaporar a auga invertese neste caso en quentar o solo e posteriormente o aire. Dentro do contexto do cambio climático esta hipótese cobra especial interés, posto que esa zona de Norte América está rexistrando cada vez menos precipitacións e os modelos climáticos apuntan a que esta tendencia pode seguir no futuro. Polo tanto, este posible efecto da intensificación do calor debido á sequía podería fortalecerse nun futuro», explica Damián Insua, investigador del grupo de Física No Lineal de la Universidad de Santiago. 

El calor que brilló por su ausencia en países como España durante el pasado junio se encontraba en otras regiones del norte y el este de Europa. Ha sido el mes más caluroso desde 1900 en las latitudes medias del hemisferio boreal, con una anomalía positiva de la temperatura media de 1,5 grados respecto al valor medio de referencia del período (1981-2010). Esa es justo la cifra que el mundo trata de evitar que se supere a través de las iniciativas de mitigación, algo realmente muy complicado a estas alturas. Las recientes olas de calor insoportables para el cuerpo humano ofrecen una idea de lo que está por venir en un planeta cada vez más cálido.