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Galicia ya apuesta por los abonos ecológicos

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS AGRO

cedida

La nueva norma de la Unión Europea favorece los fertilizantes orgánicos, como los que desde el 2003 elabora la empresa Ecocelta a través del compostaje y del vermicompostaje

24 may 2019 . Actualizado a las 16:46 h.

La Unión Europea acaba de publicar una nueva normativa sobre la introducción de productos fertilizantes en el mercado común. Se basa esta en potenciar la economía circular y en reducir los contaminantes, dos aspectos en los que la empresa gallega Ecocelta lleva más de una década trabajando. Esta firma nació en el año 2003, precisamente, con el objetivo de elaborar fertilizantes a base del vermicompostaje y, desde entonces, se ha especializado en abonos orgánicos y ecológicos. Sus productos se confeccionan utilizando residuos nobles que se generan en un radio de cincuenta kilómetros y son completamente naturales. Explican que, al principio, eran pocos los que apostaban por este tipo de fertilizantes. Hoy, son muchos los consumidores que recurren a ellos buscando sus abonos orgánicos y ecológicos. «Es un mercado muy exigente, con consumidores que demandan mucha calidad», explica Sergio Quiroga, director de la empresa.

Ecocelta utiliza para elaborar sus abonos residuos nobles que se generan en un radio de 50 kilómetros. Ecocelta recoge los residuos orgánicos que se producen en sus inmediaciones y, con ellos, elabora abonos y fertilizantes mediante el sistema de compostaje y de vermicompostaje, en el que se emplean lombrices. Pero no sirve para su labor cualquier tipo de residuo. «Gestionamos las materias primas que queremos nosotros y todos los residuos orgánicos que utilizamos son nobles», insiste Quiroga. Y es que lo suyo es la calidad. «Tenemos un abono con materia orgánica de calidad y con microorganismos benéficos, lo que nos diferencia de otros compost del mercado», cuenta. Actualmente, cuentan con una gama de siete productos, cada uno con una aplicación diferente. Están diseñados especialmente para los suelos ácidos de Galicia, viñedos, jardinería... «Lo más importante es que tenemos un departamento técnico que ofrece un asesoramiento especializado. La gente nos envía un análisis de su tierra o nos dice lo que va a plantar y, basándonos en eso, le recomendamos el producto que puede utilizar y la dosis que debe aplicar», cuentan en la firma. Explican que, cuando ellos empezaron, «el único abono orgánico que se utilizaba era el estiércol». Sin embargo, ahora son cada vez más los que recurren a este tipo de productos.

Fertilizantes de calidad

La empresa defiende que este tipo de fertilizantes solo tiene ventajas. «Si tu le aplicas un abono químico porque necesitas calcio, solo te da calcio», cuentan. En cambio, un producto orgánico, «además de calcio te va a dar nitrógeno, gran variedad de nutrientes y biología. Es más equilibrado y completo y no contamina los suelos», añaden. Sus productos están triunfando y, además de en Galicia, han conseguido comercializarlos en el sur de España y en Guinea Ecuatorial.

La normativa europea

Los principios de Ecocelta coinciden con los que han inspirado la nueva normativa europea de fertilizantes. «Lo nuestro es economía circular. Somos productores de abono y gestionamos residuos», añaden. El texto, que ha recibido esta misma semana el visto bueno de la comisión europea, busca promover el uso de productos de origen orgánico y limita el empleo de una serie de contaminantes presentes en los fertilizantes minerales como, por ejemplo, el cadmio. Pero, además, «creemos que está encaminado a limitar el crecimiento de las empresas que hacen compost que no es de calidad», explica Quiroga. Y es que «en la elaboración de estos abonos se pueden usar residuos de agroganadería y urbanos, pero los urbanos podrían llegar a dar problemas de contaminación porque son más difíciles de controlar», explica. Estos productos están dañando «a empresas como nosotros, que seleccionamos los residuos. Si algo viene contaminado, lo mandamos de vuelta», afirman. Por otro lado, la normativa favorece «una homogeneización de las reglas para todos los países, lo que implicará que todas las empresas de la Unión Europea trabajemos en las mismas condiciones y la competencia sea más justa», afirman. La regulación, que todavía no ha entrado en vigor, concede a las empresas un plazo de tres años para adaptarse.