Las asociaciones se identificaron en áreas cerebrales predominantemente implicadas en dos redes que tienen funciones fuertemente opuestas: la red de tareas negativas (o «modo por defecto») tiende a activarse en condiciones de reposo y la red de tareas positivas tiende a activarse durante las tareas que exigen atención. «Todavía tenemos que entender las consecuencias de esta mayor actividad de ambas redes en condiciones de reposo, pero por ahora podemos decir que la conectividad cerebral en los niños expuestos a mayores niveles de contaminación atmosférica es diferente de lo que cabría esperar», afirma Laura Pérez-Crespo, primera autora del estudio.
El período comprendido entre el nacimiento y los 3 años fue el de mayor susceptibilidad a la contaminación atmosférica y el carbono negro fue el contaminante más asociado a los cambios en la conectividad cerebral. Como señalan los autores, la principal fuente de carbono negro y gases de óxido de nitrógeno en las ciudades europeas son los vehículos diésel. La exposición al ruido en el hogar no se asoció con diferencias en la conectividad cerebral, a pesar de que varios estudios muestran que el ruido afecta al desarrollo cognitivo de las y los niños.